bilbao - En su confusa estrategia de investidura, Pedro Sánchez ha logrado caldear también los ánimos del partido que demostró ser su socio más fiable durante la etapa de la moción de censura. El PNV ve al socialista cada vez más volcado en una repetición electoral y en la construcción de un relato que culpe al resto de grupos. En ese contexto, le exigió ayer al máximo nivel y por boca de su presidente, Andoni Ortuzar, que abra una negociación “seria, discreta y respetuosa”, en lugar de anunciar a través de la prensa y de manera unilateral encuentros con el partido jeltzale que después no lleva a término, y en lugar de presionar a todos los grupos con un programa para que se lo “coman con patatas” con tal de no aparecer como los responsables de una repetición electoral.

Tras un mes de bandazos en este sentido, Sánchez tiene previsto acudir a Bilbao el próximo miércoles. Quiere ganarse el voto a favor del PNV en la investidura con un programa de 300 medidas que no ha negociado con nadie y que, para colmo de Sabin Etxea, habrá destripado ante los medios de comunicación el día anterior para ejercer presión sobre todos sus interlocutores. Ortuzar ve un “trágala”, pero evitó romper los puentes y sigue tendiendo la mano. Acudirá a la reunión si lo llaman.

Portavoces del PNV habían insinuado su descontento el jueves. Ortuzar dejó de morderse la lengua ayer, y dedicó el acto de arranque del curso político del PNV en Zarautz a censurar el proceder del socialista y exigirle un cambio de rumbo. De lo contrario, contar con el apoyo jeltzale no será “tan fácil”. La abstención de los seis diputados del PNV basta para evitar las elecciones, aunque para ello hacen falta votos a favor como los de Unidas Podemos. Pasar de la abstención al sí sería un extra que solo se entendería a cambio de compromisos concretos de Sánchez.

No habrá cheque en blanco, menos aún si después lo que pretende Sánchez es gobernar en el día a día con Ciudadanos. La sangre no ha llegado aún al río, los jeltzales siguen apostando con claridad por evitar la repetición electoral y quieren que la derecha recentralizadora se quede en la oposición, pero Sánchez se arriesga a deteriorar la confianza con los socios que necesitaría no solo para la investidura, sino para el día a día y los Presupuestos.

Ortuzar le recordó que, en el transcurso de la legislatura, va a tener que contar con los mismos socios a los que ahora está desairando, salvo que quiera pasar el trago de la investidura con Unidas Podemos y partidos nacionalistas y regionalistas, y después gobernar con Cs.

“sainete” El PNV ha sufrido en silencio sin decir hasta ayer una palabra más alta que otra, porque quiere mantener una posición constructiva y evitar las elecciones el 10 de noviembre. La ausencia de un gobierno en plenas funciones está bloqueando las transferencias y complica las obras del TAV. Además, no hay una alternativa a Sánchez y el PNV no quiere saber nada del bloque de la derecha, en el que cabalga Vox y donde se plantea un recorte voraz del autogobierno.

Ortuzar repasó lo sucedido desde que el PSOE dijera el 2 de agosto que iba a llamar al PNV. “Hasta hoy. Ni una llamada. Eso sí, todos los días me enteraba por los periódicos de que iba a venir a Sabin Etxea, que iba a ser el día 10 primero, luego antes del G7, después del G7, la primera semana de septiembre...”, recapituló sobre este “sainete”. “Ahora nos enteramos, también por los medios de comunicación, de que la nueva fecha es el miércoles de la semana que viene y de que nos va a presentar un paquete de 300 medidas que van a dar a conocer públicamente un día antes. Curiosa manera de negociar”, lanzó.

A juicio de Ortuzar, esta estrategia tiene todos los visos de ser un “trágala”: “Te guste o no te guste, te lo comes con patatas y, si no, tú tendrás la culpa de que haya que ir a nuevas elecciones. Ese parece ser el juego. O aceptas mis condiciones, o eres el malo de la película. Pues no. Las cosas no son así, ni se hacen así. Pedimos una negociación seria, discreta, y respetuosa con el de enfrente”. - Miriam Vázquez