Hace apenas unas semanas se celebró en Bilbao el XXII Congreso Nacional de Psiquiatría. Para un profesional de esta especialidad es una de las mejores oportunidades para comprobar cómo la disciplina se adapta a las necesidades de nuestra sociedad. Allí se expusieron los últimos avances en la investigación de las enfermedades mentales, en el desarrollo de nuevos tratamientos y se pudieron actualizar los conocimientos en psiquiatría legal. Además, se habló de transculturalidad, de atención integral, de la aplicación de las nuevas tecnologías o de las nuevas pautas psicológicas como el mindfulness, de los nuevos conocimientos en nutrición, de la recuperación funcional, de la calidad de vida y de la importancia de la implicación de las personas con enfermedad mental en su propia mejoría.

Y también se habló del suicidio (cada año se habla más del suicidio). Por eso no fue casual que en múltiples foros se tratase con determinación y mucha seriedad la necesidad de realizar máximos esfuerzos en la prevención, intentando mejorar la atención clínica, la concienciación global, la relación con los medios de comunicación y la lucha por acabar con su estigmatización.

Compartiendo este mismo interés, la Organización Mundial de la Salud (OMS), en su intención de concienciarnos a todos de la magnitud que tiene el suicidio como problema de salud pública a nivel mundial, propone centrar este año el día mundial de la salud mental en su prevención. Y es que este es un problema que afecta a personas en todos los países y de todas las edades. La propia OMS calcula que unas 800.000 personas pierden la vida por este motivo al año, lo cual supone que casi cada 40 segundos se suicida una persona. Es alarmante saber que ésta es la segunda causa de muerte entre nuestros jóvenes de 15 a 29 años. Pero además hay que tener en cuenta que por cada suicidio hay otras 20 personas más que lo intentaran de forma fallida, siendo ellas las que tienen un mayor riesgo de reincidencia, por lo que es importante prestarles el un apoyo constante. Cada suicidio supone una gran tragedia, tanto para la persona que pierde la vida, como para su familia y amigos, suponiendo un gran impacto en toda la comunidad.

Como ejercicio de prevención la OMS nos propone que, ya que cada 40 segundos se produce un fallecimiento por suicidio, dediquemos el mismo tiempo de nuestra vida para concienciar, informar, pensar sobre el tema u ofrecernos a alguien que esté viviendo un momento difícil.

Yo quiero dedicar 20 de mis segundos para transmitir un mensaje positivo, de prevención, para que cualquier persona que lo esté pasando mal se sienta en condiciones de pedir ayuda sabiendo que no está sola. Y para que tras cada demanda de ayuda haya oídos en las organizaciones sanitarias sabiendo cómo escuchar y atender. Quiero dedicar otros 20 segundos a los medios de comunicación, para orientarles a que presenten relatos esperanzadores, lejos del lenguaje sensacionalista. Por último, ya fuera de tiempo, quisiera dedicar un esfuerzo más en promulgar que los sistemas educativos tengan en cuenta la necesidad de promover programas orientados a que los jóvenes en las escuelas adquieran valores, aptitudes y recursos para enfrentarse a la vida y para identificar el riesgo de suicidio lo antes posible. Ahora traslado la invitación para que, siguiendo las directrices de la OMS, todos invirtamos 40 segundos de nuestro tiempo para actuar en pro de la prevención del suicidio en el Día Mundial de la Salud Mental.El autor es Coordinador del Área de Psiquiatría y de Consultas Externas Clínica Psiquiátrica Padre Menni