abló Javier Esparza por la radio (Ser Navarra, entrevistado por Javier Lorente) y fue preguntado por sus impresiones sobre la aprobación del techo de gasto y la negociación de los presupuestos. Se le pide opinión en relación con el previsto incremento de 260 millones. Y dice textualmente que "Lo importante no es cuánto crezca sino cómo se va a gastar el dinero". Se desgañitaba, con toda razón, Miguel Sanz diciendo que la viabilidad política de Navarra sólo será posible si existe previamente viabilidad económica, para que llegue este y diga que no son relevantes ni el endeudamiento -transferir cargas a próximas generaciones- ni la presión fiscal -el equilibrio entre el dinero que dispone el particular y el que acapara la administración-. Tampoco parece saber que un presupuesto, por definición, es una autorización de gasto que hace un parlamento en favor de un gobierno, y por tanto eso de "cómo se va a gastar el dinero" únicamente admite una respuesta: como quieran en las sedes de los departamentos, de conformidad con la normativa, y ya es sabido quiénes gestionan esos departamentos por aplicación del sistema democrático de conformación del ejecutivo. A continuación, en la misma entrevista, Esparza coge carril y se presenta como víctima de una presidenta Chivite que prefiere a los de EH Bildu; dice no saber si se les va a llamar para negociar partidas; y en todo caso avanza que el veredicto político está preconstituído y será el de acordar las cuentas con los abertzales. Hasta ahí llega el líder del primer partido en el Parlamento foral, que no deja de sorprender por su escasez doctrinal y que apenas sabe arrastrar un par de lugares comunes como toda argumentación para cualquier asunto. En materia presupuestaria, Navarra Suma ni está ni se le espera en el debate de hasta dónde hay que elevar el gasto público, cómo conviene a la Comunidad situarse ante un escenario en el que es posible captar deuda de manera ilimitada y a coste prácticamente cero, o simplemente qué cosas hay que dejar de hacer con el dinero, qué cosas hay que empezar a hacer, o qué cosas convendría seguir haciendo. Todo es banalidad y vuelo gallináceo, especialmente preocupante en un asunto, el económico y tributario, que define en sí a las opciones ideológicas.

Está fuera de toda duda que UPN aspira a representar a un grupo muy relevante de electores que básicamente piensan dos cosas. La primera, que confían en un modelo político en el que Navarra constituye una comunidad foral dentro de España, y se puede mantener sin tensiones un equilibrio amigable entre ambas institucionalidades. Lo segundo, que el desarrollo social se ha de basar en valores más tradicionales que transgresores, entre los que se encuentran la adecuada administración de los recursos públicos, una fiscalidad moderada, la limitación del intervencionismo y la aceptación de un marco de libertades para el desempeño de las personas y las familias, especialmente en el área de la educación y los servicios públicos. Con este basamento tan simple se podría construir un proyecto político del tamaño de un castillo, mucho más ahora cuando vivimos en una sociedad cambiante y especialmente retadora. Pero para ello hace falta tener confianza en que es posible liderar y ampliar ese espectro social, y además disponer de cierta capacidad intelectual, por lo menos la de abrir la mente y saber entender que las invocaciones de antes no sirven en el ahora. Lo de Esparza y UPN es todo lo contrario. Es el cansino uso de argumentos que sólo importan a quienes los emplean, y es la ausencia más absoluta de un liderazgo identificable como tal. Pero, lo que es peor, es el convencimiento de que determinado votante les pertenecen, que no tienen otra opción que seguir ahí con ellos, y que al acceso a Palacio dependerá más de las circunstancias generales de la política -una previsible caída de Sánchez y la disolución de las actuales alianzas del PSOE- que de la oportunidad de erigir una aspiración y ampliar con ella la base electoral. Ha comenzado el otoño y ni siquiera hay señales de esa reflexión veraniega que prometió el jefe de UPN sobre la persistencia de Navarra Suma como plataforma electoral, un debate del que él mismo se apeó hablando como si fuera un conducator. Los de Príncipe de Viana -y hay gente apreciable y valiosa en ese perímetro- no volverán a gobernar mientras Esparza y todo lo que representa estén al frente. Cuanto antes se den cuenta, mejor para ellos.

Todo es banalidad y vuelo gallináceo en un asunto,

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