l Gobierno de Navarra y los municipios directamente afectados por el Pantano de Itoiz van a crear una comisión de trabajo para buscar una fórmula de compensación por los perjuicios que la polémica infraestructura ha creado en la comarca, que sufre importantes problemas de desempleo y despoblación. Es la triste realidad 20 años después de la construcción de una obra polémica y politizada que hoy abastece de agua a buena parte de la comunidad, pero que deja valles inundados y muchas promesas incumplidas en medio del olvido institucional.

La moción aprobada el pasado jueves en el Parlamento no pasa de una expresión de buenas voluntades, pero ha servido para retomar un viejo debate que sigue sin solución pese a la continua demanda de los ayuntamientos de Lónguida, Arce, Oroz-Betelu y Aoiz. Ningún partido se opuso a la propuesta, y esa es una buena base para comenzar a trabajar. Aunque lo haga en términos alejados del planteamiento inicial de los municipios, que no ocultan su malestar por la falta de concreción que el Gobierno de Navarra ha mostrado hasta ahora.

En los últimos meses los cuatro ayuntamientos han mantenido distintas reuniones con los grupos parlamentarios, y con el Ejecutivo foral, a quienes han propuesto una reforma de la Ley de Haciendas Locales que les garantice una compensación estable, permanente y no finalista, ajena a visicitudes políticas en el futuro. Un canon de dos céntimos por metro cúbico de agua que sale del Canal de Navarra -unos dos millones de euros al año- que les permita desarrollar los proyectos que cada municipio considere oportuno y que evite errores del pasado, cuando las compensaciones venían empaquetadas en inversiones no prioritarias.

Es ahí donde surge la discrepancia con el Gobierno, que no acaba de ver con buenos ojos una ayuda directa a través de la ley de financiación local que puede generar agravios con otros municipios con necesidades propias. Y también problemas políticos en un momento en el que UPN ha convertido la carta de capitalidad de Tudela en una bandera política con la que atacar al PSN en la Ribera. Hay consenso, pero falta determinación.

La compensación a las zonas afectadas por el Pantano de Itoiz tiene tanta historia como la propia infraestructura. Era la forma con la que durante años los promotores trataron de convencer a quienes se oponían a un proyecto con gran contestación social en la zona. Y el argumento con el que el Ayuntamiento de Aoiz, el principal núcleo urbano afectado y entonces gobernado por la derecha, apoyó la infraestructura.

Fueron años difíciles. De crispación y de enfrentamiento vecinal, muchas veces familiar, entre quienes defendían y se oponían a la obra. Se prometió la luz y el agua gratis, y se presentaron como gratificación inversiones habituales en cualquier otro lugar, como un nuevo campo de fútbol, una casa de cultura o la reurbanización de las calles. "Si hace falta hacer otra carretera para llevar Gamesa a Aoiz, se hace", proclamaría unos años después Miguel Sanz para mostrar el compromiso de su Gobierno con la comarca.

Pero aquella carretera no se hizo. Gamesa se ha ido y se ha llevado el empleo y las ayudas del Gobierno. El agua y la luz no son gratis, y un reguero de fábricas abandonadas acompaña la llegada del visitante a Aoiz, convertido en punto final del trayecto. La Fundación Itoiz, creada para el desarrollo territorial y el impulso de la actividad económica, se disolvió en 2014 sin completar las inversiones prometidas, y algunas de las instalaciones inauguradas a la sombra del embalse se han convertido en un déficit crónico difícil de soportar. Las promesas y buenas palabras se fueron con el viento el día en el que se completó el llenado. Terminada la obra, todos se olvidaron. Incluso aquellos que tristemente hacen del pantano su principal y casi único legado político.

No es mejor la situación en Lónguida, Oroz Betelu o Arce, reconvertidos en lugares de ocio para el paseo del fin de semana, pero sin nuevas expectativas de vida y empleo en una comarca que ha quedado aislada y que pierde población. Pero que sigue teniendo enormes oportunidades -posiblemente vinculadas también al propio embalse-, y que se merece la mismo interés institucional que otras zonas con mucha mayor atención mediática.

Porque si el Canal de Navarra es eje vertebrador y generador de riqueza, debe serlo también para quienes lo nutren de agua. La financiación que cada año cubre proyectos turísticos deficitarios como Sendaviva o el Circuito de Los Arcos no debería encontrar aquí dificultad presupuestaria. Ni debería existir agravio con unas ayudas no finalistas que están recogidas en el plan de residuos para los municipios con vertedero, y que ya reciben las entidades congozantes por el Polígono de Tiro de Bardenas.

Para bien y para mal, el Pantano de Itoiz es parte de la historia de Navarra. Argumento de agitación política para unos, y el pilar sobre el que construir todo un régimen de poder para otros. El recuerdo de una movilización social no violenta, y de una batalla judicial en la que David hubiera vencido a Goliat si no le hubieran cambiado las reglas en mitad del partido.

El embalse es hoy una realidad. El agua fluye por el canal y sus valles solo reclaman poder mirar al futuro. No volverán a pasear por Iñarbe, Gorriz ni Txintxurrinea. A bañarse en el río Irati, ni a visitar el viejo pueblo de Artozki. Al Gobierno, a los partidos que lo apoyan y a quienes incumplieron sus promesas les corresponde proponer ahora una fórmula de compensación, fija y estable, que garantice el desarrollo de la comarca. Es hora de saldar una deuda histórica.

Si el Canal de Navarra es eje vertebrador y generador de riqueza, debe serlo también para quien lo nutre de agua