Por encima de siglas, ideas y disputas personales, el Parlamento de Navarra celebró ayer que lleva cuarenta años siendo la casa común en la que todas las sensibilidades han tenido la oportunidad de ocupar su espacio. Y seguro que, visto desde la perspectiva de 2019, muchas de las encendidas disputas mantenidas hace 10, 20, 30 o 40 años, son hoy poco menos que nimiedades por las que no merece la pena estar toda la vida enfadado. Quizá por eso, porque el tiempo colabora a ponderar cada cosa en su justa medida, la tarde de ayer fue una tarde de abrazos, saludos y palabras cariñosas entre las decenas de parlamentarios y parlamentarias que aparcaron rencillas puntuales para celebrar algo más importante: el cumpleaños de la democracia, el peor sistema con excepción de todos los demás.

Pasadas las cinco y media, uno de los primeros en llegar fue Juan Cruz Alli. Es de los pocos expresidentes que sigue sin faltar a todo este tipo de saraos, aunque ayer estuvo en el atrio el también expresidente Jaime Ignacio del Burgo, además de la expresidenta Uxue Barkos, y que ayer participó más por ser actual portavoz de Geroa Bai que por su recentísimo pasado en el Palacio de Navarra. Javier Otano, dicen, excusó su presencia. Y no hubo rastro ni de Miguel Sanz ni de Yolanda Barcina, ausentes también en la Medalla de Navarra. Otra de las que llegó holgada de tiempo fue Elena Torres, expresidenta del Parlamentoa, acompañada por varios de los actuales parlamentarios socialistas, como Ramón Alzórriz y Nuria Medina. Llegó más o menos a la vez que un tótem del regionalismo: Javier Gómara, con sus 92 años, tampoco se pierde una. Y mucho más joven, y también expresidente del Parlamento y hoy senador, Alberto Catalán.

Eso, por la parte de presidentes tanto del Gobierno como del Parlamento. Pero sobre todo hubo ambiente de parlamentarios de toda la vida. Patxi Zabaleta, que pudo haber sido vicepresidente en 2007, saludaba a diestro y siniestro a la entrada, en la que se encontró con Juan Carlos Longás. “Mira, ¡este se presentó a ser presidente!”, traía al hilo, de risas, mientras le estrechaba la mano al que fue candidato de la moción de censura contra Barcina en 2013. Para entonces, minutos antes de las seis, ya poblaban los corrillos históricos de todas las épocas: Alfonso Bañón, de UCD, fue de los primeros en sentarse. Javier del Castillo, exconsejero y miembro de UPN y luego CDN también andaba por el atrio, como su excompañero de filas José Andrés Burguete -hoy en Navarra Suma- y Carlos Pérez Nievas. No faltó, tampoco, Juan José Lizarbe, una de esas personas que tienen el veneno de la política dentro y no pueden sacárselo. Y Koldo Amezketa. Y Amanda Acedo. Y al margen de autoridades varias -Javier Enériz, Defensor del Pueblo; Asun Olaechea, presidenta de Comptos; José Luis Arasti, delegado del Gobierno-, también asistieron parlamentarios que hasta hace nada estaban en la Cámara: Asun Fernández de Garaialde, ya en la medicina, como Arantxa Izurdiaga. Y Laura Pérez, exsecretaria general de Podemos que sigue haciendo política desde los movimientos sociales.