pamplona - Después de más de media vida ayudando a los emigrantes españoles en Alemania, José Antonio Arzoz Martínez disfruta de su jubilación en Acedo, el pueblo navarro que le vio nacer hace 76 años. Describe el trabajo que ha desarrollado como “muy bonito, humano y alentador. Para mí tiene mucho sentido y sigue siendo muy importante porque la inmigración es algo que va en aumento”, explica el sacerdote diocesano, que hoy en día colabora con una ONG que trabaja con los refugiados.

En septiembre de 1976 fue ordenado sacerdote y marchó a Alemania como capellán de inmigrantes, y desde 1990 ocupó el puesto de delegado nacional de las Misiones Católicas de lengua española en Alemania, donde estuvo 25 años. “Mi trabajo ha consistido en atender a las personas para que su vida mejorase, y dentro de esto ha sido acoger, acompañar y ayudar a que se integrasen, que era algo clave. Lo he hecho desde un punto de vista cristiano y como un compromiso sacerdotal, pastoral y sobre todo social y cultural”, relata.

Por esa dedicación con las personas más desfavorecidas, Arzoz ha recibido varios reconocimientos a lo largo de su trayectoria, entre los que destaca la entrega de la Cruz Carlos III el Noble por parte del Gobierno de Navarra en 2015, el título honorífico de Monseñor por parte del Papa Benedicto XVI en 2010 y el nombramiento de Embajador de la Tolerancia por el Gobierno alemán en 2006.

También realzan su figura muchas de las personas que han compartido tiempo con él, como es el caso de José Mateos. “Me alegra que recuerde que en su día necesitaba una ayuda especial y que le eché una mano, para mí con toda la naturalidad y normalidad del mundo, de cara a sentirse acogido, porque mi compromiso era ese con la inmigración”, señala el sacerdote, que se siente “muy halagado” con las respuestas de las personas a las que ayudó “a valerse por sí mismas” en un país nuevo para ellas.

Al hacer un balance de su trayectoria, el sacerdote navarro admite que “ha merecido la pena todo el esfuerzo, la entrega y la dedicación sin condiciones”, porque ayudar a quienes lo necesitan es, para él, “una labor irrenunciable para los que creemos en la persona y en su dignidad”.