Mario Zubiaga valora “la excepcionalidad” de la decisión de Iglesias que descompone en dos pasos: “dejar la vicepresidencia del Gobierno y pasar a liderar una operación política dudosa, y una vez producidos los resultados, abandonar. Sobre todo porque lo normal no es dejar la política, sino que la política te deje”, Zubiaga considera que la dimisión en parte es la expresión del propio perfil de politólogo de Iglesias, que hace “muchas veces un análisis frío y técnico, casi de ciencia política de la situación”. Para este docente universitario, Iglesias sabe que la democratización tiene un momento de “protesta, acción colectiva y ruptura del statu quo, y luego un momento de institucionalización”. Cree que “él ha valorado el efecto que produjo el 15-M, de ruptura con un bipartidismo casi decimonónico”, interpreta Zubiaga, que estima que Iglesias es “consciente de que por su perfil, su talante, su discurso, su forma de vestir, el que valía para la irrupción y poner en solfa todas las estructuras políticas del país y catalizar un malestar social en un momento de crisis económica, no es la persona más adecuada para la gestión y la institucionalización”, Cree que Iglesias en el Gobierno se veía “como un pulpo en un garaje”. Zubiaga subraya el factor de “desgaste personal, “con una familia recién formada, niños pequeños, las dos partes de la pareja trabajando a un nivel político altísimo, y el hecho que tenga un escrache las 24 horas del día en la puerta de su casa de la gente de ultraderecha, sabiendo que les vas a trasladar a tus hijos una situación insufrible”. Este docente universitario añade además una observación del propio Iglesias , a la hora de valorar su aportación al proyecto. “Él utilizó una idea muy acertada que es la de chivo expiatorio. A juicio de Zubiaga, Iglesias era consciente de que en la vicepresidencia del Gobierno no aportaba “nada” o lo que aportaba era “distorsionante”. Piensa que su presencia generaba “ruido, porque creaba una tensión a veces innecesaria, estaba obligado a hacer y decir algunas cosas que producían problemas en la gestión gubernativa, y al mismo tiempo no podía cambiar y traicionar lo que es él y su proyecto, cambiando como mucha otra gente, que se pone la corbata y se olvida de lo que fue o de donde vino”. Así, lideró la candidatura madrileña, “porque si no su partido desaparecía, como casi en todas partes. En Galicia ha desaparecido, en Euskal Herria más o menos se arrastra, en Catalunya es otro partido, no exactamente el mismo, los anticapitalistas se han escindido en Andalucía”... Para Zubiaga, “la única manera de que el proyecto no muriera y continuara era el sacrificio martirial de Iglesias, que “a lo mejor tuvo la ilusión de superar a Más Madrid o al PSOE”. Lejos de aunar a las izquierdas, Zubiaga observa que Iglesias “activó a sus enemigos. Al final, echar al Coletas se convirtió en un elemento aglutinante para toda la derecha”. Zubiaga cree en todo caso que Iglesias no va a dejar como tal la política, que “se hace desde muchos sitios, y él va a elegir el sitio que considere más eficaz para su proyecto”.

En cuanto a los límites de la transformación política, según Zubiaga, Iglesias sabía y así “lo dio “que su presencia en el Gobierno, “tal y como llegó al Ejecutivo además”, que mandar y gobernar no es lo mismo”. No es un inocente que llega diciendo que A España no la va a conocer ni la madre que la parió. Eso lo utilizó Alfonso Guerra como un eslogan, pero el propio Guerra supo a qué tuvo que renunciar para llegar a formar gobierno en el año 82, los sapos que había que tragar para llegar y para después. Desde la OTAN a los pactos autonómicos, y a todo lo que vino más tarde con el PSOE. Iglesias lo sabía perfectamente, y también era consciente del sistema político español, con ese deep state, esas estructuras de poder profundo y oscuro de judicatura, Guardia Civil, Corona, Ibex, medios de comunicación dominantes. Él se sabía una patita del Gobierno, e intentó hacer pedagogía y que el PSOE se apoyase más en las Españas que en la lógica madrileña. Y ese problema lo va a tener el PSOE ahora, sobre hacia dónde tirar. Los barones, como se ha perdido Madrid, van a apostar por perder toda España, volver a la filosofía felipista y a las baronías. Esa presión va a exisitir”. Cree que Sánchez, o “al menos su equipo más cercano” saben que “el propio futuro de Pedro Sánchez está más en gestionar esa coalición inestable de las Españas y apoyarse en el resto del territorio para controlar lo que es un divieso muy gordo, que es el divieso de Madrid. Pero ese dilema lo va a tener el PSOE ahora, está claro”.

“Iglesias intentó hacer pedagogía y que el PSOE se apoyase más en las Españas que en la lógica madrileña”