- Toda medida para evitar contagios es poca para Fang Whuaye, responsable del Bazar San Juan, quien atiende a sus clientes detrás de una máscara protectora, una mascarilla y un plástico en el mostrador que hace de mampara. En el interior del local tiene colocados varios carteles que indican que es obligatorio el uso de mascarilla y que hay que mantener la distancia de dos metros; además, ella misma avisa a las personas que entran de que tienen que desinfectarse las manos con el gel y ponerse los guantes antes de tocar nada. También tiene controlado el acceso al bazar, ya que “ahora puede entrar menos gente. Solo entran dos o tres”, señaló. Los demás clientes tienen que quedarse esperando su turno en la calle para así respetar el aforo.

Whuaye cerró su tienda el 13 de marzo y la abrió el lunes, a pesar de la preocupación que le supone la idea de poder contagiarse. “Tengo miedo a abrir porque tengo en casa a mi hija. Si estuviera yo sola no pasaría nada, pero tengo a la niña y eso es complicado”, admitió, para señalar que el motivo por el que ha decidido abrir es por la economía.