las ocho de la tarde la Residencia de ancianos San Jerónimo de Estella puso el volumen a tope para salir a los balcones y aplaudir al ritmo de la canción del Dúo Dinámico Resistiré. Porque desde ayer, a los 62 ancianos residentes se han sumado 15 trabajadores que hicieron las maletas, se despidieron de sus familias y se marcharon a vivir a la residencia con el fin oponer resistencia al virus y que nadie del edificio tenga contacto con el exterior para evitar posibles contagios.

Una iniciativa pionera en Navarra que tiene fecha de inicio pero que no saben cuándo terminará. La idea surgió de las propias trabajadoras, que el viernes tomaron la decisión junto al director, David Cabrero, y ayer fue el primer día de confinamiento en la Residencia San Jerónimo. "El objetivo es que el coronavirus no entre en el centro y tenemos intención de quedarnos aquí mientras el pico no baje. Leíamos con preocupación las noticias de otras residencias ya no sólo de Madrid, sino de otros lugares de Navarra, en las que el virus había entrado y empezaba a causar estragos. Teníamos que hacer algo antes de que fuera tarde. Y, por otra parte, los propios abuelos nos decían: Nosotros no nos movemos de aquí, pero ¿vosotros no nos traeréis el virus?", relata con el corazón en un puño el director, David Cabrero.

Así que esas palabras resonaron en el cabeza de los trabajadores y el viernes decidieron dar un paso al frente una vez que todos comprobaron que no tenían ningún síntoma que les indicara que podían estar incubando el COVID-19 "Se nos quedaba sentimiento de culpabilidad por la sensación de que simplemente por ir a trabajar podíamos estar llevando el coronavirus a la residencia. Aunque la decisión no es fácil, pensábamos que era lo que teníamos que hacer. Era una responsabilidad por nuestro trabajo".

Un bonito gesto que pronto fue aplaudido primero por los ancianos de la residencia, que se sienten más protegidos, y después por las familias, que ya han hecho llegar los mensajes de agradecimiento por la iniciativa. "Los ancianos no pueden recibir visitas, pero enseguida los familiares nos felicitaron por la iniciativa y se mostraron agradecidos. Para ellos también es difícil lo que están viendo en otras residencias. Es algo que asusta. Como las visitas no están permitidas, muchos días vienen a saludarles a través de la verja. Y para paliar la ausencia de los suyos, lo que hacemos es echar mano de muchas videollamadas, porque es la manera de que los ancianos estén en contacto con su familia. Son muy emotivas y a veces es difícil no emocionarte con lo que se dicen".

En su primer día de confinamiento, los ánimos estaban por las nubes. Allí se juntaron las ocho auxiliares de enfermería, las dos enfermeras, las dos encargadas de la limpieza, el chico de mantenimiento, la encargada del centro y el director, que a su vez es terapeuta ocupacional. "Todavía tengo la maleta en el coche. Vamos a ver cómo llevamos todo esto, porque psicológicamente también hay que desconectar. La idea es realizar el turno de trabajo y, cuando los residentes vayan a dormir por la noche, tener tiempo y espacio para cada uno, para liberar el estrés del trabajo", organiza el director.

En la tarde de ayer algunas trabajadoras habían terminado su turno y estaban jugando al parchís y a las cartas con los residentes. Sólo habían pasado unas horas desde que los trabajadores habían salido de casa, pero todos saben que lo más difícil será llevar la separación de las familias. Mariaje Mariezcurrena es una de las personas que se ocupa habitualmente de la limpieza. Es de Lezáun, donde ayer por la mañana se despidió de su marido y de sus dos hijos de 26 y 23 años, Aitor y Ainara. "Mis hijos ya son mayores y tanto ellos como mi marido me han apoyado en todo momento cuando les propuse la idea. Les pareció genial. Eso sí, les he dejado comida para unos cuantos días". Está convencida de la iniciativa. "Yo veía en casa la noticia de que en una residencia de Madrid se habían muerto 19 ancianos de golpe y me asusté sólo con pensar que algo así nos podía pasar a nosotros. Aquí somos como una gran familia, nos conocemos todos y coges mucho cariño a los ancianos. No me quiero imaginar que aquí pueda pasar algo así. O por lo menos tener la tranquilidad de que hemos puesto todos los medios a nuestro alcance para que eso no ocurra".

El propio director escribió en las redes sociales que sería "duro estar fuera de casa el tiempo que dure esto, triste al pensar cómo estarán en casa, pero orgulloso de pertenecer a este equipo, que deja todo por cuidar de la mejor manera posible". El aplauso de hoy también va por ellos.

"Se nos quedaba sentimiento de culpabilidad por si el virus lo traíamos nosotros"

Director de la Residencia San Jerónimo

"Mis hijos y mi marido me apoyaron desde el principio porque les parece buena iniciativa"

Trabajadora de la Residencia