pamplona - Con motivo de la Semana Mundial de la Alergia, la doctora María José Goikoetxea Lapresa, especialista en Alergología e Inmunología clínica de la Clínica Universidad de Navarra con dedicación preferencial a las alergias alimentarias, abogó por “no dejarse guiar por las modas alimentarias y confiar en médicos que hagan medicina basada en la evidencia”. En esta línea, recomendó “no dejarse guiar por los test de intolerancias o las habladurías, me ha dicho no sé quién que le sienta bien... Todo no es por la alimentación y puede que se solucione con un buen profesional que haga un consejo adecuado”. Consideró “súper importante” que los restaurantes pudieran tener adrenalina autoinyectable y que se potencie la educación en la restauración para que revisen “cada ingrediente” del plato que están elaborando -incluido el etiquetado- y para evitar, por ejemplo, que se “se retire manualmente el alimento una vez colocado” en el plato, porque “puede ser que tengas un paciente con un umbral alto y que no le pase nada, pero a uno con un umbral bajo puede que tenga una reacción grave por ese jugo que ha quedado”. Y es que, avisó la experta, “para la gran mayoría de alérgenos el tratamiento es la evitación”, pero “si tienes la posibilidad de una reacción muy severa, porque no hayas revisado un etiquetado concreto o porque te hayan dado una información errónea sobre el producto que te han servido, puedes tener una anafilaxia que puede ser potencialmente fatal”.

La Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) reconoce su preocupación por “el aumento en la prevalencia de la alergia alimentaria, del número de alimentos implicados y de la gravedad de las reacciones”. ¿Por qué cada vez somos más alérgicos?

-Hay distintas teorías o hipótesis al respecto, pero es verdad que hay diferencias también geográficas en cuanto a la prevalencia de la alergia y que los países desarrollados tienen más alergia que los países en desarrollo. Dentro de esas posibilidades, la hipótesis más potente suele ser la de la higiene, que vivimos en una sociedad que nuestras defensas no tienen a quién combatir y entonces se inventan enemigos nuevos, como pueden ser las alergias. Y también, en ese sentido, están las alergias alimentarias. Y luego también en los últimos años lo que más se ha visto es que el momento de introducción del alimento es muy importante y así como la forma de actuar de hace una década era la introducción retardada de los alimentos sólidos en los niños, cada vez hay más evidencia de que la introducción temprana de los mismos puede disminuir la aparición posterior de la alergia. Por ello, sin eliminar la lactancia materna, la introducción de alimentos altamente alergénicos (huevo, leche, pescado...), sobre todo en los niños de riesgo, es conveniente hacerla entre los cuatro y seis meses.

¿Cuáles son los niños en riesgo?

-Habitualmente son con antecedentes de alergia y con dermatitis atópica moderada-severa; no una leve.

¿Por qué hay una mayor prevalencia de la alergia en los niños?

-Ahora mismo en el último estudio epidemiológico en nuestro país se ven como dos picos: uno en los niños y luego en el adulto joven, en cuanto a los pacientes que acuden a las consultas de alergología con motivo de alergia alimentaria. Porque los niños debutan con alergia en la introducción de algunos alimentos, como pueden ser el huevo y la leche, que son los principales alimentos frente a los cuales tiene alergia el niño, y luego en el adulto debutan con las frutas, y principalmente suele ser el melocotón.

Dicen que en una alergia alimentaria tienes 15 minutos para evitar un desenlace fatal. ¿Qué hay que hacer?

-El tratamiento de una alergia de gravedad es la adrenalina autoinyectable, que normalmente los pacientes a riesgo la tienen prescrita y la deberían llevar con ellos. Antes, a través de Change.org, había una iniciativa de tener adrenalinas autoinyectables en los restaurantes, que es el sitio como de más riesgo; en casa uno tiene las cosas controladas. El problema es que tenemos una falta de suministro de adrenalinas autoinyectables en España, con lo cual ahora es complicado para el propio paciente conseguir la adrenalina, que todos lo están consiguiendo, pero con ciertas dificultades.

En los restaurantes, colegios, industria alimentaria, meriendas infantiles... ¿Somos lo suficientemente conscientes de este problema?

-Se está avanzando, pero queda todavía. Todavía vienen pacientes diciendo me han dado esto diciendo que no lo tenía y he tenido una reacción, con lo cual sí que lo tenía y luego también tenemos como sociedad un desconocimiento muy profundo a cerca de lo que es una alergia y una intolerancia.

¿Cuál es la diferencia?

-Una alergia es una alteración de las defensas del cuerpo que ven como extraño algo que deben tolerar y, como tal, toda la defensa que está diseñada para combatir un germen se pone activa, que puede llegar a nivel summun de intensidad de reacción, que puede ser fatal. Intolerancia es un término que engloba muchos mecanismos e, incluso mecanismos no identificados, y que también culturalmente se reconoce como todo aquello que nos puede pasar después de tomar un alimento sin estar claramente ligado al alimento. Es decir, ahora hay muchos test diagnósticos no validados científicamente que parece que están ligados a todo tipo de problema de salud que me pase. Y eso no es así. Comemos todos los días, varias veces, y es fácil ligar algo que me pasa a un alimento, porque habitualmente lo estamos consumiendo y eso no quiere decir que el alimento sea el causante de eso que me pasa y muchas veces lo que hay que analizar es lo que me pasa, independientemente de la alimentación, porque estamos como condicionados a que todo lo que nos pasa es por la alimentación que tenemos y eso es un problema bastante serio, porque luego tenemos muchísimas confusiones y muchísimo gasto económico de los pacientes, que hacen test que no tienen ninguna evidencia científica y lo único que hacen es complicarles la vida en muchos casos. Hay intolerancias bien claras, como puede ser a la lactosa, que nos falta un enzima, es decir, una sustancia que destruye el azúcar de la leche y que si tomo leche con ese azúcar voy a tener síntomas. ¿Qué síntomas? Como tengo mucho azúcar en mi tubo digestivo, en el intestino principalmente, ahí viven unas bacterias que se comen ese azúcar y cuando se lo comen lo que hacen es fermentar, echan gas. Con lo cual, si yo tomo mucha leche de esa lo que hago es que se me hincha la tripa, porque tengo mucho gas y, además, hay más líquido y tengo diarrea. Son unos síntomas habitualmente digestivos que pueden ser muy molestos, que a uno pueden limitarle la calidad de vida, pero que realmente no se asemejan a la alergia.

¿Se puede curar una alergia alimentaria? ¿Cuáles son los tratamientos?

-Hoy por hoy, en el caso del huevo y la leche principalmente son alérgenos que habitualmente se suelen superar espontánemente con la edad. Dependiendo de las series a veces son el 50% de los niños y otras series tienen un porcentaje algo mayor y, entonces, a medida que va creciendo el niño se suele resolver. Generalmente para huevo y leche el tratamiento que hacemos para los niños que no lo superan es la inmunoterapia oral con alimentos, que es introducirlo en cantidades crecientes hasta que tolere la cantidad habitual de una ración: un vaso de leche o un huevo frito o en tortilla. También hacemos lo mismo con pescado y luego hay otra serie de tratamientos. Para la alergia al melocotón hay una vacuna sublingual y se están desarrollando otro tipo de vacunas para cacahuete, hay otros ensayos clínicos de pescado y otras cosas.

¿Qué grado de éxito tienen?

-Para adquirir la tolerancia, es decir, para que tome la ración del alimento y evitarle la reacción cuando tiene una ingesta accidental, lo conseguimos en un 95% de los casos. Otra cosa es la superación de la alergia.