La comunidad china dejó ayer atrás el año y se embarcó en uno nuevo que comienza con un hándicap del que no parece que vaya a deshacerse fácilmente: el coronavirus. Esta nueva enfermedad, que se ha cobrado la vida de 25 personas y ha infectado a al menos 830 en el país asiático, según informó ayer la Comisión Nacional de Sanidad, ha cobrado ya una dimensión internacional. Sin embargo, la población china de la Comunidad Foral, representada por la nueva Asociación Chinos de Navarra, asegura mantener la calma ante este estado de alerta por la tranquilidad que les aporta estar a miles de kilómetros del origen del virus -aunque cada vez esté más cerca tras confirmarse ayer por la noche los dos primeros casos de Europa en Francia-. Además, Maite (Aiwei Huang) y Mónica (Huichi Yu), vicepresidenta de dicha Asociación y responsable del aula Confucio de la Universidad Pública de Navarra (UPNA), respectivamente, apuntaron que la mayoría de los cerca de 2.000 chinos que residen actualmente en la Comunidad Foral proceden de la región de Zhejiang -al sudeste del país asiático- que se encuentra a unos 700 kilómetros del epicentro del brote en Wuhan. A pesar de haberse confirmado 27 casos de personas infectadas en Zhejiang, los familiares de los miembros de la Asociación que se encuentran en China apuntan que, a pesar de lo “vistoso” de las medidas de seguridad, que recomiendan llevar máscaras, no ha cundido el pánico, sino que “la gente está manteniendo la calma y el sentimiento común es que el Gobierno chino está tomando todas las medidas necesarias para garantizar la seguridad fuera y dentro de sus fronteras en el menor tiempo posible. Hay que tener en cuenta que China tiene muchísimos habitantes -1,386 miles de millones de personas según el censo de 2017- y ese es el mayor problema: poder garantizar la seguridad de todas las ciudades en el menor tiempo posible”, valoró Mónica.

Fue a las puertas del Año Nuevo Chino (25 de enero) cuando el brote de coronavirus comenzó a coger carrerilla, época en la que se produce la mayor migración humana del planeta, tanto de forma nacional como internacional, cuando millones de ciudadanos chinos viajan para reencontrarse con sus familias. “A pesar de que toda mi familia viva en Pamplona, este año mi madre ha decidido pasar las fiestas en China junto a sus hermanos. Tiene el vuelo de vuelta a Navarra programado para el 13 de febrero y, aunque de momento parece no haber problema, no sabemos si podrá volver en el tiempo previsto. Ese es nuestro mayor miedo, que cancelen los vuelos, pero al menos ella está muy tranquila”, explicó por su parte Maite. La vicepresidenta de la Asociación Chinos de Navarra, que lleva desde 1996 en la Comunidad Foral y ya se considera toda una pamplonica, admitió estar muy desconectada de su país natal, por lo que no conoce la situación que impera allá: “Hace un par de días llamé a mi madre para preguntarle por las medidas de seguridad. Mi primer pensamiento fue el coste y el tiempo que supone hacer mascarillas para todos los habitantes de china, así que le dije que le enviaría unas cuantas desde aquí, pero no hizo falta. Me tranquilizó al decirme que está bajo control, que todo el mundo lleva la cara tapada por precaución, pero que todo está bien”, añadió Maite.

año nuevo chino

Una tradición milenaria

Descanso y familia

La fiesta del Año Nuevo Chino, que comienza el primer día del primer mes lunar y termina el día quince, es la festividad tradicional más importante del calendario chino. Esta es una ocasión para celebrar en familia “y una buena excusa para volver a casa”, explicó Mónica, que también señaló la celebración como una oportunidad para “hacer un parón, descansar, pensar en el año que ha terminado y planificar el año que entra. Es el fin y el principio”, apuntó.

Como toda buena fiesta, especialmente si es familiar, el Año Nuevo también se celebra al rededor de una mesa: “Lo más importante es reunirse y disfrutar de la comida. Las familias suelen estar 10 días preparándola”, aseguró entre risas Maite. La vicepresidenta de la Asociación explicó que en China no existe un menú cerrado para esta celebración, pero sí que se apuesta por los platos más tradicionales de su gastronomía que, en el sur, sería una especie de dulce, similar al turrón occidental, y, en el norte, entre otras cosas, las empanadillas chinas “que significan felicidad, suerte y salud”. “La clave de los platos festivos siempre es que todo sea artesanal”, añadió Maite. Por su parte, Mónica celebró ayer el Año Nuevo Chino con una cena, que ya se ha convertido en una tradición, con sus alumnos del Aula Confucio que están estudiando mandarín.