pamplona - Seis años después, el Nafarroa Oinez vuelve a viajar a la Ribera navarra de la mano de Argia Ikastola, que ya acogió esta fiesta del euskera en 1995, 2002 y en 2013, bajo el lema Taupadaz bat egin (unirse en un solo latir). El 20 de octubre del próximo año la ikastola de Tudela tendrá una nueva oportunidad para dar un paso adelante en el proceso de “normalización del euskera en la zona denominada no vascófona, en la que cada vez más personas conocen la lengua y la utilizan cotidianamente”, así como remarcó la presidenta de Argia, Maru Eriz, en una rueda de prensa celebrada ayer en Ikastolen Elkartea.

Eriz estuvo acompañada por la directora del centro de la Ribera, Argiñe Korta, junto a la que presentó tanto el logo como el lema con el que trabajarán: Izan argi! (¡Tenlo claro!). El logo, diseñado por Maite Elias, representa el sol que nace en Argia Ikastola abarcando toda la Ribera. Un sol que, además, apunta hacia el futuro “donde nuestra lengua es la base para el marco educativo hacia el que avanzamos”, según explicó Korta.

Por su parte, Eriz aprovechó la ocasión para rememorar el contexto en el que nació Argia cuando cinco niños y niñas empezaron a recibir clases de euskera en 1984 gracias a un grupo de padres y madres que apostó por un proyecto educativo pionero y de carácter cooperativo en la Ribera. No fue hasta 2006 cuando, tras largas negociaciones, se legalizaron todas las ikastolas en la zona denominada no vascófona, que hasta entonces habían sido alegales.

Actualmente, el centro recibe a alumnado de Tudela, Fontellas, Cintruénigo, Corella, Cascante, Murchante, Villafranca, Cadreita, Arguedas, Castejón, Buñuel, Cortes y Ribaforada, y espera recibir cada vez más estudiantes de todo el sur de Navarra.

altsasu, un oinez ‘redondo’ En lo que respecta al pasado Oinez, celebrado el pasado 21 de octubre, Eneida Carreño e Ibai Iriarte, presidenta y director de Iñigo Aritza, se mostraron “satisfechos con la respuesta dada por los y las euskalzales en Altsasu” y agradecieron a todos los que hicieron posible “un ambiente inmejorable” en el que, una vez más, “euskera y trabajo voluntario fueron de la mano”.

Además del buen tiempo del que se pudo disfrutar, la organización del festejo subrayó la respuesta dada por los y las jóvenes que participaron en la Erronka, o la participación de los mas pequeños y pequeñas en el área preparada para ellos y ellas.

Otro de retos que se impusieron en esta edición fue la de hacer un Nafarroa Oinez inclusivo, tanto en lo que a las actividades como al recorrido respecta, “una nueva forma de hacer” que, en su opinión, “ha venido para quedarse”.

Se vendieron más de 15.000 bocadillos, 4.500 talos y el café se agotó. Además, se reciclaron el 61% de los residuos generados ese día, mientras que en Sanfermines se alcanzó el 75%.

En cuanto al balance económico general, Iriarte explicó que todavía es demasiado pronto para avanzar datos ya que “seguimos pagando facturas”. “En cualquier caso, consideramos que hemos alcanzado buena parte de los objetivos que nos planteamos desde el principio, y que podremos afrontar algunos gastos importantes como renovar el tejado, sistema de ventilación, calefacción, cambio de calderas, garantizar la accesibilidad a la segunda planta, eliminar humedades de las aulas y un sinfín de reformas necesarias en un edificio de casi 40 años”, señaló.

Gracias al auzolan de las familias de las ikastolas navarras y los cerca de 40.000 euskalzales asistentes, el Nafarroa Oinez de Altsasu salió redondo. Pero, como recordó la organización de Iñigo Aritza, biribilak beti ditu ertzak (todos los redondos tienen esquinas). Y en su caso la esquina fue muy honda tras el fallecimiento de Mikel Apaolaza, antiguo alumno de la ikastola alsasuarra, que sufrió un accidente de tráfico la madrugada anterior.

A pesar del amargo comienzo que tuvo el día, “las familias y Altsasu respondieron, una vez más, con valor y fuerza para hacer frente a la celebración con dignidad”. Como dice la canción Aurrera Altsasu, este pueblo de Sakana es capaz de hacer frente al invierno más duro, de sacar lo mejor de lo peor, y de curar la herida con un beso y, en este caso, con el apoyo de todos los que colaboraron en esta fiesta que impulsa el proyecto de la ikastolas.