El Instituto Navarro para la Igualdad (INAI) y la UPNA han elaborado el estudio Violencia contra las mujeres mayores. Los efectos de la intersección entre el sexismo y edadismo, que analiza los efectos de la violencia de género en mujeres mayores de 50 años, los mecanismos y las dinámicas que dificultan la salida de una relación violenta y la intervención social que se lleva a cabo con ellas. De hecho, el 11,7% de las denuncias por violencia de género registradas de enero a junio en Navarra fueron interpuestas por mujeres de esta franja de edad.

La directora gerente del INAI, Eva Istúriz, y las investigadoras de la UPNA y autoras del trabajo, Paola Damonti y Rut Iturbide, han presentado hoy dicho trabajo en Civican en un acto dirigido a un centenar de profesionales del ámbito sanitario, sociosanitario, educativo y policial, entre otros. En el estudio también ha participado la investigadora de la UPNA, Patricia Amigot.

El análisis incide en la vivencia de la violencia de género y su impacto en mujeres mayores de 50 años, la violencia ejercida por sus parejas o ex parejas , la violencia símbolica o estructural, el proceso de salida y los recursos sociales. De este modo, busca visibilizar la situación de dicho colectivo por su poca representación en los recursos y por falta de trabajos que analicen su situación desde la perspectiva de género.

Para elaborar el trabajo, las investigadoras han empleado tres tipos de fuentes; las entrevistas en profundidad con mujeres supervivientes, un grupo de discusión con mujeres del movimiento asociativo de Navarra, y otro con profesionales y expertos en violencia de género de los Equipos de Atención Integral a Víctimas de Violencia de Género (EAIVs), de los recursos de acogida, del Servicio Municipal de Atención a la Mujer del Ayuntamiento de Pamplona (SMAM), de la Oficina de Atención a las Víctimas de Delitos (OAVD) y del Instituto de Psicología Jurídica y Forense (PSIMAE).

Dos tipos de violencia. La estructural y la de pareja o ex pareja

En cuanto a la violencia estructural, las investigadoras han observado que las mujeres mayores lo experimentan de forma más aguda y en un nivel de intensidad menor, afectan a colectivos más amplios como las mujeres en su conjunto, o las personas mayores en su conjunto.

Esta agudización lo relaciona con "los efectos de la intersección entre sexismo y edadismo". En esta línea, se distinguen varios tipos de violencia en este ámbito, como la infravaloración de su persona y sus capacidades; la invisibilización en todas las esferas públicas,la existencia de unos cánones de belleza "dañinos e inalcanzables" que excluyen a las mujeres de esta edad y la tiranía del "ser para otros", que se traduce en cuestiones como la sobrecarga de cuidados o la ausencia de tiempo propio.

Sobre la violencia directa ejercida por las parejas o ex parejas, se constata que en las mujeres mayores se da un mayor grado de normalización de la violencia, aceptación y habituación a ella. El estudio determina también que dichas mujeres tienen más dificultades para hallar una salida de la violencia de género, ya que "fueron educadas en un contexto donde los roles de género eran más desiguales" relacionados con valores como la abnegación, la entrega o el sacrificio. Los valores del cristianismo y el concepto del indisolubilidad del matrimonio también dificultan la salida en este tipo de matrimonios.

En este apartado, el estudio también ha observado que las mujeres mayores que sufren este tipo de violencia, tienden a ocultarlo o llevarlo con cierto secretismo por el miedo al qué dirán. El informe explica que dicha variable se muestra de forma más palpable en el ámbito rural.

En lo que respecta al impacto de la violencia, las investigadoras han explicado durante en el acto que ha sido complejo hallar perfiles de mujeres con un nivel de bienestar suficiente para participar en el estudio, ya que este colectivo "no llevan años, sino varias décadas sufriendo violencia, siendo ninguneadas, despreciadas, sometidas al control, a veces golpeadas, sintiendo miedo, etc.; con el impacto que esto tiene tanto en la mente como en el cuerpo". En esta línea, el estudio determina que el efecto de haber estado sometidas durante tantos años a este tipo de violencia, "intensifica y empeora condiciones derivadas de la propia vejez".

En este sentido, otro obstáculo es el miedo a la soledad que seguiría a la separación, bien porque la familia de origen es muy mayor y no podría resultar un apoyo o el hecho de que iniciar nuevas relaciones de amistad o de pareja pueda resultar más complejo. También se detectan como dificultades la dependencia económica y la edad, vinculada a un sentimiento de que ya no se tiene la fuerza ni la energía necesaria para empezar una nueva vida o se asume que es "tarde" para ello.

Propuestas de mejora para instituciones

El estudio también presenta propuestas de mejora en materia de acción pública para que se tengan en cuenta de forma específica las realidades y necesidades de las mujeres mayores. En concreto, se destaca la importancia de que se diseñen campañas de prevención y sensibilización de la violencia de género dirigidas a hombres adultos que cuestionen comportamientos relacionados con la violencia psicológica y visibilicen la importancia de que las hijas e hijos adopten un papel activo.

A nivel de la intervención directa, el estudio pone el foco en la importancia de realizar una intervención diferenciada y que las y los profesionales cuenten con una formación específica. Además, se incide en la creación de redes afectivas y sociales, ofreciendo herramientas para ello, como el desarrollo de viviendas compartidas para mujeres mayores.

El estudio se puede consultar en la web del Instituto Navarro para la Igualdad y se enmarca en el programa de reflexión sobre la violencia, que tiene como objetivo crear un espacio de debate, análisis y presentación de propuestas de las y los profesionales que trabajan en este ámbito para avanzar en la erradicación de la violencia contra las mujeres.