tafalla - Hace cuatro días Amaia Olcoz y Nacho Sánchez recorrieron los casi mil kilómetros que separan Sevilla de Tafalla. Lo hicieron dejando allí el final de una de las etapas más importante de sus vidas y la ciudad que les ha visto vivir durante los últimos quince años. Este matrimonio llegó a la ciudad navarra el pasado sábado 6 de julio para instalarse aquí. La localidad iba a ser su casa ahora. Ella, natural de Tafalla, y él, de la capital andaluza, llenaron camiones e hicieron las maletas junto a su hijo de quince años para iniciar una nueva vida en el municipio. El lunes, la fuerza del agua tiró abajo su casa, arrasó con lo que encontraba a su paso y disipó la ilusión de una etapa nueva. El matrimonio se había mudado a una casa unifamiliar, ubicada a la altura del número 23 de la avenida de Pamplona, en la entrada norte de Tafalla. “Lo hemos perdido todo. El agua no nos ha dejado nada, no encuentro ni mis objetos personales”, explicó con tristeza Amaia.

El inmueble, cercano al paso del río, apenas ha salvado parte de la estructura de la planta baja y el frontón, intacto, que se ubica en el jardín. El hogar de esta familia estaba rodeado por un muro de piedra que lo separaba de la parte exterior y los recogía en la intimidad. La potencia provocada por la fuerza del río lo echó abajo. “Se ha llevado por delante el muro y la verja que limitaban la casa”, confesó Nacho. Hace dos años que la familia planeaba un cambio de hogar, un tiempo en el que prepararon con detalle y mimo el regreso a la tierra de la tafallesa. “Tan solo llevábamos tres días viviendo en Tafalla. La fuerza del agua nos ha dejado sin casa”, lamenta la mujer.

La catástrofe se llevó por delante hasta lo más pesado. El impulso del agua arrastró el coche del hermano de Amaia que estaba aparcado en el parking de la casa de su hermana. El vehículo recorrió cerca de 200 metros hasta caer al río, donde lo encontraron cerca de las 12 del mediodía, una hora después de llegar al solar donde estaba su casa. Cuando ocurrió todo la familia se encontraba en Pamplona junto a unos amigos de Sevilla. A las 21.00 de la noche la familia se montó en el autobús pero no fue hasta las 2 de la madrugada cuando llegaron a Tafalla, cinco horas después del inicio del viaje.

“Cuando estaba en el autobús solo pensaba en nuestro perro, que él estuviera bien era lo único que me preocupaba en ese momento”, relata Amaia. Al animal lo salvaron los vecinos. Cuando llegaron a la vivienda de Nacho y Amaia, el perro estaba encima del sofá que flotaba sobre el agua del jardín. La rápida acción de los amigos de Amaia y Nacho fue lo que consiguió que el perro de la familia pudiera sobrevivir, ellos se encargaron de entrar en la casa, a pesar de las indicaciones de los bomberos y los policías que les dijeron que no accedieran.

Los cristales de las ventanas se habían roto, dejando salir al mueble por ellas y entrar a la tromba de agua hasta la casa. La estructura del edificio quedó destruida, el agua y el barro calaron en lo poco que ha quedado de ella. La familia no había deshecho las maletas, todo lo que traía seguía en cajas, empaquetado y listo para sacarlo. Pero ayer ya no había cajas, tampoco maletas, el caudal se lo había llevado todo.

“Lo que más me importa ahora es recuperar los objetos que tienen valor sentimental, las demas cosas son eso, tan solo cosas”, confesó Nacho Sánchez, que intentó mantener la positividad a pesar de los daños causados por el desastre. Habla de uno de los peluches de su hijo, un tigre que pese al desastre encontró en el interior de la casa, entre agua y fango pero que, sin embargo, se mantenía practicamente intacto.