Los más de 700 kilómetros de la ruta francesa del Camino de Santiago ofrecen una variedad de paisajes, climas, localidades y experiencias que encandilan a todo aquel que se lanza a esta aventura. Pero, ¿cómo es el camino sin poder ver u oír nada durante el viaje? Gerardo Fernández, un joven sordo y ciego, asegura que “una experiencia increíble”. Este gallego realizó por primera vez el Camino de Santiago en agosto de 2009 pedaleando sobre un copilot, un triciclo tándem. Una vez en la plaza del Obradoiro, Gerardo confesó a Javier Pitillas, policía vigués que le acompañó en el camino, que quería buscar a más personas con problemas físicos para realizar el Camino de Santiago juntos muchos años más.

Y así fue, Gerardo y Javier fundaron DisCamino, una iniciativa que ayer presentaron en el Museo de la Universidad de Navarra, en el marco de la sexta edición del curso Capacitarse para entender la discapacidad, organizado por Tantaka, en el que participan alrededor de 500 alumnos y alumnas. “El objetivo es que cualquier persona con discapacidad pueda disfrutar de la aventura de la peregrinación”, indicó Javier. Durante estos nueve años de andadura, entre él y Gerardo han conseguido que en la actualidad el proyecto cuente con 61 copilotos con discapacidad funcional y 25 pilotos.

Entre ellos se encuentran Ana Soage, David Gil y Javier Fernández, que sufren de parálisis cerebral, y que también ayer participaron en la conferencia. Todos ellos entrenan tres días a la semana para prepararse para el viaje que realizan en un tándem junto a otra persona que les ayuda a conseguir llegar a Santiago, un sueño cumplido por Gerardo y que ahora ha hecho extensible a muchas otras personas con diversidad funcional. “Me siento muy ilusionado con el proyecto. A mí hacer el camino me viene bien porque hago deporte para bajar un poco la tripa”, dijo entre risas en la charla.

campeona de slalom Por su parte, a Ana Soage, cuando fue diagnosticada de parálisis cerebral, su médico le dijo que se iba a quedar prácticamente vegetal y no iba a poder comunicarse. Ella, empeñada en llevarle la contraria, demostró que lo suyo era el deporte y en la actualidad es ocho veces campeona de España de slalom en silla de ruedas y puede comunicarse con otras personas a través de una tablet. “El slalom consiste en realizar pruebas de habilidad en un circuito con la silla de ruedas impulsándose con las puntas de los pies”, explicó Javier Pitillas, que aseguró que Ana, además de en slalom, es una “campeona de la vida”.

Su primera aventura con DisCamino fue en 2015, cuando realizó la Ruta de la Plata que une Sevilla con Santiago. Al año siguiente, completó todas las etapas de la Vuelta a España; en 2017, las de la Vuelta a Andalucía; y el año pasado el Camino de Santiago desde Roncesvalles. “Todas las experiencias han sido buenísimas y gracias al trabajo de todas las personas que nos ayudan”, relató Ana que reconoció que lo mejor de hacer el camino es “la sensación de velocidad que se tiene al ir en el tándem”.

David Gil también fue uno de los peregrinos que viajó el año pasado a Santiago. Además de parálisis cerebral, sufre distrofia muscular y desde hace unos años se alimenta por una sonda gástrica. “El caso de David es más complicado, porque ha tenido que hacer un doble esfuerzo”, explicó Pitillas. En cualquier caso, ha sido uno de los que más ganas y alegría ha puesto en esta aventura. “Siempre intento pedalear deprisa para ir rápido. Me gusta mucho el camino y la bici y disfrutar de ellos con mis amigos”, señala.

“Para mí, lo mejor del Camino de Santiago es conocer sitios diferentes y hacerlo a través del deporte”, confiesa Javier Fernández. Javi, como le gusta que le llamen, es el único de los cuatro que puede hablar, aunque con alguna dificultad, y expuso el viaje que realizó entre Vigo y Santiago: “Fue un viaje bastante duro sobre todo la parte final, pero sin duda mereció mucho la pena. Al llegar a Santiago le pedí matrimonio a la que es mi mujer hoy en día.