El Departamento de Salud apuesta por consolidar la creciente recuperación de la actividad ordinaria en Primaria y hospitales, así como sumar nuevas medidas multidisciplinares para retomar la tendencia de reducción que habían comenzado a experimentar las listas y tiempos de espera al principio de año (de enero a febrero habían bajado en 1.306 pacientes), tras el final del conflicto médico y la puesta en marcha de diferentes planes de actividad extraordinaria.

La llegada del COVID-19, con un gran impacto en el sistema sanitario y la ciudadanía, alteró esta incipiente dinámica a la baja con un doble efecto excepcional y coyuntural en las listas de espera que experimentaron un descenso en los primeros meses de la pandemia y, luego, un alza desde junio hasta ahora. Este incremento ha sido neutralizado en parte con la recuperación de la actividad sanitaria sobre todo desde junio, pese al mantenimiento de la incidencia del virus y el periodo vacacional del verano. Así, los últimos datos publicados por el Servicio Navarro de Salud-Osasunbidea, referidos al mes de agosto (43.802) y tras esa primera y aguda ola epidémica, son muy similares a los de enero (43.951 personas) en primeras consultas (-149) y mejores en lista de espera quirúrgicas, donde figuran 7.200 personas, es decir, 716 menos que en el primer mes del año.

La apertura de quirófanos por la tarde y otras fórmulas contrastadas durante la pandemia como las interconsultas entre profesionales o planes piloto esbozados en la correspondiente reflexión estratégica iniciada antes de esta crisis son algunas de las medidas que se han implementado o se van a poner en marcha en un otoño muy condicionado también por la evolución del virus, según ha explicado esta mañana la consejera de Salud, Santos Indurain, en el Parlamento.

El doble efecto distorsionante de la pandemia

El COVID-19 generó un doble impacto común en las listas de espera en las diferentes modalidades (primeras consultas, sucesivas, pruebas complementarias y quirúrgicas) aunque con especificidades respecto a saldos y efectos de trasvase e interrelación entre ellas.

En términos generales, por una concatenación de diferentes factores se produjeron dos movimientos sucesivos de signo contrario. En los meses de marzo, abril y mayo se dio un descenso pronunciado y anormal en las dos listas más significativas: las de primeras consultas y las de operaciones quirúrgicas. De hecho, las primeras pasaron de 42.645 personas en febrero a 32.541 en marzo y 31.084 pacientes en abril para comenzar a repuntar en mayo (31.994) y crecer notablemente en julio (39.636) y agosto (43.802). En el descenso influyeron los cambios provocados por la situación en la actividad de consultas hospitalarias (cierre del centro de consultas Príncipe de Viana, atención no presencial menos resolutiva, etc.) y de Atención Primaria (que derivó mucho menos a especializada al estar centrada en el coronavirus) en un sistema sanitario que tuvo que volcarse en recursos humanos y materiales hacia el COVID-19.

El inicio del verano trajo, por el contrario, una importante recuperación de la actividad (sobre todo en junio ya que julio y agosto han estado condicionados por el efecto estacional de las vacaciones) que se ha traducido en una estabilización de la situación en parámetros similares a los momentos previos de la pandemia. Situación que ya estaba contemplada en las previsiones del SNS-O (hay un plan de recuperación de actividad en cada centro) y que precisa de un nuevo impulso para retomar la tendencia de descenso que se había iniciado a principios de año y que se espera poder consolidar para fin de año.

Mantenimiento en todo momento de consultas y operaciones no demorables

En cuanto a las listas de espera quirúrgica, la foto fija y dinámica es parecida, aunque con mejores cifras finales. Febrero (7.875) había supuesto una mejora respecto a enero (7.916), pero -como en primeras consultas- también se produjo el efecto bajada-subida. Aquí se tocó suelo en mayo (6.921 personas) para remontar luego en junio (7.087), julio (7.045) y agosto (7.200). En esta categoría, no obstante el saldo de la pandemia es de 716 pacientes menos que en enero, como se puede comprobar en la serie evolutiva que hoy publica la web del Gobierno de Navarra.

Esta bajada excepcional y coyuntural tuvo que ver con el paso de un porcentaje de pacientes a la fórmula de "transitoriamente no programable" y sobre todo con la caída de la demanda que también provocó la basculación de recursos materiales y humanos a COVID-19, aunque en todo momento -como en primeras consultas- se mantuvieron las consultas y operaciones urgentes y no demorables, algo blindado en los planes de contingencia.

Los meses de junio, julio y agosto han supuesto un periodo de transición entre la contingencia y la llamada "nueva normalidad". Además, al factor del descenso de actividad estacional por las vacaciones del personal sanitario concentradas en ese periodo tras la presión de la pandemia, y en espera de un otoño complejo, hay que sumar el repunte del coronavirus que ha obligado a intensificar el binomio espacial y organizativo COVID-19/No COVID-19. Por ello, con suponer un esfuerzo importante, la recuperación de la actividad ordinaria (hasta un 88% en consultas y un 75% en el ámbito quirúrgico respecto a otros veranos) no ha podido dar salida a toda la subida de la demanda fruto de la reactivación sanitaria y ciudadana.

Sin embargo, adoptando una perspectiva temporal más amplia, el despliegue y transformación organizativa sí que ha permitido superar la primera ola de la pandemia con unos números muy similares a los vigentes antes de la sacudida social y sanitaria producida por el virus a partir de febrero.

Apertura de los quirófanos por la tarde desde octubre

Ese es el punto de partida actual en el que el Departamento de Salud apoya su estrategia de listas de espera para los próximos meses en los que el efecto Covid 19 va a estar presente pero, por contra, se pueden aplicar algunas experiencias de gestión multidisciplinar e instrumental puestas en marcha durante la pandemia o contar con las plantillas ya reincorporada tras las vacaciones además de un retén Covid 19 de casi 800 profesionales para reforzar el abordaje de un otoño complicado por la doble realidad Covid y no Covid, así como otros fenómenos estacionales como la gripe.

Ante el nuevo escenario, Osasunbidea plantea una serie de actuaciones para contener y rebajar las listas de espera, siempre pendientes de la evolución epidemiológica y garantizando la seguridad para pacientes y profesionales. La primera es la recuperación de la actividad de consultas (entre el 80% y el 100% según los servicios) y de toda la actividad quirúrgica gracias, en parte, a la apertura de los quirófanos por la tarde.

A la vista de las lecciones aprendidas durante la pandemia, junto a recuperar al máximo de la actividad presencial -complementaria y compatible con la telemática- se va a profundizar en el sistema de interconsultas ampliadas entre profesionales van a permitir una mayor agilidad y apoyo a la resolución de las atenciones (también en Primaria) con reducciones en los tiempos de espera para los pacientes.

Por otra parte, identificar y discriminar también la modalidad de asistencia será también importante para mejorar la accesibilidad y agilizar los procesos y circuitos con un trabajo más colaborativo y multidisciplinar.