- Durante el confinamiento son muchos los que aprovechan las horas para probar recetas nuevas, limpiar a fondo los baños u ordenar el cajón desastre en el que no sabes qué te vas a encontrar. Este es el caso de Sara Igoa, profesora jubilada de 71 años, que, mientras ordenaba los armarios de su casa en Etxarri-Aranatz, sufrió una caída y en consecuencia se aplastó una vértebra causándole fuertes dolores. Para paliar su malestar, Igoa comenzó a tomar calmantes que después descubriría que le estaban encubriendo la fiebre que empezó a presentar. "Luego me di cuenta de que tenía todo el cuadro clínico, tenía tos y, sobre todo, estaba muy fatigada, pero como no supe que tenía fiebre -que es uno de los síntomas principales del coronavirus- pensé que no sería nada", cuenta.

En una visita al centro de salud de la localidad de Sakana, la enfermera le comentó que se tomara la temperatura con horas de distancia a cuando fuera a tomar el paracetamol que le habían recetado. Al ver que efectivamente la temperatura subía de los 37-38 grados, Igoa fue derivada a la Clínica San Miguel de Pamplona donde le hicieron una placa del pecho que confirmó que padecía una neumonía derivada del COVID-19. "Fui con la intención de volver a casa en el mismo día, pero tuvieron que ingresarme el 3 de abril porque la verdad que ya estaba mal, peor de lo que yo era consciente", explica. Lejos de sentir miedo al dar positivo, Igoa asegura haberse sentido aliviada al saber que no tendría que volver a Etxarri-Aranatz "porque no tenía fuerzas para nada y sabía que allá iban a cuidar bien de mí".

Tras 14 días de ingreso, además de una semana larga presentando los síntomas en su casa sin saberlo, Igoa fue dada de alta el pasado 16 de abril entre los aplausos de otros pacientes y de los propios sanitarios de la Clínica. "Fue realmente bonito. Aunque yo les preguntaba el nombre a todas las chicas que me atendían no me quedé con sus caras por las mascarillas y demás, pero todos se vieron muy contentos de darme el alta y fue muy emotivo, estoy muy agradecida por cómo me han cuidado a pesar de todo lo que están sacrificando. En una ocasión escuché hablar a dos chicas de lo agotadas que estaban, que después de turnos de 12 horas iban a casa y apenas podían tocar a sus hijos. El hijo de una de ellas le debió preguntar a su madre si estaba enfadada con él, que si era por eso que no pasaban tiempo juntos", narra la vecina de Etxarri-Aranatz que asegura que el trabajo de los sanitarios está siendo "impecable".

"Cuando di positivo no tuve miedo porque sabía que los sanitarios cuidarían bien de mí"

Profesora jubilada