o hay nadie en el mundo mejor preparado y con más resortes para salir de esta crisis que la Unión Europea. En estos días de confinamiento, uno de los productos que se han agotado en los supermercados es la levadura. A muchos de nosotros nos ha entrado un afán de elaborar bizcochos en nuestras cocinas. Un buen bizcocho necesita disponer de una cocina, un horno, utensilios, ingredientes y además, necesita seguir unas instrucciones, más o menos precisas, si bien siempre hay momentos para la improvisación o dar el proceso un toque personal, que determinará el éxito de nuestra aventura.

Hace 70 años que aquel ministro francés y alsaciano llamado Robert Schuman leyó su declaración, inspirado por el visionario Jean Monnet, ofreciendo a Alemania, eterna rival, la creación de una "alta autoridad" que organizara toda la producción del carbón y el acero y poner así fin a décadas de violencia en Europa. Hay que recordarlo. Nunca antes en la historia de nuestro continente habíamos tenido siete décadas consecutivas de paz. Hemos conseguido mucho más que el mantenimiento de la paz. Hemos creado el mayor mercado interior del planeta y la mayor integración política continental basada en los derechos humanos y la cooperación.

En el camino se han creado instituciones comunes, entre ellas el Parlamento Europeo, única institución continental cuyos miembros se eligen por medio de elecciones directas. La Comisión es un ejecutivo, único con poder de iniciativa, pero que no tiene facultades ejecutivas en muchos casos, y en otros muchos sus decisiones deben estar respaldadas por comités formados por representantes de los Estados (la llamada comitología). El Consejo, compuesto por los Estados miembros, en realidad se desdoble en Consejo Europeo y Consejo de Ministros de la UE, dos instituciones diferenciadas. A todo lo anterior, hay que sumar otras instituciones como el Tribunal de Justicia, el Banco Central (si, tenemos moneda única), Banco Europeo de Inversiones, Tribunal de Cuentas, una treintena de agencias, decenas de comisiones de expertos, además de organismos de representación como el Comité Económico y Social y Comité de las Regiones.

Con el cuadro descrito en el párrafo anterior cuesta creer que la UE haya reaccionado rápido a la crisis del coronavirus, pero así ha sido. Quien no me crea puede consultar la web del "coronavirus response", iniciativa que la Comisión Europea creó el 6 de marzo. Por destacar las más importantes, se han destinado 380 millones € para el desarrollo de vacunas, nuevos tratamientos y diagnóstico, 100.000 millones € a fondo SURE, medidas para mitigar riesgos de desempleo, 20.000 millones € para PYMEs o el programa de compras de emergencia frente a la pandemia de 750.000 millones de € o el Fondo de Solidaridad de la UE. En resumen, el importe total movilizado hasta la fecha asciende a unos 3,4 billones de euros, que cubren sectores financiero, económico, empresarial, salud, innovación y social.

Cada vez que surge una crisis se cuestiona el propio futuro de la UE, y es algo que ni entiendo ni comparto. Por supuesto, la UE no es en absoluto perfecta, pero ¿alguien me puede decir con qué mecanismos de apoyo internacional van a contar países como India, Australia, Nigeria, Brasil o México para salir de esta crisis? Ningún otro continente dispone de instituciones comunes, ni presupuesto, ni mecanismos de solidaridad para el desarrollo de regiones menos desarrolladas, ni de sistema jurídico común, capaz de integrar respuestas coordinadas a una situación de emergencia como la que estamos viviendo. En resumen, mientras que en Europa contamos con décadas de experiencia coordinando políticas, en Japón (por ejemplo) están, literalmente, solos ante el peligro para afrontar esta crisis.

Tal y como indica Daniel Innerarity, el sistema europeo es más consensual y cooperativo que antagonista y jerárquico. Llevamos 70 años dotándonos de aprendizaje y know how de cooperación, instituciones, presupuesto y normas comunes. Retomando el inicio de este artículo, disponemos de la infraestructura, ingredientes y una buena receta para poder hacer un excelente bizcocho. Nadie en todo el planeta dispone de algo semejante. Dependerá eso sí de nuestra inteligencia colectiva, no sólo de la política, para que así sea. Lo que si tengo claro es que tenemos todos los resortes necesarios para salir cuanto antes de esta crisis y en parte, gracias a un discurso que se dio en París, hace hoy 70 años.

El autor es Doctor en Derecho Europeo y Director General de Acción Exterior del Gobierno de Navarra