donostia - Todo quedó finalmente en un susto, pero la imagen del boquete abierto en el Hospital Donostia habla por sí sola. El percance ocurrió por la mañana, cuando parte del falso techo del pasillo de la quinta planta del edificio Aranzazu se vino abajo para sorpresa de los sanitarios y profesionales que en ese momento se encontraban trabajando.

Según informaron fuentes del complejo sanitario, ningún paciente sufrió daños personales. Tampoco se registraron heridos entre los familiares ni trabajadores que se encontraban en la zona.

La suerte se alió con quienes ocupaban en ese momento la quinta planta del hospital ya que la caída del techo tuvo lugar sobre un pasillo por el cual no transitaba nadie.

Los técnicos, que investigan las causas del desprendimiento, trabajaban ayer por la tarde para restablecer cuanto antes la normalidad.

En un principio se desveló que fueron evacuadas cuatro de las personas que se encontraban hospitalizadas en la zona más cercana al lugar del siniestro pero finalmente, según informaron desde hospital, se optó por trasladar a todos los pacientes de la planta “por motivos de seguridad”.

“La verdad es que ha sido un buen susto pero afortunadamente no ha habido que lamentar ningún herido”, respiraba aliviado un enfermero consultado por este periódico, que se encontraba en el lugar del suceso.

Los técnicos y profesionales del Hospital Universitario Donostia trabajaron contrarreloj acometiendo las obras necesarias para restablecer el servicio diario. De hecho, ayer por la tarde ya se habían reparado los daños materiales provocados por el desprendimiento y, según informaron desde el hospital, se estaba pintando el techo. “La idea es que las instalaciones se abran a los pacientes mañana (por hoy), y como muy tarde el lunes”, informaron las mismas fuentes. Hasta que no se compruebe fehacientemente que las instalaciones ofrecen garantías al cien por cien, no se abrirá la planta.

Desde el complejo sanitario precisaron que si bien la zona afectada fue cerrada “inmediatamente”, los servicios prestados, tanto médicos como de enfermería, funcionaron con “total normalidad”.