pamplona - Jorge Ignacio Palma Jacome, colombiano de 38 años y vecino de Gandía (Valencia), el hombre que ha confesado haber descuartizado a la valenciana Marta Calvo, de 25 años, que llevaba desaparecida desde el 7 de noviembre y su cuerpo no ha aparecido aún, fue condenado en junio de 2018 en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Navarra a tres años y tres meses de prisión por tráfico de cocaína. Por estos hechos en Pamplona estuvo ingresado en prisión entre octubre de 2016 y agosto de 2017. La condena, junto a una banda que componían otros siete acusados, que formaban parte de una red que suministraba cocaína desde Valencia a Pamplona o que la distribuía por la propia Comunidad Foral, está recurrida en el Tribunal Supremo. En la sentencia dictada por la Audiencia navarra se contemplaba que fuera expulsado de España durante cinco años cuando cumpliera un tercio de la pena y que se le condenara igualmente a 46.549 euros.

La Policía Foral localizó a Jorge Ignacio Palma en octubre de 2016 cuando estaban siguiendo la pista a un narcotraficante colombiano domiciliado en la capital navarra, que fue condenado en la misma causa a cuatro años de cárcel. El distribuidor de la droga en Navarra recibía sustancias estupefacientes de Madrid y de Valencia. Por ello, Palma acudió desde su residencia en Gandía y en compañía de otros dos colaboradores a Pamplona en coche para entregar un cargamento. Fue entonces, una vez que se encontraban en el interior del domicilio del barrio de Etxabakoitz, cuando la Policía Foral irrumpió en el piso, con autorización judicial para efectuar un registro, y encontró a Palma con sus compinches. En el curso de dicho operativo se encontró un paquete que contenía 298,94 gramos de cocaína que podía haber alcanzado en el mercado un precio de 15.516 euros.

hallazgo en etxabakoitz Como consecuencia de la operación también se descubrió en un bolso un paquete de 350 gramos de cocaína, envuelto en una sustancia con olor a café para evitar a los perros policía. En otra habitación los agentes de la Policía Foral intervinieron una bolsa con 157 gramos de cocaína, además de otras cantidades menores para el menudeo, como una bolsita con 21 gramos, nueve conteniendo porciones de once gramos, y tres bolsas con casi 300 gramos de sustancias de corte como fenacetina, lidocaína, manitol y cafeína. Durante el registro también se localizaron 3.000 euros en billetes pequeños de procedencia sin justificar, dos gatos hidráulicos para prensar droga, una batidora con restos de sustancia blanca y una báscula de precisión en funcionamiento, evidencias que probaban ante la comisión judicial el delito de tráfico de drogas. Aquellas actuaciones policiales estuvieron coordinadas por el Juzgado de Instrucción número 3 de Pamplona y en las mismas participaron agentes de la Policía Foral adscritos a las divisiones de Policía Judicial (Grupo de Delitos contra la Salud), Información y Seguridad Ciudadana (Prevención, guías caninos y Grupo Especial de Intervenciones).

DIJO EN EL JUICIO QUE LA DROGA ERA SUYA Durante el juicio quedó probado que Palma fue la primera persona del grupo de suministradores de Valencia que contactó con el narcotraficante de Etxabakoitz. Admitió entonces que la droga aprehendida en el domicilio “era suya”, pero además de ello los mensajes de móvil y el resto de comunicaciones que entabló con el vecino de Pamplona evidenciaban su participación en los hechos. En la vista, la letrada navarra que defendió a Palma trató de que se le estimara una atenuante de toxicomanía, con lo que hubiera conseguido que se le rebajara la condena al acusado. Aportó para ello un documento de un centro de tratamiento de adicciones de Valencia, pero la Sala no lo tuvo en cuenta ya que no acreditaba que tuviera afectación alguna de las facultades en el momento de los hechos. Refería por entonces que inició el tratamiento en agosto de 2017 y acudía con determinación a rehabilitarse.