El final de los años 70, el periodo conocido como Transición, fue un tiempo marcado por las protestas y la represión en las calles. Unos años convulsos que dejaron muchas víctimas como la joven Gladys del Estal, una militante ecologista que murió el 3 de junio de 1979 en Tudela como consecuencia de los disparos de la Guardia Civil en el transcurso de una protesta pacífica antimilitarista y antinuclear. El agente que disparó, José Martínez Salas, fue condenado a 18 meses de cárcel por un delito de imprudencia temeraria con resultado de muerte.

Para mantener viva la memoria de la joven ecologista, desde el colectivo Gladys Gogoan han organizado un acto de recuerdo que se celebrará mañana viernes en el Patio de Gigantes de la calle Descalzos de Pamplona, así como diversos actos en Tudela y Donostia. Gladys Gogoan está constituido por un grupo heterogéneo de personas: amigos de la joven, militantes ecologistas -muchos de ellos testigos de aquellos hechos-, abogados que intervinieron en el proceso judicial, organizaciones sociales, etc.

“Con estos actos se pretende recordar a Gladys del Estal en este 40º aniversario y que sirvan, por un lado, para solicitar un reconocimiento por parte de las máximas autoridades del Estado del daño causado, reconocimiento de la injusticia cometida y reparación de su memoria”, apuntó el colectivo en un comunicado. Asimismo, animó a la ciudadanía “a luchar por los motivos que llevaron a Gladys a Tudela hace cuarenta años: el ecologismo, el ecofeminismo, la lucha antinuclear o la oposición al polígono de tiro”.

el suceso Según recordó el colectivo, la muerte de Gladys se produjo en un contexto de rechazo al polígono de tiro de las Bardenas, en funcionamiento desde 1951, y en un momento en el que el Gobierno central tenía entre manos un proyecto para construir una central nuclear en el soto de Vergara, entre Arguedas y Tudela. Además, meses antes de la muerte de Gladys, la central de Three Mile Island (Harrisburg, EEUU) sufrió un accidente nuclear que activó el movimiento ecologista europeo.

Así, la Asociación para la defensa del Medio Ambiente de la Ribera (ADMAR) y los Comités Antinucleares de Euskadi se pusieron de acuerdo en convocar en el Prado de Tudela un acto conjunto, festivo y pacífico el 3 de junio de 1979. El acto transcurría con normalidad hasta que irrumpieron las fuerzas policiales y, durante una sentada pacífica en la que participaba Gladys del Estal, la Guardia Civil cargó y uno de los agentes golpeó a la joven donostiarra con su arma, que además recibió un balazo en la cabeza. El guardia civil que fue condenado por la muerte de Gladys, José Martínez Salas, fue condecorado posteriormente en dos ocasiones “por su entrega y labor en la Ribera navarra”.

Tras lo ocurrido, el Ayuntamiento de Tudela, junto a otros sesenta Consistorios, exigió la dimisión del ministro del Interior, del gobernador civil y de los mandos responsables, así como el desmantelamiento del polígono y la paralización de todos los planes nucleares. Sin embargo, nada de ello se cumplió, a excepción de la central proyectada para el soto de Vergara, que gracias a las acciones del movimiento ecologista y de personas como Gladys se consiguió paralizar.