El último tramo del viaje de regreso a casa de Álvaro Garriz se convirtió en una aventura nocturna en la que permaneció atrapado desde las 22.20 del martes hasta la 1.15 del miércoles en un tren sin luz ni calefacción parado en el campo. Este joven, natural de Aoiz y residente en Madrid, viajaba desde Badajoz, donde había celebrado la Nochevieja. “Los problemas en el tren son habituales -asegura-. Yo voy con cierta frecuencia a Badajoz y he tenido algún que otro incidente, pero nada como lo del otro día”.

Según explicó Renfe, ya en la estación de Mérida se produjo una primera avería que obligó a cambiar de tren, lo que supuso un retraso de 55 minutos. Una vez en Navalmoral de La Mata se registró un nuevo incidente que impidió que continuase su marcha. “Cuando íbamos a salir de la estación el tren se apagó -recuerda Álvaro-. Hicieron varios intentos y, después de casi una hora, consiguieron que arrancase, pero todos sabíamos que así no íbamos a llegar muy lejos”. Y así fue, pues tras avanzar cinco kilómetros, el tren volvió a detenerse, dejando a los pasajeros atrapados de noche en el campo en un tren sin luz ni calefacción y con la máquina de comida y bebida apagada.

En los vagones, comentó Álvaro, se respiraba crispación, pues a los problemas del tren se sumó la falta de información. “No nos dieron ninguna explicación, nos enterábamos de lo que pasaba por el boca a boca de lo que escuchábamos a los trabajadores”, asegura. Con él viajaban en este tren de media distancia 161 viajeros más, que sufrieron uno más de los habituales fallos de los trenes en esta zona. De hecho, se registraron otras tres averías en los trenes extremeños en los dos primeros días del nuevo año en los que resultaron afectados otros 128 pasajeros más.

Ante la imposibilidad de retomar la marcha, el tren fue remolcado de nuevo a Navalmoral, donde esperaban varios autobuses en los que por fin pudieron viajar a sus destinos. A las 03.40 de la madrugada, y con casi cuatro horas de retraso, llegaron Álvaro y el resto de viajeros que se dirigían a Madrid. “Entraba a trabajar a las ocho, así que solo he dormido dos horas”, lamenta.