Enclavado en el valle de Lizoáin-Arriasgoiti, entre montañas, el pueblo de Leyún ha contado durante muchos años con tan sólo dos habitantes: Alejandro Azparren y su hermano Mateo. Ahora son una decena, "debe de ser el pueblo que más ha crecido en el valle", bromea Alejandro, que a sus 78 años se dedica a sus huertas.

Tiene cinco, así que le mantienen entretenido. En tiempos tuvo también ovejas, hasta 300, pero ni siquiera entonces recuerda que sucediera algo como lo que, ahora, le roba un poco esa tranquilidad a la que estaba tan acostumbrado. "Hace 15 años hubo un terremoto muy grande que se sintió sobre todo en Zunzarren pero como esto, nada. Tantos días y tan seguidos no los hemos sentido nunca".

El Instituto Geográfico nacional ha registrado decenas de terremotos con epicentro en Lizoáin y en el Valle de Egüés, los más fuertes la pasada madrugada, que han causado alarma y que sacaron de la cama a más de un vecino.

Cuenta el alcalde Koldo Albira que siempre le dejan "una sensación rara. El cuerpo mal". También Azparren asume que siente cierto respeto: "Cuando empieza a caer zaborrilla del techo dices ¡ostras! Pero bueno, es tan poquico tiempo...". Ha habido sustos, pero asumen que no es miedo lo que sienten los vecinos, si no más bien preocupación. "En algunas viviendas sí que hubo alguna afección en los anteriores terremotos, aunque mínima. Notaron rajas nuevas en las escayolas, pero nada más", afirman.

Y es que eso del miedo, como casi todo, es algo que depende de cada uno, "de cómo lo sienta cada persona. Hay gente que empieza a estar un poco preocupada, sobre todo porque es raro que haya tantos seguidos. Basta que haya un ruido para que pienses que viene otro y esté todo el mundo saliendo a la calle", explican los vecinos. "En Zunzarren sí que les hemos oído decir alguna vez, acordarse de algún temblor, aunque José Luis, el pastor, siempre le resta importancia, porque temblores habrá habido siempre".

Echan de menos alguna explicación, conocer la causa, pero asumen que es tarea complicada. "Directamente nadie nos ha llamado para decirnos nada y tampoco hemos preguntado, aunque habrá que hacerlo, hablar con algún geólogo o con el Gobierno de Navarra". El investigador Antonio Aretxabala recalcaba en este periódico que la denominada falla de Pamplona no es la culpable de todos estos temblores navarros. "Hay quienes dicen que no pasa nada y que se considera normal, pero claro, han sido tantos y tan seguidos... Igual es algo normal, pero desde luego habitual no. Y seguramente es normal, pero hasta que deja de serlo. Y cuando pase dirán que nadie se lo esperaba... ¿Pero cómo se puede prever?", se pregunta Albira.

"Si tuviéramos una explicación la gente estaría más tranquila, porque se han empezado a preocupar un poco", indica el alcalde, que recuerda que los vecinos y vecinas de Lizóan que hace 15 años sufrieron un terremoto de más de cinco grados de magnitud, "se ponen un poco más nerviosos. En esa ocasión se hicieron grietas en viviendas y hubo que lamentar más sustos y daños".

"SISMICIDAD INDUCIDA" Por aquel entonces, dice, se estaban realizando las obras del embalse de Itoiz. "Cuando empezaron a hacer las pruebas de llenado y de vaciado, en 2005, se dijo que había sismicidad inducida. En esa época instalaron un sismógrafo en Zunzarren, en un terreno comunal, con una caseta y unas placas para medir los movimientos. Pero eso hace años que está sin uso, prácticamente abandonado. Antes iban cada cierto tiempo los geólogos, pero ya no, por lo menos desde el 2008", explica. Nunca les han dado resultados ni explicaciones, y ahora desconocen si esos movimientos de tierra están relacionados o no con el embalse. "El agua pesará mucho, y la humedad que va entrando ahí€ A saber", señala Azparren.

Han sufrido también, aunque hace ya tiempo, algún que otro desprendimiento de tierra en Belocáin y junto a Redín pero este vecino, siempre risueño, vive tranquilo en compañía de sus dos canes, Pirata y Linda, que le hacen compañía y le vigilan las huertas. Además el covid, por aquí, parece haber pasado de largo, y en ese sentido sí que se sienten aliviados. Conforman el valle de Lizoáin-Arriasgoiti un total de 13 pueblos, en los que conviven hasta 300 habitantes. El más poblado es Lizoáin, con medio centenar de vecinos y vecinas. En Zunzarren son 9 y llevan siendo los mismos muchos años. "Mi sobrino ha estado viniendo a dormir en verano y al principio no quería, porque aquí estábamos aislados, a salvo de todo. Para no contagiar, que si me fastidian a mi, se queda sin huerta", bromea Azparren. "En los pueblos estás más tranquilo -reconoce, a su lado, el alcalde-. Y aunque en el confinamiento más estricto no venía nadie, luego ha habido gente que antes no venia nunca que se ha quedado aquí todos los días".

No es de extrañar: hay poca cobertura, otro ritmo, y mucha naturaleza. Lo mejor para sobrellevar la pandemia. "Desde el Ayuntamiento estuvimos atentos por si había necesidades, porque hay gente que o no tiene carnet, o no tiene coche o edad para conducir. La mayoría de vecinos son personas mayores, te pasas a visitarles, a preguntar a ver si necesitan algo. Pero aquí hemos estado bien, igual, como si nada", explica el alcalde. Lo único que se ha disparado, además de los movimientos sísmicos, "ha sido la hierba por todos lados, porque no se podía salir a cortar...".