pamplona - Casi un año después de haber declarado en el Tribunal Supremo, la secretaria judicial que quedó atrapada el 20-S en el registro de la Conselleria de Economía reconoció ayer en la Audiencia Nacional cómo le ha cambiado la vida, hasta el punto de que tiene que llevar escolta. Montserrat Toro declaró por videoconferencia en el juicio que se sigue en la Audiencia Nacional al mayor Josep Lluís Trapero y otros miembros de la cúpula de los Mossos por su papel durante el referéndum ilegal del 1-O.

Ayer, la expectación por su declaración fue bastante menor que cuando acudió al Supremo, pero lo que fue prácticamente idéntico es el relato de lo que vivió el 20 de septiembre de 2017. Entre ambos relatos sí ha ocurrido algo, porque después del 6 de marzo del año pasado, cuando acudió al Supremo, cambió la vida de la secretaria judicial, sometida a amenazas de muerte “y de otra entidad que no puedo reproducir”, explicó. “Desde entonces llevo escolta”, dijo la letrada, que ya antes de declarar en el Supremo tuvo que tomar precauciones, como le recomendaron los agentes de la policía catalana, y renunciar a las redes sociales, en las que era muy activa.

Durante su declaración recordó que el que ya se conoce como 20-S llegó a la sede de la Consellería con la comisión judicial a las 7.58 horas. Nada más bajar del coche vio “a un señor mayor y a un joven”, que móvil en mano “se acercaban velozmente” para hacerles una foto o un vídeo y pensó: “Si no son ni las ocho, no hemos empezado y ya están aquí”.

Poco a poco fue aumentando el número de concentrados, y la secretaria le trasladó al teniente de la Guardia Civil que formaba parte del equipo del registro que igual era oportuno “pedir ayuda”. Sin embargo, la intendente de los Mossos que acudió a la Consellería, Teresa Laplana, también acusada en esta causa, entendió que no era necesario adoptar medida alguna, porque no se alteraba el orden público.

De todos modos, la testigo reconoció que en ningún momento habló con Laplana y que todo esto se lo trasmitía el responsable policial del operativo, que era quien hablaba con la intendente. Y es que la situación “se ponía muy tensa”, describió la testigo, que vio cómo uno de los concentrados pasaba una bandera por la cara de uno de los guardias civiles que estaban en la puerta y al que llegó a “escupir”.

La testigo ha repetido el relato que ya hizo en el Supremo de todo lo que ocurrió dentro y de las ofertas que se le hicieron para poder salir del edificio. Fuera de él, ha proseguido, “la cosa no iba a mejor: fue a peor”. “El murmullo era mayor, y las frases de animadversión eran más subidas de todo”.

En un momento dado, subió a la azotea, por donde finalmente escapó, e hizo fotos del “mar de gente”. Le pareció “increíble”, porque no había visto nunca eso y comprendió que estaban “perdidos”. “O salimos por los aires o no hay forma”, pensó, y propuso salir con un helicóptero, pero era inviable. Aunque no pudo saber si había mossos para controlar la concentración, la secretaría tenía claro que nada hubieran podido hacer contra la gente que se agolpaba. “No creo que los Mossos pudieran hacer gran cosa” frente a 40.000 manifestantes.