Edimburgo - El Gobierno escocés redobló ayer su pulso con el Ejecutivo británico al solicitar formalmente la celebración de un nuevo referéndum de independencia, una petición a la que el primer ministro, Boris Johnson, se opone y que eleva la tensión entre Londres y Edimburgo.

La ministra principal de Escocia, la nacionalista Nicola Sturgeon, presentó el documento remitido a Downing Street, en que se detalla la propuesta para convocar un segundo referéndum a finales de 2020, con el argumento de que las elecciones generales del 12 de diciembre otorgan a su ejecutivo un "mandato democrático".

"Escocia dejó muy en claro la semana pasada que no quiere que un Gobierno conservador dirigido por Johnson nos saque de la Unión Europea", declaró y precisó que este será el resultado, dada la mayoría absoluta lograda por los conservadores, si no existe "la oportunidad de considerar la alternativa de independencia".

En los comicios, el Partido Nacionalista Escocés (SNP) logró la mayoría de los apoyos en las circunscripciones escocesas, lo que se tradujo en 48 de los 59 escaños reservados a esta región, mientras los conservadores, que lograron aumentar sus votos en casi todo el país, solo lograron retener 6 de sus 13 diputados en Escocia.

"Pedimos al Gobierno del Reino Unido que negocie y acuerde la transferencia de poderes que pondría fuera de toda duda el derecho del Parlamento escocés a legislar un referéndum sobre la independencia", declaró Sturgeon, que precisó que el brexit ha cambiado las circunstancias en que se votó en 2014.

Escocia celebró entonces un referendo, en que el 55% rechazó la separación -argumento en el que Johnson basa su negativa a negociar una nueva cita con las urnas- pero en 2016, un 62% de escoceses optó por permanecer en la Unión Europea y eso para el SNP supone un cambio de escenario que justifica una nueva votación.

La líder nacionalista ya avanzó que se esperaba la negativa del Gobierno británico, pero matizó que deberá "explicar por qué cree que es aceptable ignorar unas elecciones tras otras en Escocia y anular un mandato democrático más fuerte que el que él (Boris Johnson) reclama para su acuerdo del brexit".

Ante este posicionamiento, destacó que su gabinete considerará "todas las opciones" que estén al alcance, pero recalcó que la negativa a negociar no supondrá "el fin de la cuestión".

Es posible que el Gobierno escocés acuda a los tribunales si Londres persiste en su posicionamiento, aunque Sturgeon descartó concretar más sus planes, aduciendo que son los conservadores quienes perdieron las elecciones en Escocia con la promesa de evitar un referéndum, por lo que deben explicar qué piensan hacer.

Acuerdo indispensable El acuerdo de Londres es imprescindible para poder convocar una consulta vinculante y que cumpla totalmente con la legalidad, como pretende el Ejecutivo escocés, que junto al documento presentó también "el proyecto de ley que le daría efecto".

Los expertos destacan el cambio de narrativa en el discurso del SNP, respecto a los argumentos que utilizó en 2014. Si bien hace cinco años, el ex ministro principal y antecesor de Sturgeon, Alex Salmond, presentó la independencia como una elección que constituiría pocas alteraciones, al menos en el terreno financiero, ya que se seguiría usando la libra esterlina como moneda, la estrategia actual apuesta por un cambio radical.

Las encuestas más recientes revelan un aumento del apoyo a la independencia, que aún estaría por debajo del respaldo a la unidad (entre el 47% y el 49%), pero auguran un incremento del secesionismo si, como se prevé, el Reino Unido abandona la UE y más aún, si lo hace sin acuerdo.

La decisión de Cameron. Johnson ha dejado claro en repetidas ocasiones que no va a caer en la trampa de su predecesor, David Cameron, y que no va a dar su autorización para que se celebre una nueva consulta.

55%

En el referéndum celebrado en 2014, el 55% de los escoceses rechazaron la independencia, frente un 45% que optó por el sí.