PAMPLONa - Al arrancar este programa, esos primeros casos tuvieron que ser de abordaje complejo.

-Los primeros que vinieron lo hicieron sin sentencia, incluso sin denuncia. Vinieron de forma voluntaria. Lo hicieron porque ellos mismos se estaban sintiendo mal con ellos mismos por algo que estaban experimentando, por ese impulso sexual que tenían y no sabían cómo controlarlo. El primer caso fue el de un sacerdote que venía con esta demanda. Decía que estaba sufriendo, que necesitaba ayuda, que le orientaran para gestionar todas esas cosas que él estaba experimentando y que sabía que estaba mal pero no podía frenar ese impulso. Son gente que tenía un temor, que estaban a punto de traspasar el límite.

¿Cuáles son las pautas de trabajo?

-Hay cuatro áreas que vamos a trabajar: la parte cognitiva, ideas y creencias; otra meramente conductual (por ejemplo, evitar pasar delante de un colegio); está la parte emocional, lo que da gasolina al resto y, por último, la parte sexual propiamente, qué pasa con ese deseo. Se trabajan interrelacionadamente y en muchos de los casos se observa hay detrás un trauma en la infancia, que hay que trabajarlo. Muchas veces es el origen de la descompensación y, a partir de ahí, podemos corregir todo lo demás. Si no, trabajamos solo en la superficie. Aunque también hay gente que se resiste a abordar ese tema. La violencia intrafamiliar está muy presente en la mayoría de los casos, hay negligencia y abusos en el seno familiar. Pasa tanto en víctimas como en agresores.

No todos fueron víctimas antes.

-Hay muchas personas que sufrieron traumas en su infancia que no desarrollan ningún tipo de anomalía ni de conducta delictiva. Ahora nos aparece un perfil de chavales jóvenes que han tenido una infancia feliz, sin ningún aprendizaje de la frustración. Son intolerantes a ella. Han crecido en el seno de familias bien, sin límites de nada. Para ellos todo es posible y lo que han querido, lo han conseguido. Cuando empiezan a tener relaciones y una chica les dice que no, surgen los problemas. No saben manejar esa frustración, ni ese límite.

Incluso hablamos de menores como agresores sexuales.

-A nivel nacional hay cada vez más gente joven. Tratamos a chavales que suelen ver pornografía en sus bajeras. y el tema de la pornografía es algo para lo que históricamente no estamos preparados. Solo desde hace 10 años tenemos cualquier página porno a un clic del móvil, de la tablet, de la tele. Esto no pasaba antes, cuando cada uno aprendíamos cómo podíamos. Ahora te encuentras estos chavales que con 14 o 15 años te dicen que están cansados y aburridos de la pornografía y que se han pasado a la zoofilia. Cada vez van pasando límites mayores. Luego llegan los bestialismos, bukkakes... Que normalicen eso, es una tragedia. Y algunos de ellos lo prueban aún con el riesgo de contraer enfermedades. - E.C.