El inagotable fondo de armario que ofrecen las aplicaciones virtuales para la compraventa de productos, juguetes, complementos o ropa entre particulares muestra que el hilo no se queda sin puntada. La oferta suele estar a la altura y por encima de la demanda más rebuscada, puesto que en ese mastodóntico comercio de intercambio uno puede toparse con el vestuario más inverosímil, artículos descatalogados o enseres demodé. Conociendo bien el funcionamiento de una aplicación como Wallapop, un navarro de 37 años, J.G.T., se dedicó a ofrecer a través de la plataforma de internet una serie de indumentarias eclesiásticas de lo más peculiares. Seguro que había vislumbrado ahí un nicho de mercado. El hombre, entre el 26 y el 28 de marzo de 2018, procedió a sacar fotografías de tres capas pluviales, una casulla y diversas estolas eclesiásticas doradas. Los puso a la venta a través de la app por 1.300 euros cada capa, a 700 euros la casulla y a 350 euros las estolas, que las dividió en dos lotes. El negocio era redondo en caso de que hubiera tenido compradores antes de que la Guardia Civil detectara su actuación a raíz de que el párroco de Arraiza, en cuya casa parroquial había residido, se percatara de que la sustracción de ese vestuario había sido denunciada por el párroco de Arraiza, en cuya casa parroquial el acusado había residido. El Juzgado de lo Penal 2 de Pamplona ha condenado recientemente al procesado, que tenía un contrato de arrendamiento para habitar en el primer piso de la casa parroquial desde octubre de 2016. Aceptó dos años de prisión por un delito de robo con fuerza en casa habitada y al pago de una indemnización de 360 euros. Evitó ser encarcelado a cambio de no cometer delitos en dos años y pagar la responsabilidad civil.

Pese a habitar en el lugar indicado, el acusado no tenía permiso para acceder a otras dependencias del edificio parroquial. Sin embargo, en un momento indeterminado -dice la sentencia- desde su entrada a la vivienda y hasta finales del mes de marzo de 2018, cogió sin autorización la llave del desván de la casa parroquial, donde se guardaban casullas y estolas antiguas y otros objetos religiosos propios del uso de la parroquia. Al observarlos en una de las zonas comunes de la casa y comprobar que se encontraban en perfecto estado de conservación, el procesado cogió todos los objetos y procedió a guardarlos en su domicilio y en el trastero del mismo. Luego colgó los anuncios en internet para venderlos.

Cuando el párroco tuvo conocimiento de los hechos y de la publicación de los anuncias, lo puso en conocimiento de la Guardia Civil, que procedió a registrar su domicilio, donde se encontró la práctica totalidad de los objetos. Solo faltaban una o dos casullas, que fueron tasadas en 360 euros cada una de ellas. - E.C.