pamplona - El vascoestadounidense Pablo Ibar ya no seguirá “encerrado esperando la muerte” como alguna vez escribió. El cuarto juicio por un triple asesinato cometido en Florida en 1994 libró este miércoles al hispanoestadounidense Pablo Ibar de la pena de muerte a la que se enfrentó durante 16 años, pero lo condenó a cadena perpetua tras ser hallado en enero pasado culpable de ese crimen.

Fue un largo y “duro” proceso para Ibar -sobrino del exboxeador José Manuel Ibar, Urtain-, su familia y su defensa, que terminó en llanto, alegría y abrazos entre todos ellos en una corte abarrotada en Fort Lauderdale, al norte de Miami, después de que el jurado no alcanzará acuerdo unánime sobre la pena de muerte y recomendara la cadena perpetua. “Es la primera vez que hemos salido aquí en algo victorioso”, se felicito el padre del condenado, Cándido Ibar.

“El juicio no salió bien, porque salió culpable, pero por lo menos la sentencia no es pena de muerte”, manifestó con alegría. Ibar, de 47 años, esperó tenso la sentencia, tras ser hallado culpable en enero pasado, y respiró profundo cuando el juez Dennis Bailey leyó la decisión del jurado que escogió la cadena perpetua.

“Esto no es lo que queríamos en el principio, pero esto es al menos vida, y eso es algo que celebrar, algo para estar feliz”, manifestó entre el llanto su esposa, Tanya Ibar, que indicó que se sentía feliz que “nunca” tendrá que regresar de nuevo “al corredor de la muerte” ni llevar a sus dos hijos, de 7 y 12 años, a una prisión de alta seguridad en el norte de Florida. La mujer de Ibar celebró que no van a vivir ya con la “preocupación de que van a ejecutar a mi esposo algún día”.

veredicto emocionante “Estoy muy agradecida con el jurado, en su decisión de tener compasión y piedad por nosotros, estoy muy agradecida”, afirmó a la salida de la sala. “Estamos celebrándolo, pero hay un vacío porque él está en prisión de por vida”, lamentó Joe Nascimento, uno de los abogados de Ibar y quien dijo que presentará de inmediato una moción de cara a un nuevo juicio. Señaló, no obstante, que cree que va a ser denegada, y por ello emprenderán “los pasos de la apelación, que va a durar años”.

Durante la lectura de la sentencia a cargo del juez Bailey una amplia sonrisa de Cándido no se hizo esperar ni tampoco el llanto de Tanya y sus hermana y los abrazos entre toda la familia, que rindió testimonio esta semana para salvarle la vida a Pablo.

Entre tanto, con silencio recibieron el resultado los familiares de las víctimas, Casimir Sucharski, Marie Rogers y Sharon, a las que se acercó el fiscal Chuck Morton, que interrumpió su retiro para volver a juzgar a Ibar y volver a pedir la pena de muerte. El jurado del juicio, en su mayoría mujeres, no logró la unanimidad que se requiere en Florida para la pena de muerte y sentenció a Ibar a pasar en prisión por el resto de su vida.

Joe Nascimento explicó que la Fiscalía ganó al exponer los factores agravantes del crimen, la defensa también ganó al mostrar los atenuantes, que los primeros pesaron sobre los segundos. Sin embargo, hubo “piedad” en el jurado y que cree que “más de uno” salvó la vida de su cliente. “Todos ellos ejercitaron el derecho de decir no a la pena de muerte, esto es algo que todos deberíamos tener en la cabeza”, agregó.

El abogado dijo que aún no sabe a qué prisión será enviado Ibar, quien permanecerá alrededor de una semana en el condado de Broward, donde se asienta Fort Lauderdale. Después será llevado unos tres o cuatro meses al The South Florida Reception Center, en la ciudad de Doral, aledaña a Miami, para después ser recolocado en alguna cárcel estatal.

En ese sentido, el padre de Ibar expuso que el Consulado de España ha solicitado a la Corte Suprema de Florida enviarlo a una prisión cercana a su familia, en el sur del estado. La familia de Ibar agradeció a los españoles el apoyo a Ibar. “Tenemos mucho agradecimientos a la gente de España, sin ellos esto no hubiera sido posible”, comentó Tanya.

Este es el cuarto juicio después de que en 2016, cuando llevaba 16 años en el corredor de la muerte, la Corte Suprema de Florida ordenara repetir el juicio de 2000, en el que había sido condenado a muerte, al considerar que la pruebas fueron débiles y escasas.

Nacido en Fort Lauderdale (Florida) en 1972, de Ibar se sabe que se casó en la cárcel con su novia de la adolescencia, Tanya Quiñones, hace 20 años, que su padre es un puntal para él y que tiene tres hermanos y otros familiares que también le quieren y están con él en las “duras”. En este último juicio también se supo que tiene dos hijos, de 7 y 12 años, que le visitan en la cárcel, y que todo por lo que ha pasado le ha transformado. De familia de deportistas, el joven Pablo se estaba encaminando en la cesta punta, la disciplina deportiva de su padre, Cándido Ibar, pero una lesión acabó con su carrera.

“Yo no merezco ni un día en prisión por este crimen, yo no lo hice”, señaló Ibar en una entrevista concedida hace años cuando estaba en el “corredor de la muerte”, adonde ya no volverá. - D.N.