pamplona - Las conclusiones del Informe FOESSA sobre Exclusión y Desarrollo Social en Navarra, que se presentaron ayer en la sede de Cáritas, establecen “luces y sombras” en un momento de postcrisis en el que se ha reducido la exclusión social un 9,6% -9.000 personas- respecto a 2013, cifrando este grupo de gente en 103.000, una caída mucho menor comparada con el conjunto del Estado -27,8%- pero normal al partir la Comunidad Foral de cifras de exclusión más moderadas.

Sin embargo, esas “sombras” a las que se refirió Guillermo Fernández Maíllo, miembro del equipo de estudios de Cáritas España y coordinador del informe, que estuvo acompañado en la rueda de prensa por el director de Cáritas Diocesana de Pamplona-Tudela, Ángel Iriarte, son el aumento del número de personas en estado de pobreza severa, en el que vive el 3,4% de la población navarra, un grupo que se ha incrementado un 42% en los últimos cinco años y que ocupa el 37% del total de excluidos respecto al 18% que ocupaba en 2013. En definitiva, el estudio concluye que hay menos personas en exclusión pero tienen muchas más dificultades de salir de ella que hace cinco años a pesar de que Navarra invierta el doble de la media en protección social.

Con especial preocupación hacia ese lado se mira sobre todo a las 14.000 personas que, dentro de la exclusión y la pobreza severa acumulan una gran cantidad de dificultades, por lo que son enmarcados en un grupo que ha crecido un 70% en el último lustro y al que se la ha denominado como “sociedad expulsada”. Aquí, “donde se acumula la exclusión más dura de la sociedad navarra”, las personas que lo forman solo pueden estar “preocupadas en poder sobrevivir en el día a día y a las que probablemente ya no llegan ningún tipo de mecanismos de protección”.

Este último peldaño de la población navarra contrasta con la mejoría de los números en sociedad integrada -que engloba a aquellos que no tienen dificultades para su supervivencia y lleva una vida digna en términos materiales-, que ha mejorado y en la que ha pasado a formar parte el 54,7% de la población, convirtiendo a Navarra en la comunidad con menos desigualdad.

A estos se les puede sumar un 29,3% de población que se encuentra en proceso de integración precaria, lo que sumaría un total del 84% de la población navarra integrada o en vías de hacerlo. Sin embargo, de estos últimos, un total de 94.000 navarros se encuentran “en situación de inseguridad” debido a que “su colchón de resistencia es débil” por lo que si se quedasen sin ingresos pasarían de nuevo a la zona de la exclusión.

Elaborando a partir de los datos generales el perfil de la exclusión en términos de distribución, el modelo del sustentador principal sería un hombre o mujer de 30 a 44 años, trabajador -la mitad-, y de nacionalidad española (el 80% la tienen) y que vive en un municipio de menos de 5.000 habitantes (como el 52% de las personas en riesgo de exclusión).

Sin embargo atendiendo a la incidencia -en la que no se toman datos generales sino por tramos de sexo, edad o condición- el mayor riesgo de exclusión social se encuentra en aquellos hogares donde el sustentador es inmigrante, mujer o menor de 30 años.

la vivienda, primer bloque de riesgo social

Un derecho inaccesible

Según destaca el informe el acceso a una vivienda digna se ha convertido “en un derecho inaccesible para muchas familias”, lo que genera todavía más dificultades en aquellas personas en exclusión social en su lucha por volver a la integración.

La subida del precio de los alquileres y, en general, del precio de la vivienda, ha hecho que casi el 30% del gasto de los navarros vaya a parar a su hogar, ocupando ésta el primer lugar como generador de dificultades en la sociedad.

Indicadores destacados son las dos situaciones de exclusión residencial que existen en este momento: hay un 4,5% de los hogares navarros que son viviendas inseguras, es decir, que tienen la amenaza de marcharse; y un 9,1% que son inadecuadas, lo que significa que sus habitantes se quieren marchar pero no pueden.

La calidad de vida en estos hogares es también insuficiente, como refleja que existen 44.000 viviendas con tenencia en precario, así como 10.000 que se encuentran en condiciones de insalubridad, 7.000 con deficiencias graves que necesitan rehabilitación y cuyas reparaciones no pueden ser asumidas por los propietarios o arrendatarios y un incremento del 35% de hogares que tienen situaciones de hacinamiento, es decir, con al menos tres personas viviendo en un mismo dormitorio.

el empleo, de escasa fortaleza

No garantiza la integración

El empleo se constituye en Navarra como el segundo apartado de riesgo social. Y es que el contar con un salario no parece garantizar la inclusión en la sociedad, ya que a pesar de la reducción progresiva de los niveles de desempleo, la escasa fortaleza y la precariedad de los trabajos hace que “exclusión y trabajo social cada vez sean más compatibles”.

Esto se percibe especialmente en dos indicadores principales: que la exclusión social afecta en mayor medida a las personas con la jornada parcial en Navarra que en el resto de España; y que una de cada dos personas en la Comunidad Foral tengan que combinar sus salarios con los ingresos por protección social para poder vivir.

Otro de los números poco alentadores es que la mitad de los sustentadores principales de las familias en exclusión social están trabajando, una grave cifra que, en términos globales, arroja que el 12,7% de los trabajadores en Navarra está en situación de exclusión social.

Más de la mitad de la ciudadanía navarra opina que el funcionamiento de los servicios públicos para la ayuda en la búsqueda de empleo es poco o nada satisfactorio, mientras en el Estado tiene unas calificaciones mayores.

otros problemas de la exclusión severa

Sin medicamentos y con conflictos

Conforme en la elaboración del informe se ha ido profundizando en el espacio de exclusión severa, se han ido encontrando con otros problemas más allá del empleo y la vivienda que afectan a diversos ámbitos.

En relación a la falta de ingresos, se ha detectado que existen 57.000 personas que por problemas económicos no pueden permitirse comprar medicinas, seguir tratamientos médicos o dietas. Sin embargo, Navarra destaca positivamente por ser una de las comunidades donde el apoyo familiar a las personas con dependencia ayuda en mucha más medida que en el resto del Estado a sacar a la gente con limitaciones en la vida diaria de ese riesgo de exclusión. Sin embargo, no es así en los casos de personas con discapacidad, donde en Navarra se lleva de forma proporcional más gente a la exclusión que en el resto de comunidades.

Otro apartado importante son los conflictos sociales, que han aumentado a lo largo de los últimos cinco años y en mayor medida que en el conjunto. Existen en Navarra 14.000 hogares en los que alguien ha recibido o recibe malos tratos físicos o psicológicos en los últimos diez años; 4.000 en los que los miembros del hogar tienen relaciones malas entre ellos en este periodo; y 6.000 en los que hay personas que tienen o han tenido problemas con al alcohol, las drogas o el juego también en esta última década.