Bilbao - La política vasca se volcó ayer en homenajear la trayectoria de los lehendakaris en el exilio, José Antonio Aguirre y Jesús María Leizaola. Se cumplían 80 años desde que el primero tuvo que hacer las maletas por el triunfo del golpe de Estado que dio paso a la dictadura franquista, y 40 desde que el segundo regresó a Euskadi una vez consolidada la democracia. Sus figuras suscitan un amplio consenso dentro de la política vasca, y su trayectoria es reivindicada por su decisiva labor a la hora de mantener la continuidad de las instituciones vascas en el exilio, porque fueron una referencia para los refugiados que buscaban amparo o asistencia, y mantuvieron viva la cultura vasca.

En un acto celebrado en un lugar tan simbólico para el autogobierno vasco como la Casa de Juntas de Gernika, y en compañía de los lehendakaris Garaikoetxea, Ardanza, Ibarretxe y López, Iñigo Urkullu hizo varias referencias al gobierno plural de Aguirre, que congregaba a abertzales, comunistas y socialistas; y realizó un llamamiento al acuerdo y al posibilismo, con una apuesta por un “modelo de construcción progresiva del autogobierno vasco”, todos “juntos”.

El llamamiento tiene una lectura en clave interna en pleno debate sobre el nuevo estatus de autogobierno, donde Urkullu apuesta por seguir la senda del nacionalismo gradual del PNV: un texto viable, más allá de un pacto con EH Bildu, que pueda ser defendible en Madrid y que no suponga una estación final en el proceso de autogobierno, sino una estación intermedia.

En el acto estuvieron presentes familiares de los homenajeados, y una amplia representación de la política vasca, con los líderes del PNV (Andoni Ortuzar), EH Bildu (Arnaldo Otegi), Podemos (Lander Martínez) y PSE (Idoia Mendia). Además, este acto fue capaz de unir a todos los lehendakaris, con el socialista López posando junto al jeltzale Ibarretxe, a quien desalojó de Ajuria Enea pactando con el PP; o con Ardanza junto a Garaikoetxea, impulsor de la creación de EA como escisión del PNV y ahora dentro de la coalición EH Bildu.

La imagen tenía morbo y carga política. Pero el PP rompió esta unidad al ausentarse de los homenajes. Según confirmaron fuentes populares, decidieron no acudir por considerarlo un “acto del nacionalismo vasco” dentro de su “mitología”, y no vieron procedente homenajear a dos lehendakaris que “no fueron elegidos por los ciudadanos”. Aguirre fue elegido tras la aprobación del Estatuto de 1936, en pleno estallido de la Guerra Civil. De ese Estatuto emanó el primer Gobierno vasco, y Aguirre fue elegido en una votación entre los concejales de Araba, Gipuzkoa y Bizkaia, donde cada uno representaba tantos votos como había logrado en las elecciones municipales. Tras su muerte en el exilio, lo sucedió Leizaola. Era evidente que, en medio de una dictadura, no podía ser votado.

Urkullu puso en valor el gobierno plural de Aguirre, y los 43 años de exilio de Leizaola. “Aguirre y Leizaola mantuvieron vivo el Gobierno vasco en los momentos más difíciles. A pesar de estar en el exilio, el Gobierno vasco continuó atendiendo las necesidades de los ciudadanos”, dijo, en alusión a los refugiados o la continuidad del euskera. Urkullu elogió la actitud de ambos: “Su visión y compromiso con el modelo de construcción progresiva del autogobierno vasco fue un acierto cargado de lucidez. Este ha sido y es nuestro modelo para seguir construyendo Euskadi en el día a día, todos y cada uno de los días, juntos”.

Por su parte, Xavier Bindel, nieto de Leizaola, destacó su determinación para impulsar un “Estatuto e imaginar la bandera vasca ondeando de nuevo”. El homenaje acabó con una foto ante el Árbol y con la visita a la exposición fotográfica del instituto Gogora. Mientras, Idoia Mendia elogió sus “gobiernos plurales”, y Arnaldo Otegi recordó que quien ahora está exiliado es Carles Puigdemont.