o más difícil de esta experiencia fue el arranque, el comienzo del despliegue ante una situación no vivida previamente y que no teníamos la certeza de hasta dónde iba a llegar y una enfermedad además -COVID-19-, donde hay tantas incertidumbres sobre el tratamiento más adecuado para estos pacientes... En medicina estamos acostumbrados a trabajar con la incertidumbre, pero hasta esos extremos realmente se hace muy complicado. Se podía pensar inicialmente que surgirían problemas al trabajar multidisciplinarmente distintas especialidades y, sin embargo, la experiencia ha sido enriquecedora. No ha habido problemas significativos en este sentido, sino todo lo contrario. Lo difícil era intentar adelantarte a los acontecimientos y difícil va a ser ahora la recomposición. El poner el hospital patas arriba ha sido complejo, pero el recomponerlo en esta otra situación intuyo que también va a ser difícil, porque se supone que tenemos que intentar dar respuesta a lo que ya dábamos previamente, con los problemas que tenemos en nuestro día a día y demás, y a ello hay que añadir ahora este nuevo aspecto, que no es solo el tratamiento de los diagnosticados, sino intentar detectar aquellos pacientes que no lo estaban, que vienen por otro motivo y que hay que intentar identificarlos de cara a tratarlos adecuadamente y proteger al resto de los pacientes y del personal, y eso logísticamente es un problema importante a nivel de consultas externas, de la programación quirúrgica€ En fin, que eso va a suponer un problema añadido logístico y, desde el punto de vista de funcionamiento del hospital, también", reflexiona el doctor Julio Sánchez Álvarez, jefe de Medicina Interna del Complejo Hospitalario de Navarra, cuyo servicio ha tenido que disminuir hasta casi suprimir las consultas externas, derivando la atención de los pacientes no COVID a otros servicios, por la gran implicación de sus 40 adjuntos y 18 residentes en la atención de esta pandemia.

Y es que para poder cubrir las necesidades que la epidemia del coronavirus exige, "hubo que reorganizar absolutamente todas las plantas de hospitalización del Complejo Hospitalario de Navarra (CHN) y cada una de ellas tuvo que asumir el cuidado de pacientes con patologías de otras especialidades a las que estaba habituado". Un cambio que, como explica Elena Sancho Sena, jefa del área de Enfermería, "exigió que todo el personal tuviese que asumir en tiempo récord nuevos conocimientos y habilidades, estudiar protocolos y procedimientos, recibir formación, reorganizar espacios, aprovisionar nuevos materiales...". Y, en el caso de las unidades reconvertidas en COVID, "además de encontrarnos con el cambio de especialidad, se nos presentaba una situación absolutamente diferente a lo que hasta ahora conocíamos. Desconocíamos el cuidado concreto para aportar la excelencia en la atención ante el tipo de paciente que ingresaba, porque las situaciones clínicas que se presentaban, comportamiento y evolución no las conocíamos. En definitiva, había que aprender a cuidar a estas personas. Tuvimos que identificar qué vigilar y cuáles eran los signos de alarma que debíamos controlar más estrechamente", ya que "no conocíamos la patología, ni sabíamos qué esperar sin evidencia a la que recurrir", y a todo esto se sumaba "una nueva manera de atender. Además de cuidarnos para cuidar, tuvimos que protegernos para proteger", porque, si bien los profesionales sanitarios están acostumbrados a trabajar con pacientes que requieren algún tipo de aislamiento, en este caso todos lo necesitan. "Ha supuesto un cambio absoluto en el modelo de trabajo, siguiendo las recomendaciones que recibíamos desde los servicios de Prevención de Riesgos Laborales y Medicina Preventiva y adaptándolas a cada momento y situación para que resultasen operativas", sostiene Sancho, que ha coordinado las unidades de hospitalización COVID de la segunda y tercera planta general del antiguo Hospital Virgen del Camino (CHN B), así como de la planta H4ª del CHN A. Esta reorganización se hizo extensiva a Hospitalización a Domicilio, dirigida por la doctora Ruiz Castellano, que tuvo que crear equipos específicos COVID, además de asumir la apertura y organización del Hotel Iruña Park para atender a estos pacientes.

Ahora, la situación en las plantas COVID es de "tranquilidad", aunque ante la incertidumbre reinante están "preparados por si en un momento determinado hay un nuevo pico para que el nivel de estrés que tengamos que sufrir en esas circunstancias sea menor", apunta el doctor Sánchez. No obstante, la mayor presión asistencial se registró el pasado 1 de abril con 750 personas ingresadas, de las cuales 533 se encontraban en hospitalización convencional; 125, en hospitalización a domicilio; y 92, en la UCI. Ese mismo día, la cifra de personas con coronavirus hospitalizadas en el CHN en planta convencional era de 243, otras 120 estaban siendo atendidas en hospitalización a domicilio y 54 en la UCI, sumando un total de 417. En total, 2.020 navarros han sido hospitalizados hasta el momento por este virus -el 27,14% de los diagnosticados-.

Multidisciplinar y transversal

Como explica el doctor Sánchez, lo primero que hicieron fue "hacer una estimación de lo que se avecinaba, que era difícil porque, como no había datos históricos del cuadro, hacer esas estimaciones no fue sencillo" y, como en todos los sitios, "gestionar el despliegue de medios para poder atender la epidemia fue complejo". Así, comenzaron a ingresar a los pacientes diagnosticados de COVID-19 en la sexta planta general del CHN B y cuando ésta se llenó, fueron abriendo la quinta, la cuarta... hasta utilizar todo el edificio; la tercera planta de Maternal, donde ingresan a las gestantes y a los niños y niñas con infección; las tres plantas del pabellón E del antiguo Hospital de Navarra; se prepararon otras tres plantas más de las cuales se ocupó una (H4ª); y la planta H2ª, que se está utilizando como zona de hospitalización de tránsito; una función que cumplió unos días el centro de consultas Príncipe de Viana.

En paralelo a la habilitación de espacios, se fueron conformando los equipos que iban a asistir a los pacientes ingresados, cuya coordinación recayó en el doctor Carlos Ibero Esparza. Estos equipos están generalmente configurados por cuatro o cinco facultativos, en los cuales hay al menos un especialista en Medicina Interna, en la mayoría de los casos un neumólogo y, en menor medida, un geriatra, pero también participan profesionales de otras disciplinas, como digestólogos, neurólogos, rehabilitadores, cardiólogos, otorrinolaringólogos, oftalmólogos, urólogos..., es decir, "el equipo de trabajo médico es multidisciplinar", pero también "transversal", con personal de Enfermería, auxiliares y celadores, señala el doctor Julio Sánchez, quien destaca que "hay un elemento en toda esta epidemia que ha tenido muy poca presencia en los medios y que ha sido fundamental, que es el personal de limpieza, que ha desarrollado un trabajo bárbaro". Actualmente, en la sociedad "hay precaución respecto a la prevención y el riesgo de contagio, porque las consecuencias pueden no ser menores, y estas personas han estado con una profesionalidad tremenda", recalca.

Para la puesta en marcha de estos equipos médicos y de Enfermería, expone que "un internista o un neumólogo de los que ya considerábamos veteranos, porque su experiencia podría ser de una semana, pasaba como veterano y formador en nuevos equipos". Así, prosigue Sánchez, el equipo se encargaba de atender una parte de la unidad de hospitalización "durante toda la semana en jornada de mañana, incluidos sábados y domingo". Por su parte, el equipo de guardia se reforzó con dos médicos adjuntos en cada edificio y dos residentes mayores en cada turno.

Además, añade Elena Sancho, se crean "equipos de enfermera, auxiliar y médico para que tanto los profesionales, como los pacientes, tuvieran constantemente sus referentes. Los equipos de Enfermería, auxiliar (TCAE) y enfermera -que atienden a un máximo de 6 pacientes cada uno-, comparten sus tareas y se acompañan continuamente apoyándose una en la otra en cada actividad", ya que "el trabajo con medidas de aislamiento requiere tener alguien que te asista continuamente para evitar contaminaciones cruzadas". Una labor que "ha exigido mucha coordinación entre todos los participantes, los celadores también se han tenido que adaptar y el personal de limpieza ha debido incorporar nuevas formas de trabajar para dar respuesta al nuevo modelo de trabajo de las plantas", interactuando "todos ellos en pro del beneficio del paciente y del equipo. Por supuesto que han aparecido discrepancias, más al principio debido a la presión inicial pero la verdad es que todo el mundo ha participado y el trabajo en equipo ha sido una de nuestras fortalezas", afirma Sancho.

Foro de revisión, actualización y debate ante la escasa evidencia

La jornada en las plantas COVID comienza a las 8.00 con una sesión a la que por cuestiones de seguridad, acude un representante de cada equipo y que está dirigida por los doctores Carlos Ibero, coordinador de los equipos, e Ignacio Yanguas, jefe del servicio de Dermatología. En la sesión, explica Julio Sánchez, "se comunican los datos generales, cuál es la situación del día, qué aspectos había que revisar, qué aspectos son mejorables, qué cosas van bien y se exponen las actualizaciones que se van haciendo, porque en paralelo hay grupos de trabajo". Por ejemplo, uno "muy importante" se ha encargado de todos los protocolos de tratamiento, porque "no olvidemos que cuando empezó esta crisis la información que había y la evidencia existente que había sobre cuáles eran los tratamientos más eficaces en estos pacientes era prácticamente nula", indica. De hecho, "ocho semanas después la información que hay todavía a nivel de evidencia sigue siendo muy débil" -porque no ha transcurrido el tiempo necesario para hacer adecuadamente un ensayo clínico-, pero "hemos ido avanzando fundamentalmente por la experiencia y por lo que hemos ido aprendiendo y creo que se ha mejorado muchísimo, pero supone un esfuerzo por parte de una serie de personas en revisar todo lo que se está publicando y todo lo que estamos haciendo. Se reúnen, discuten, luego lo plasman y lo comunican al resto de los equipos que trabajaban en las distintas áreas y creo que eso ha sido muy productivo", concluye.

Así, por ejemplo, tras constatar que estos pacientes estaban confinados "en unas condiciones de aislamiento tremendas respecto a las familias", Rehabilitación diseñó "un programa de ejercicios para realizarlo mientras estaban ingresados proyectándolo en las televisiones" e, igualmente, Psiquiatría creó un plan de asistencia tanto a pacientes, como a familiares y profesionales. "Toda una serie de iniciativas que se han ido incorporando para mejorar toda la estructura de atención", afirma Julio Sánchez.

Una vez finalizada la reunión matinal, que suele durar una hora, revisan las novedades respecto a los pacientes, hablan con el equipo, con la enfermera del equipo y demás profesionales para ver las novedades y luego hacen un pase de visita que "tiene sus peculiaridades por las medidas de seguridad que hay que tomar". En este sentido, el jefe del servicio de Medicina Interna apunta que también han aprendido sobre la marcha: "Al principio cada uno veía sus pacientes y posteriormente fuimos viendo que era mucho más operativo que se pusiera la protección completa una sola médica y una enfermera y, desde el exterior, los otros miembros del equipo iban recogiendo la información y proveyéndoles de lo que fuera necesario".

Después, se registra toda la información, se modifican los tratamientos y se informa a los seres queridos, que es "un aspecto vital dentro de esta situación de aislamiento". Para ello, prosigue el doctor Sánchez, "algunos profesionales aprendieron rápidamente que una buena técnica era utilizar el propio teléfono móvil del paciente para llamar al familiar que él designara para informarle de la situación, siempre que las circunstancias lo permitieran; y eso era muy positivo porque hacerlo en su presencia tranquilizaba" al paciente.

Tras finalizar la consulta, comentan todas las modificaciones con el resto del equipo, llaman a las familias que no han podido hacerlo antes en la habitación y llevan a cabo actividades complementarias, como hablar con Cuidados Intensivos sobre "aquellos pacientes que pudieran ser tributarios de la UCI" para pasarlos a la unidad antes de que se produzca un empeoramiento y adelantarse así a la evolución de la enfermedad, o con Cuidados Paliativos por si requieren de un tratamiento de este tipo. Finalmente, comunican a los equipos de guardia que les van a reemplazar en la atención aquellos casos que deben vigilar especialmente porque pueden sufrir complicaciones.

Aprendiendo sobre la marcha

Como relata la enfermera Elena Sancho, coordinadora también de las unidades NO COVID del N1, N2, N3 y H3, "nadie nos había enseñado a cuidar de estos pacientes. No hay guías ni evidencia contrastada, los facultativos en el ámbito del equipo compartían el conocimiento y los tratamientos también han ido evolucionando. Hemos aprendido sobre la marcha, con nuestra observación y el apoyo de los médicos. Muchos pacientes ingresaban en situación crítica, en ocasiones con cambios en su evolución muy rápidos. En un momento parecía estabilizado y a la hora siguiente debía ser valorado por UCI al registrar un empeoramiento y a veces ser trasladado a esta unidad con urgencia. Considerando los cambios que presentaba el paciente, ha sido necesaria una vigilancia muy estrecha y nuestra presencia indispensable junto a él". De hecho, al estar el enfermo aislado, "ha sido necesario cubrir las necesidades afectivas y de compañía que habitualmente desempeñan los familiares".

En definitiva, la atención individualizada que se dispensa en estas plantas de hospitalización "requiere mucho más tiempo asistencial", pero además "es fundamental, a pesar de la tensión, centrarse y conseguir hacer las cosas con calma para evitar errores, continuar protegidos y poder estar presentes a la hora de acompañar y cuidar a nuestros pacientes". A ello se añade la carga emocional, porque "no sólo hay que cuidar al paciente desde el punto de vista físico", sino también su "aspecto afectivo y emocional" en cada momento y, para ello, se requiere de "mucho tiempo", de manera que "fue necesario modificar y mejorar el ratio de enfermera-paciente -llegando en algunos casos a doblar plantillas- y, aún así, al finalizar la jornada el personal manifestaba un fuerte agotamiento físico, mental y emocional", expone Sancho.

Asimismo, destaca el papel que han realizado las jefas de Enfermería en cada unidad por su capacidad de organización, por "su templanza para contener ánimos y su apoyo a los profesionales". Reconoce que el personal está "agotado física y emocionalmente, exhaustos en muchos casos, y nerviosos", de manera que "habrá profesionales que van a necesitar apoyo psicológico cuando esto pase".

Entre sus preocupaciones, Elena Sancho destaca "el agotamiento de los profesionales y su salud, así como el coste personal que tiene el estrés por la adaptación a los cambios que esto nos está suponiendo". Considera que "está bien ser críticos con el objetivo de consensuar y buscar las mejores soluciones, pero siempre para construir, porque, de lo contrario, se genera mucho sufrimiento y bastante nos está llegando como para buscar más". En esta línea, expresa su preocupación por "la poca visibilidad del trabajo de profesionales que por responsabilidad y magnitud de sus decisiones en ocasiones son foco de mucha crítica, a pesar de darlo todo", así como por los profesionales contratados que "se incorporaron a nuestras unidades y han trabajado muchísimo" y por "cómo volver a la normalidad".

Esta preocupación por la salud de las personas que conforman el sistema sanitario también la comparte el doctor Sánchez: "Hasta que la curva se empezó a aplanar y se adquirió una destreza en el manejo de estos pacientes, las primeras semanas fueron bastante duras, porque veías que era una oleada que iba creciendo y con estas peculiaridades, de personas que se podían agravar bruscamente" y con jornadas laborales interminables. La situación de estrés ha provocado "cansancio físico y psicológico", si bien "el funcionamiento del equipo no se ha resentido especialmente. Globalmente han aguantado el tirón bastante bien, pero indudablemente esto tendrá consecuencias y lo iremos viendo, porque posiblemente no van a aparecer ahora", vaticina.

¿Qué deberíamos hacer para afrontar mejor una 2º oleada?

Preguntado por ¿qué deberíamos hacer para afrontar mejor una segunda oleada del coronavirus?, el internista Julio Sánchez responde que la sociedad debe "seguir las recomendaciones que todos conocemos de aislamiento social, todas las medidas higiénicas en las que se ha insistido. Algo tan básico como es un adecuado lavado de manos o la protección con mascarilla creo que son cuestiones esenciales para minimizar ese nuevo repunte que puede haber. Y si surge creo que hemos aprendido mucho desde el punto de vista organizativo a nivel de dar asistencia sanitaria a estos pacientes y, además, hemos aprendido mucho desde el punto de vista de tratamiento", de manera que "si hay una nueva oleada el tratamiento a estos pacientes será más eficaz".

Porque si algo nos ha enseñado esta crisis, dice Sánchez, es que "las pandemias y las patologías nuevas existen. Habrá nuevos gérmenes que tendrán esa capacidad de infectividad y se van a producir nuevas pandemias. También sabemos que una pandemia de esas características puede hacer que se tambalee todo el mundo tal y como lo conocemos, a la vista está; y eso nos obliga a ser cuidadosos, a tener unos sistemas de prevención y de aviso de enfermedades eficaz y a tener un sistema sanitario que pueda responder en esta coyuntura, porque se ha visto que tener un buen sistema sanitario que dé cobertura a la enfermedad es muy importante y la sociedad no entendería que no se pueda dar esa cobertura. Todos tenemos que aprender y los que tienen la capacidad de tomar decisiones, también".

Y es que la irrupción de este mal bicho, que se ha llevado por delante la vida de 487 personas sólo en Navarra, "ha puesto en evidencia nuestra vulnerabilidad", concluye Sancho. No obstante, afirma que "hemos aprendido que aunando esfuerzos -de sanitarios, fisioterapeutas, trabajadores sociales, mantenimiento, servicios generales...- somos muy capaces de entre todos sacar adelante una situación muy complicada" y que "hemos dado respuesta en cada momento a las necesidades sanitarias de nuestra comunidad". Por ello, aboga por "revisar los cimientos de nuestro sistema" y "seguir creciendo para aportar los mejores cuidados", sin olvidarnos de cuidar también a los profesionales.

Qué plantas COVID hay ahora en el CHN. Están abiertas la zona de tránsito en el H2 (CHN A), la sexta y la quinta planta del CHN B (antiguo Hospital Virgen del Camino) y la tercera de Maternal, destinada principalmente para niños, para gestantes y para pacientes quirúrgicos con infección del virus.

Miedo al contagio. Respecto al material de protección, Sancho dice que "ha habido tensión y miedo, miedo a contagiarnos, miedo a llevar el coronavirus a casa".

97

Hay 97 personas hospitalizadas en planta en Navarra por este virus.

"El personal de limpieza, que ha desarrollado un trabajo bárbaro, ha sido fundamental"

Jefe servicio de Medicina Interna del CHN

"Muchos ingresaban en situación crítica, en ocasiones con cambios en su evolución muy rápidos"

Jefa de área de Enfermería del CHN

"Está bien ser críticos con el objetivo de buscar las mejores soluciones, pero siempre para construir"

Jefa de área de Enfermería del CHN

"Si hay una nueva oleada el tratamiento a estos pacientes será más eficaz"

Jefe servicio de Medicina Interna del CHN