Economista de profesión, licenciado en Ciencias Empresariales, Manu Ayerdi Olaizola (Donostia, 1967) deja la primera línea política por la puerta de atrás. Un cierre doloroso para uno de los pilares fundamentales del Gobierno de la pasada legislatura, y engranaje importante del actual Ejecutivo. En el Gobierno de Barkos compaginó el cargo de vicepresidente económico y el de consejero de Industria. En el de Chivite, hasta ayer fue el consejero de Desarrollo Económico y Empresarial. Una cartera clave, más aún desde que estalló la pandemia. "Hay que tener una mirada a largo plazo para imaginar la Navarra de 2030", dijo en su toma de posesión como consejero en 2019. Había perdido la vicepresidencia, las competencias de Obras Públicas, y debía compartir las de Innovación. Pero se mostró ilusionado por ser un eslabón de experiencia al servicio del nuevo equipo. Tras la explosión de la covid, entrevistado por este periódico el 14 de junio de 2020, Ayerdi puso de relieve un pilar de su pensamiento y acción política. "Es clave que los agentes públicos y privados de Navarra vayamos de la mano ante esta crisis". En aquel momento aún parecía un activo sustancial para contribuir desde su departamento a afrontar el reto de la recuperación frente a la covid. Sin embargo, en ese momento estaba empezando su cuenta atrás en la política. UPN se acababa de querellar por el caso Davalor, que de este modo traspasaba el ámbito político y se adentraba por el terreno judicial, y de ser un asunto hasta cierto punto amortizado, correspondiente a la anterior legislatura, a acabar desgastándole hasta obligar a su marcha. Siete meses después de aquella entrevista, el trago es amargo para un hombre que desde un punto de vista de la imagen, en una dedicación tan vituperada como es la política, no despertaba grandes antipatías, sino más bien un reconocimiento amplio a su talante, tono y preparación. Estilo del que hizo gala ayer mismo al hacer pública su dimisión. Ahora, pendiente de los acontecimientos y del proceder del Supremo, su lucha será por su propia honorabilidad. El factor tiempo, elemento clave en la estrategia económica de Ayerdi, perfilará su balance desde un punto de vista judicial y político. Tendrá que administrar esos tiempos con serenidad y al mismo tiempo como él mismo asumió ayer, con "energía e ilusión".

A Ayerdi se le recordará por esas buenas formas. Y en cuestiones de fondo, los sectores económicos más concernidos o quienes siguen de cerca la política le asociarán a la denominada Estrategia de Especialización Inteligente (s3), o en sus siglas en inglés, Smart Specialization Strategies, un modelo promovido por la Unión Europea donde ha tratado de incardinarse Navarra. El 1 de febrero de 2017, el consejo de Gobierno acordó alinear a la Comunidad Foral con las directrices de desarrollo regional europeo, lo cual suponía un impulso directo a la sostenibilidad y la búsqueda de una mejora de la calidad de vida a partir de seis sectores estratégicos identificados, que conforman los pilares del desarrollo económico en Navarra: Automoción y Mecatrónica, la Cadena Alimentaria, las Energías Renovables, la Salud, el Turismo y las Industrias Creativas y Digitales, con sus correspondientes y respectivas oportunidades para la innovación y la competitividad. Dicha estrategia busca un efecto de tracción sobre la economía navarra, ahora afectada por la dura crisis del coronavirus.

Otro momento dulce para Manu Ayerdi fue la aprobación de la Ley de Ciencia y Tecnología en 2018. Navarra se convertía en el primer territorio del Estado que establecía por ley la consignación de un porcentaje de su presupuesto a la Ciencia, fijando como objetivo que sea del 2% para 2030. Además de apostar por la I+D+I, Ayerdi ha sido un convencido de la internacionalización de las empresas. Las exportaciones navarras alcanzaron en 2019 un incremento interanual del 11,6%, y el saldo comercial alcanzó el segundo mejor dato después de la CAV. En ese camino, Ayerdi pudo ser portador de buenas noticias, aquellas que suscitan consensos o cuando menos una cierta reputación colectiva. Al hasta ayer consejero también se le relacionará con el primer vuelo regular de carácter internacional en el aeropuerto de Noáin-Pamplona, el de la conexión con Frankfurt. O con impulsar en la Ciudad Agroalimentaria de Tudela la sede de la Plataforma Marítimo Multimodal del Puerto de Bilbao. En ese esquema de alianzas y ententes múltiples, Ayerdi entendió la importancia de la digitalización y de las mejoras tecnológicas como factor de mejora de la competitividad, y dotó de la consiguiente financiación pública para ayudar al empresariado más grande o pequeño a materializar dicha modernización. El Polo de Innovación Digital es un ejemplo. Los planes estratégicos se fueron sucediendo en el acumulado de su gestión: para las cooperativas alimentarias, la Economía Circular, Turismo, Energías, Comercio minorista, Trabajo autónomo, Ciencia, Tecnología e Innovación, Emprendimiento, Economía Social, Industrialización o Internacionalización. Ayerdi transmitía pasión y convicción en su tarea, y convicción en sus principios. Ciertamente, lo mínimo exigible a cualquier persona con responsabilidades políticas y económicas de tal calado. Pero al mismo tiempo, bagaje imprescindible en un desempeño con tanta interlocución con agentes económicos y sociales, en materias en gran medida con una dimensión transversal.

Por más que su final pueda llevar a conclusiones precipitadas, Ayerdi fue un componente clave, tanto en el anterior Gobierno como en el actual, para un cambio tranquilo y con vocación duradera. Durante estos últimos meses al ya ex consejero le ha tocado bregar como al resto con los efectos tremendos de la covid. El Plan Reactivar Navarra/Nafarroa Suspertu se nutre también de su filosofía: acciones para hacer frente a las necesidades presentes, pero también con mirada a largo plazo. Por eso, su sucesor Mikel Irujo, desde su propio perfil y su experiencia en Europa, transitará por una senda similar a la que ha dibujado su antecesor.

Desde el punto de vista de la imagen, Manu Ayerdi no despertaba grandes antipatías, sino más bien un reconocimiento amplio

Fue un componente clave, tanto en el anterior Gobierno como en el actual, para un cambio tranquilo y con vocación duradera