tafalla - “Estábamos en la parte de arriba, en las habitaciones de las hijas, viendo cómo crecía el río a una veloclidad muy grande. Veíamos pasar un coche, una rueda de tractor... y de pronto volvemos a mirar y el agua ya había entrado a los jardines”, recordaba ayer Inma Santos, de 51 años (18 en su vivienda de la zona norte de Tafalla). Lo justo les dio tiempo para sacar el coche y “cuatro cosas contadas” de su txoko, en el que tenía un pequeño taller de costura. “Los muebles salieron por la ventana, empezamos a escuchar el agua y piensas que se va a ir la casa con el río. Coges lo más importante, entre comillas, porque no sabes ni qué coger. Nos fuimos a la parte de arriba del pueblo, dejamos el coche ahí y bajamos a controlar”. Inma y su familia volvieron a casa y durmieron allí “porque vimos que bajó el nivel y dejó de llover. Si no de aqui nos largamos... Aquí todo el mundo estaba asustado”, explica.

“Era impensable. Muchas veces lo hemos hablado, y decíamos, ‘si en un momento dado entra la riada, seguro que no nos toca porque somos la última casa y el río aquí no llega. Madre mía, menos mal que no apostamos nada”, dijo. Por último, confesó que “a ratos te da la emoción y a ratos te da por reírte porque ya no sabes ni qué hacer. Pero es lo que hay. Ahora limpiar. Y el año que viene un recuerdo, y tendremos todo nuevo, supongo. Vamos a hacer una limpieza, y si hacía falta pintar... pues ya está”. - M.B.