Marisa de Simón dejará el liderazgo de IU en Navarra el próximo mes de octubre. "Es momento de dar paso a gente nueva", asume la portavoz de Izquierda-Ezkerra, que apuesta por buscar una confluencia electoral con Podemos y Batzarre, pero "basada en el programa, no en un reparto de puestos". Para De Simón, es fundamental contar con una izquierda fuerte que condicione las políticas del Gobierno de Navarra, algo que a su juicio no se da en esta legislatura. "Este es un Gobierno más escorado hacia el centro derecha", lamenta la portavoz de Izquierda-Ezkerra en el Parlamento, que insiste en que el éxito del Ejecutivo foral pasa por cumplir el acuerdo programático.

¿Cómo valora estos dos primeros años en la legislatura?

-Hay luces y sombras. En el lado positivo están las medidas aprobadas para hacer frente a la pandemia. Pero hay cuestiones que nos dejan un sabor agridulce, en ocasiones amargo. Medidas incluidas en el acuerdo programático que para Izquierda-Ezkerra son importantes, pero que han tenido un avance muy escaso.

¿Le ha decepcionando el Gobierno?

-Este Gobierno ha girado al centro derecha respecto a los cuatro años anteriores. Es una realidad. Pero tampoco me ha sorprendido. Los números están muy justos y el PSN tampoco ha cambiado. Todos y todas sabemos qué es el PSOE y en qué posición está en temas fundamentales, como el empleo, la reforma laboral o algunas cuestiones educativas.

¿Se arrepiente de no haber entrado en el Gobierno de Navarra?

-Apoyamos este Gobierno como hubiéramos apoyado cualquier otro Gobierno alternativo a la derecha. Pero desde el principio vimos que el acuerdo programático era insuficiente. Así que no podemos darle un apoyo incondicional, y menos desde dentro. El tiempo ha demostrado que la decisión fue acertada.

¿Por qué?

-Porque en estas circunstancias, con un acuerdo de mínimos y sin votos determinantes para garantizar la mayoría, necesitamos una autonomía clara. Libertad de acción y de intervención política, tanto para exigir el cumplimiento del acuerdo programático como para defender nuestra posición, por ejemplo, en la defensa de la escuela pública.

¿Y eso no es posible desde dentro del Consejo de Gobierno?

-A la vista está que no. No hay más que ver qué ocurre con el grupo minoritario que está en el Gobierno. No tiene ninguna influencia ni capacidad de decisión. Y nosotros tampoco la hubiéramos tenido, porque no somos la llave como en la pasada legislatura. Así que nuestra capacidad de intervención en el Gobierno iba a ser nula.

Sin embargo, hay una mayoría clara de izquierdas en el Parlamento para condicionar las políticas.

-No comparto esa reflexión. Es verdad que en algunas cuestiones de tipo social hay elementos que nos unen. Pero yo no diría que hay una mayoría de izquierdas clara.

¿No incluye al PSN?

-No, y en algunas cuestiones tampoco a Geroa Bai. En esta legislatura las mayorías son diferentes a las que había en la legislatura anterior, y el PSN en ocasiones también juega a configurar otras mayorías. Eso hace que el Gobierno anterior fuera más de izquierdas que este.

Póngame algún ejemplo.

-Ahí está la gestión de las tarifas del ciclo educativo de 0 a 3 años. La granja de Caparroso, que no se ha sabido o no se ha querido evitar, la apuesta por el TAV o la operación de Audenasa. Pero sobre todo ha faltado valentía para abordar una reforma fiscal, que es ya imprescindible. Todo no puede ser deuda pública.

¿Hay margen para subir impuestos?

-Por supuesto.

¿Dónde?

-En el Impuesto de Sociedades, por ejemplo.

La consejera de Hacienda dice que no se puede subir los impuestos a las empresas que están pidiendo ayudas.

-Es que no pedimos subir impuestos a quien no los puede pagar, sino a los beneficios empresariales, que los sigue habiendo a pesar de la pandemia. El Impuesto de Sociedades ha pasado de aportar el 14%-15% de la recaudación, a menos del 8%. Mientras, las rentas del trabajo aportan mucho más. Es una cuestión de justicia social. El que más tiene, más debe pagar, es simple.

¿Cómo valora la gestión de la pandemia en Navarra?

-Bien. De hecho, posiblemente somos el grupo que más ha cerrado filas con el Departamento de Salud, porque entendemos que en estos momentos las medidas sanitarias son prioritarias. Este es un tema muy serio, y a la gente hay que darle confianza. Ya llegará el momento de evaluar las luces y las sombras.

¿Hay sombras en la gestión?

-Algunas sí, un par de ellas últimamente. El follón que se ha montado con la vacunación a los menores de 60 años, por ejemplo, me parece un auténtico despropósito y un insulto a la ciudadanía. Se le ha confundido muchísimo. Tampoco creo que se haya gestionado bien el final del estado de alarma. Debía haberse alargado al menos tres semanas más.

Eso ya es competencia estatal.

-Sí, pero tampoco creo que el Gobierno de Navarra haya gestionado bien esa transición. Hizo el ridículo presentando una propuesta que luego, como era de esperar, le tumbó el Tribunal Superior de Justicia. No hay que ser juez para saber que sin estado de alarma no cabe toque de queda. Son dos errores de bulto, que además han sido gratuitos.

¿Cómo cree que valoran los ciudadanos la gestión sanitaria?

-Hay un poco todo, como es normal. Pero en general la ciudadanía ha entendido muy bien cuál es la situación. Y ha entendido muy, muy bien que hay una parte muy importante que depende del comportamiento individual de cada uno. Salvo alguna excepción de gente que hace lo que no debe, el comportamiento de la sociedad ha sido ejemplar.

¿Cree que la gestión de la pandemia puede acabar pasando factura Gobierno de Navarra?

-Es posible. Pero creo que aquí ha faltado mucha ética política. Me siento muy decepcionada con Navarra Suma, que está haciendo una oposición muy bronca y muy poco oportuna. No se pude utilizar la pandemia para atacar al Gobierno. Pero si lo hacen así, será porque creen que les viene bien.

¿Esperaba otra cosa de la derecha?

-Realmente sí. La pandemia es una situación excepcional y muy complicada. Hay muchísimas incertidumbres, muchas muertes. Y el comportamiento debería haber sido otro. Se puede criticar, nosotros lo hacemos, pero buscar el conflicto permanente es irresponsable. Han llegado a acusar al Gobierno de tirar vacunas. Yo sería incapaz de hacer algo así.

¿Está justificada la expectativa que han generado los fondos europeos?

-Me parecen una idea estupenda, y una rectificación política de los sectores más neoliberales de la UE, que admiten por fin la necesidad de aumentar la capacidad presupuestaria y recaudatoria de los países. Los fondos europeos son absolutamente necesarios y una gran oportunidad. Pero también ofrecen muchas dudas y muchos muchos temores.

¿Qué es lo que le da miedo?

-De entrada la condicionalidad de los fondos, que no está clara. Un día son las pensiones, otro día la edad de jubilación, otro los peajes... Es poco serio. Y, luego, me preocupa el control de esos fondos, que son públicos. Que reviertan en una mejora de las condiciones de vida de la ciudadanía, y no terminen en manos de determinadas empresas para que engorden sus beneficios.

¿Cree que hay letra pequeña?

-Muy pequeña no es cuando se reconoce públicamente que los fondos van a tener condiciones. Y es evidente que no hay un control público de los sectores estratégicos de la economía. No digo que no tenga que participar la empresa privada, pero con unos compromisos de retorno.

La gestión de los fondos europeos corresponde al Gobierno de España, y ahí sí están Izquierda Unida.

-Pero estamos en minoría. Ocurre como en Navarra, hacemos lo que podemos, pero nuestra influencia es limitada. Por eso nuestra aspiración es ampliar esa izquierda para ganar influencia.

¿Por qué en Madrid sí han entrado en el Gobierno?

-Hubo una consulta interna y se decidió así. Entendimos que el Gobierno de España necesitaba una izquierda que limitara la capacidad del Partido Socialista y, sobre todo, evitara que pudiera pactar con las derechas, porque hubiera sido un desastre para la mayor parte de la ciudadanía.

¿Y han conseguido el objetivo?

-Hay algunos logros importantes, como el ingreso mínimo vital o el aumento del salario mínimo, pero son insuficientes. Creo que ahí está ahora el reto, hacer que se cumpla el acuerdo de Gobierno en cuestiones como el alquiler, las pensiones o la reforma laboral.

¿Le preocupa que, visto el resultado de Madrid, el PSOE pueda girar al centro en la segunda parte de la legislatura por interés electoral?

-No lo sé, pero lo dudo. En el Estado la situación es preocupante, con la derecha crecida. Pero queda mucho tiempo. El panorama está muy abierto todavía. Creo sinceramente que el éxito o el fracaso, tanto del Gobierno de España como del Gobierno de Navarra, está en que cumplan el acuerdo programático. Eso es más importante y va a ser más determinante desde el punto de vista electoral que lo que pueda hacer la derecha. Y nuestro papel va a ser exigir que se cumpla.

¿Sin Pablo Iglesias en el Consejo de Ministros pierden influencia?

-No sé cómo le afectará a Podemos, pero creo que esos mesianismos que han estado tan de moda estos años han pasado a la historia. Lo que sostiene un proyecto político son sus ideas. Nadie es imprescindible. Yo misma voy a dejar la coordinación de Izquierda Unida, y va a funcionar fenomenal.

¿Por qué no repite?

-Por varias razones. Llevo ya muchos años en política y ya dije que solo asumiría el liderazgo durante un periodo. Ahora hace falta renovar y repartir responsabilidades. Yo estoy sola en el Parlamento, y eso supone mucho trabajo.

¿Terminará la legislatura?

-En principio sí. Es un compromiso que tengo con mis compañeros y con la gente. Si en vez de uno fuéramos tres parlamentarios, como esperábamos, hubiera dejado el Parlamento. Pero no es fácil entrar ahora de repente y abarcar todos los temas que se debaten casi a la vez.

¿Qué reto tiene la nueva dirección?

-El que ha tenido siempre Izquierda Unida. Aglutinar fuerzas y establecer sinergías con la calle para contar con una base social y política fuerte que le permita intervenir en las políticas del día a día.

¿Eso pasa por una confluencia con Podemos y Batzarre?

-Yo espero que podamos avanzar con lealtad, con respeto, de forma clara, abierta y limpia. Ahora toca trabajar con seriedad en compartir objetivos, programa y proyecto.

"Fue un acierto no entrar en el Gobierno. Así tenemos libertad de acción para exigir el cumplimiento del acuerdo programático"

"Falta valentía para abordar una reforma fiscal. Es imprescindible y de justicia social. El Gobierno anterior fue más de izquierdas"

"A la derecha le ha faltado mucha ética política. No se puede utilizar una pandemia para atacar al Gobierno. Su actitud ha sido irresponsable"

La entrevista de la portavoz parlamentaria de Izquierda-Ezkerra es la tercera del ciclo Reflexiones en el ecuador de la legislatura, tras las del vicepresidente primero y consejero de Presidencia, Igualdad, Función Pública e Interior, Javier Remírez; y del vicepresidente segundo y consejero de Ordenación del Territorio, Vivienda, Paisaje y Proyectos Estratégicos, José María Aierdi