¿Todo bien?”, me escribió ayer un amigo a los pocos minutos de conocerse el accidental mortal en la N-121 en Bera. Sabe que utilizo todos los días ese tramo de la carretera y me lo imagino preocupado. La N-121 se ha convertido en una especie de lotería macabra. Hoy te puede tocar a ti, mañana me puede tocar a mí. Cuatro muertos en los últimos 46 días, 33 desde 2010. El incremento de tráfico es más que evidente y la peligrosidad aumenta cada día que pasa. A más vehículos, más posibilidades de sufrir un accidente. Hace una semana se produjo otro siniestro a apenas 400 metros de distancia del fatal accidente de ayer.

No hay una sola razón que explique por qué empieza a darnos pavor circular por la N-121. Son varias que se cruzan entre sí. Pese a las reformas que se acometieron a principios de este siglo, es una carretera revirada a más no poder, con pocas zonas para realizar adelantamientos y en la que los límites de velocidad se rebasan constantemente. Coches y camiones conducimos por encima de lo que dicta la prudencia y las normas. Si a eso se suma que el trazado de la carretera se ha quedado desfasado en amplios tramos, el resultado es un índice de siniestralidad que deja en nada al que se registraba a finales del siglo XX, cuando la N-121 estaba sin desdoblar.

Urge tomar decisiones y no poner parches. De nada valdrá hacer retoques cosméticos en la N-121 si se sigue incrementando el tráfico de camiones que realizan rutas internacionales. Hace tiempo que las empresas de transportes que viajan del sur de España al centro y norte de Europa decidieron que les salía más a cuenta atravesar la N-121 que circular por la A-15. La implantación de peajes para camiones en la N-I en Gipuzkoa no ha hecho más que incrementar el flujo de vehículos pesados que usan esta vía. Es más barato y más rápido. Así de simple. Pero una cosa es que las empresas busquen el mínimo coste y la máxima rentabilidad, y otra que nos hagan comulgar con ruedas de molino. Hace quince días, Toni Monzó, coordinador de la Asociación de Transportistas de Navarra (Tradisna), aseguró en una rueda de prensa que para los camiones es más seguro circular por la N-121 que por la A-15. Le aseguro que para un coche no. Que se sepa, la autovía tiene dos carriles en cada sentido, y la N-121, salvo algunos tramos, uno en cada sentido. En la N-121 llevamos 33 muertos en los últimos nueve años en el tramo navarro; en la A-15, uno desde 2017. Deduzco que Monzó hace tiempo que no circula por la N-121. De Belate a Pamplona, y viceversa, se circula en caravana.

Ingenuos de nosotros, hace 25 años, cuando se inauguró la autovía de Leitzaran, pensamos que sobre todo era para que circulara el tráfico pesado. El tiempo nos ha demostrado que no. Como también nos ha enseñado que la reforma que se realizó de la N-121 se ha quedado obsoleta. Tantos años reclamando, casi mendigando, que se construyera una carretera en condiciones desde Pamplona a Behobia y resulta que seguimos en las mismas. Desconozco si la solución es el proyecto 2+1 o convertir la N-121 en una autovía, solo sé que en otras zonas de Navarra disfrutan de vías de doble carril e incluso autovías que se han construido hace dos telediarios y que, curiosamente, soportan muchísimo menos tráfico que la N-121. Alguna de esas autovías, de hecho, la vamos a pagar por los siglos de los siglos.