- Un vecino del barrio pamplonés de la Txantrea, O.H.O., de 52 años de edad, se enfrenta desde ayer a nueve años de prisión (la Fiscalía le pide cinco por robo con violencia y cuatro por homicidio imprudente) en el juicio que empezó contra él en el Juzgado de lo Penal número 2 de Pamplona. El hombre está acusado de robar en noviembre de 2019 el bolso a Luisa Oliva, una vecina de 90 años, que acababa de sacar dinero del banco, tirarla al suelo tras el forcejeo y provocarle una caída mortal al golpearse la mujer la cabeza contra el suelo. La mujer murió tras dos días en el hospital. El acusado negó ayer los hechos que se le imputan y por los que se encuentra en prisión provisional.

Sin embargo, una vecina que observó desde su balcón parte de los hechos -"no presencié el robo directamente, pero sí a la mujer en el suelo y al hombre, con capucha, un abrigo verde y un chándal que se iba del lugar intentando esconderse el bolso"- manifestó que estaba segura "al 95%" de que el encausado era aquel hombre que se fugó del lugar del robo. Lo reconoció por su nariz, por su hechura de cuerpo, la zamarra y porque tenía una ligera cojera. El procesado sufrió un accidente de moto unos meses antes que le afectó a la movilidad. Dicha vecina aseguró que bajó a la calle para auxiliar a la víctima y que, al llegar allí, la mujer, que estaba consciente, le manifestó que "se había caído y me preguntó por su bolso. Yo le dije que le acababan de robar". Otro testigo, que había acudido a tirar la basura, también coincidió en una zona ajardinada de la calle Magdalena por donde huyó el agresor y quedó tirada la víctima. "Observé a un hombre corriendo con una zamarra verde y que se metía una cartera dentro. Lo tenía a 10 o 15 metros. Creo que podía ser el acusado porque cojeaba, por su forma de andar, pero no le reconocí en ese momento. Iba bien tapado, ya se preocupó de taparse en caso de que fuera él. Le conoce todo el barrio", enfatizó el testigo.

Las tres hijas de la fallecida declararon que su madre era una persona de físico menudo y que, pese a su edad, se mantenía plenamente activa y autónoma. Acudía todas las tardes a casa de una hija. Recordaron que la mujer había salido aquella mañana del día 26 de noviembre a sacar dinero de una entidad para ingresarlo en otra de cara a abonar una factura de la comunidad de propietarios. De camino a casa, paró en la panadería. Y, a continuación, sucedió el robo. En el hospital, dos de sus hijas pudieron hablar con ella antes de que empeorara su estado y acabara falleciendo. "Nos decía que le dolía mucho la cabeza y que se habían llevado el bolso entero, con las llaves y todo, pero que no había visto nada", testificaron.

El acusado, al que le encontraron en su vivienda ropa similares a las que portaba el presunto agresor y un total de 450 euros en el registro de la vivienda, negó haber sido el autor de los hechos. Dijo que se encargaba del cuidado de ancianos en el barrio y que obtenía suficiente dinero, además de una ayuda que recibe y otras cantidades que le prestaban familiares y allegados, para acumular algunos ahorros en casa. Admitió que solo consumía alcohol y drogas de forma esporádica y rechazó la acusación de que hubiera observado previamente a la mujer al acudir al cajero y la hubiera esperado para robarle. Él dijo que había salido de casa para actualizar la cartilla pero que, al llegar al cajero, se dio cuenta de que se había olvidado de la misma. Afirmó que él no cometió el robo y que no recordaba con exactitud el camino por el que regresó a su domicilio, que distaba apenas 20 metros del de la víctima.