- Los hosteleros navarros no ocultaban ayer su malestar con las medidas aprobadas por el Gobierno foral. La reducción de aforos al 30% en el interior y el cierre obligado a las 22.00 horas serán "la puntilla" para el sector, advierte Nacho Calvo, presidente de la Asociación Navarra de Pequeña Empresa Hosterlera (ANAPEH), que considera además que no tendrán efectos desde el punto de vista sanitario.

"Se sigue con la tónica generalizada de cerrar el sector hostelero, pero no se aporta ninguna medida sanitaria nueva", lamentó ayer Calvo, que considera que ni la reducción de aforos previa, ni la prohibición de consumir en barra han tenido efectos para controlar la pandemia. "Solo se plantea cerrar, cerrar y cerrar, pero eso solo va a servir para ahondar más en la crisis del sector", apunta el representante de los bares y restaurantes navarros, que asegura que lo que el colectivo quiere "no son ayudas, sino trabajar con seguridad y comodidad".

Calvo señala que el cierre obligado a las diez de la noche para muchos negocios supone la pérdida de la mitad de la facturación y del empleo. "Esa es una medida europea, porque allí cenan pronto. Pero aquí salimos a cenar a esa hora. La mitad de los empleados sobran", apunta el presidente de ANAPEH, que considera que "se toman decisiones para que parezca que se hace algo, pero no se consigue nada". "Es la puntilla para el sector", que viene acumulando perdidas. desde marzo. "Se está manteniendo el empleo con el 50% de ingresos para salvar el sector y la empresa, y tirando de préstamos. Y ahora se cortan de cuajo las cenas. Dicen que son 15 días, pero no es verdad, porque no va a servir para nada", lamenta el presidente de ANAPEH, que critica además que se siga "criminalizando" al sector cuando, sostiene, "los brotes no salen en los bares sino del ámbito privado".

Por su parte, la Asociación de Hoteles de Pamplona prevé un final de año "catastrófico en términos de ocupación y rentabilidad" y considera que la "supervivencia" del sector "dependerá en parte de la implicación directa por parte del Gobierno de Navarra". En septiembre la ocupación media ha sido del 38%, frente al 80% de hace un año, lo que hace prever al sector un desplome en la rentabilidad de un 40%. "Nos encontramos ante uno de los peores cierres de año de la historia de los hoteles de Pamplona", advierte la asociación.

Buscar un equilibrio. Los consejeros de Desarrollo Económico y Empresarial, Manu Ayerdi, y de Hacienda, Elma Saiz, se reunirán mañana con representantes del sector hostelero para poner en marcha "de la manera más inmediata posible" medidas para "ayudar a subsistencia del sector e impulsar su reactivación". María Chivite confió en que las nuevas restricciones no tengan una afección en la actividad empresarial. "Si tomamos estas decisiones hoy es para que la afección en la actividad económica no sea peor mañana", apuntó Chivite, que abogó por "buscar un equilibrio" entre las situación económica y las medidas sanitarias.

"Se toman decisiones para que parezca que se hace algo, pero ya se ha visto que no resuelven nada"

Presidente de ANAPEH

De la preocupación a la indignación

as medidas decretadas ayer por el Ejecutivo foral no han dejado a nadie indiferente. la opinión de la gente, favorable a las restricciones en general, contrasta con las reticencias de la hostelería, un sector muy golpeado en esta crisis.

Los principales señalados por la segunda ola son los jóvenes. Jóvenes como Ainhoa Alonso, de 26 años, y su amiga Marina Jaén, de 28, ambas enfermeras. Cerca de la Universidad de Navarra señalan que la carga de trabajo está aumentando considerablemente en el hospital. "Vamos a la situación de marzo", cuentan con pesar. Creen que puede haber mayor incidencia de covid-19 aquí que en otro lugares "porque viene mucha gente universitaria, de muchas comunidades, y también franceses. Al final, salir a tomar vinos lo hacen en toda España, no solo aquí". Viendo los datos, Jaén opina que Navarra acabará confinada como Madrid.

Paseando por el mismo campus se encontraba Jorge Pellejero, de 23 años. Es estudiante de la UN, y a su parecer lo que ha ocurrido es que "los habitantes de las comunidades del norte se fueron relajando, porque al principio de la desescalada tenían muy pocos contagios, y luego se han llevado el susto por no cumplir estrictamente las restricciones".

En la pamplonesa Avenida Pío XII, José Ignacio Altamira, de 47 años comenta que está en paro. Asegura que la situación es seria, pero señala que "tampoco hay que volverse locos". Defiende que se están haciendo muchas PCR y rastreos, y que "a pesar de haber muchos casos de contagios, no se producen tantos ingresos en las UCI como durante la primera ola". A su juicio, es más útil el sentido común que las nuevas restricciones. "el virus va a estar hasta que haya un tratamiento efectivo, lo que no debemos hacer es excedernos".

Por la misma zona nos atendió Bennacer Mokhtar, fontanero francés de 31 años que lleva 6 meses viviendo en Pamplona, sostiene que en su gimnasio algunos no llevan puesta la mascarilla, y aunque cree que se restringirá la movilidad como en Madrid, no ve imposible un segundo confinamiento: "Sería inasumible para la economía".

Jerónimo García, madrileño de 40 años que actualmente vive en Pamplona, y detalla su teoría de porqué hay esta alta tasa de contagios en la Comunidad foral. Puede ser, según él y sus amigos, por las bajeras, ya que son espacios donde se juntan los jóvenes y se fuma. También cree que en la capital de España, así como en otras grandes urbes como Barcelona, se ven casi obligados a coger el metro: "Aquí no veo tan necesario coger transporte, se podría ir andando a cualquier lado".

Por otra parte, los mayores, que son factor de riesgo, ven la situación con mucha procupación. Teresa Beloqui, jubilada de 74 años, cree que "el bicho" está en los bares y que dentro no se debería dejar entrar. Lo mismo opina de la medida de máximo seis personas: "Si no son convivientes no creo que sirva. A veces estás con gente que no conoces, y así es imposible rastrearlos". Fernando Luengo, de 54 años, y comenta que las medidas aplicadas deberían ser un poco más severas y mostró su indignación por las fiestas juveniles que muestran las noticias.

Alberto Cano, de 51 años, es propietario del bar Kanito y cree que a la hostelería "la están ahorcando". En su local entraban antes 22 personas, ahora entrarían solo 7. "A nosotros nadie nos perdona; los bancos, el alquiler, la luz..", relata con tristeza. En el bar Vermutería Río, el camarero Rubén Buruzabal, de 22 años,. afirma que antes entraban en el bar 400 personas y ahora mismo como mucho 60. "Por las nuevas restricciones tendremos que meter a más gente al ERTE, y además cerraremos igual al mediodía y los domingos a la tarde, cosa que no ocurría", recalca.

Juan Carlos Oroz, propietario de Chez Belagua, no entiende qué diferencia tiene cerrar a las 12 o a las 10. Su local ha reducido sus 95 plazas a 28. A su juicio las medidas se ensañan con la hostelería y dice que aún así la curva sigue aumentando. Cree que lo mejor sería consensuar las medidas: "todos buscamos la eficiencia". Además, dice, deberían asegurarse de que se cumplen las anteriores, ya que fueron una vez a medir las distancias y no han vuelto.

Asimismo, Marga Portas, de 46 años y del bar Gaucho, ve las medidas con desesperación: "No entiendo que los gobiernos continúen haciendo la ferias, o que se pueda usar el transporte público al 100%, y a la vez a nosotros se nos exigan más". Por otro lado, asegura que ellos no pueden controlar lo que ocurre en la calle: "En los sanfermines limitaron el aforo de la calle, ¿Por qué ya no lo hacen? Sabían que los primero jueves universitarios de septiembre son incontrolables y no hicieron nada al respecto".