VITORIA. Dialogante pero también vehemente defensor de sus convicciones políticas, el enésimo desencuentro con la actual dirección nacional del PP ha borrado del cartel electoral al todavía presidente del PP de País Vasco, Alfonso Alonso, que no será candidato en las elecciones vascas del 5 abril.

Alonso (Vitoria, 1967) no escondió nunca, tras el congreso extraordinario del PP de 2018, su malestar con lo que entendía una "falta de integración real" en el PP de Pablo Casado, una falta de sintonía que ha terminado de explotar a raíz del pacto de Génova con Ciudadanos para concurrir en coalición a los comicios vascos.

Fue precisamente su primera candidatura a lehendakari en las elecciones vascas de septiembre de 2016 la que provocó su cese al frente del Ministerio de Sanidad en la primera legislatura de Mariano Rajoy (2011-2015), un periodo en el que le tocó hacer retoques en la reforma sanitaria ejecutada por su predecesora, Ana Mato.

Alonso fue reelegido presidente del PP de Euskadi en marzo de 2017, en un contexto de entendimiento con el PNV que tuvo como fruto el acuerdo marco sobre los presupuestos vascos que el Ejecutivo autonómico de coalición con el PSE, sin mayoría, negoció en exclusiva con los populares.

Alonso había asumido un año y medio antes, en 2015, las riendas del PP vasco tras la dimisión de Arantza Quiroga provocadas por las críticas de él y de sus compañeros a su intento de promover un acuerdo sobre convivencia con todos los partidos, incluido EH Bildu.

Entonces fue designado por la Junta Directiva del PP en una rápida decisión que buscaba zanjar la crisis en la formación y que posteriormente ratificó la militancia del PP vasco.

Alonso, de oratoria directa y en ocasiones vehemente, mantuvo una buena relación con el resto de fuerzas durante sus años en el Congreso.

Fue diputado por primera vez en la Cámara baja en el año 2000, y aunque lo dejó unos años mientras fue alcalde de Vitoria, volvió en 2008. En aquella legislatura ocupó el cargo de portavoz adjunto y tras las elecciones de 2011 fue portavoz del grupo popular.

Entonces fue la voz del PP para explicar las políticas más duras del Ejecutivo en plena crisis económica y, pese a la mayoría absoluta de la que disfrutaba su partido, mantuvo buenas relaciones con la oposición.

Desempeñó ese papel hasta que en 2014 sustituyó a Ana Mato al frente del Ministerio de Sanidad, donde tuvo que hacer frente a la crisis de la hepatitis C y logró aprobar un plan estratégico que acalló las protestas de los afectados.

Además, bajo su dirección se dio luz verde a asuntos que llevaban tiempo enquistados como la reforma de la Ley del Aborto, el Plan de la Infancia y el de la lucha contra la trata de mujeres y niñas.

Como otros muchos políticos vascos, Alonso sufrió la amenaza de ETA, en un momento especialmente duro y en un ambiente francamente hostil.

El horror del terrorismo lo conoció desde pequeño, ya que con doce años presenció el asesinato de Jesús Velasco Zuazola, el entonces responsable de la Policía Foral de Álava.

Durante su mandato como alcalde de Vitoria (1999-2007) no dudó en enfrentarse con la palabra al silencio impuesto desde hacía lustros por ETA y la izquierda abertzale.

Pero de su etapa como primer edil también queda el polémico alquiler de unos locales municipales por el que fue juzgado por el Tribunal de Cuentas junto con el resto de su Gobierno municipal, aunque finalmente fue absuelto.

A Alonso el compromiso político le llegó por su abuelo Manuel Aranegui, que fue diputado general de Álava y defendió el Concierto Económico en plena dictadura franquista.

Pero la clave para su implicación en la política fue el asesinato de Gregorio Ordóñez, un referente en el PP vasco, y modelo para jóvenes militantes.

Casado y con cuatro hijos, Alonso es licenciado en Derecho y en Filología Románica y ejerció como abogado antes de entrar en política.