i este riñón ha superado la covid-19, ¿qué no va a superar?", le dijo con una sonrisa en los ojos el intensivista José Roldán, coordinador autonómico de trasplantes, al que fuera su paciente en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) Roberto López Macaya. Tras recibir en plena pandemia su tercer trasplante de riñón, este pamplonés de 54 años se infectó a mediados de octubre. Le diagnosticaron neumonía por coronavirus SARS-CoV-2 en la Clínica Universidad de Navarra (CUN) y el 25 de octubre le derivaron a la UCI del Complejo Hospitalario de Navarra (CHN), donde permaneció 18 días ingresado, 9 de ellos sedado y con ventilación mecánica. Sabedor de "lo que vale un riñón y de lo que cuesta conseguirlo", el doctor Roldán, junto con el resto del equipo de la UCI (médicos, enfermeras, auxiliares...) se coordinaron con el equipo de nefrólogos para "no perder el injerto" y así, mimando al paciente pero también a ese órgano, sacaron a ambos adelante. El 23 de noviembre Roberto López recibió el alta.

Veintitrés días después de salir del hospital, el 16 de diciembre, regresó emocionado a la UCI del Complejo para dar las gracias a los profesionales sanitarios que le atendieron y allí fue recibido por el coordinador autonómico de trasplantes, así como por las coordinadoras hospitalarias del programa en el CHN, María Barber, y en la CUN, Micaela Sancho. "Siento una especie de orgullo personal por haberlo superado", confesó López, pero reconoció que ha sido "durísimo". De hecho, sostuvo que "ha sido la experiencia más dura de mi vida y he pasado mucho". No obstante, a lo largo de su experiencia vital ha estado 5 veces en la UCI: tres después de los respectivos trasplantes; otra, por un accidente de tráfico; y, la última, por la covid-19, siendo ésta la peor "con mucha diferencia; esto es horrible". Por ello, advirtió a la población para que "tenga cuidado, que esto es más serio de lo que la gente se piensa. Es muy serio: ahora estás bien y a la hora estás en la UCI".

Respecto de la difícil tarea que desempeñan en las unidades de críticos, destacó que "venimos todos de una manera distinta, cada persona con su situación, porque yo puedo tener este problema, pero tú puedes tener otro, y los médicos tienen que adaptarse a cada una" para mantenerlas a todas. Por ello, de cara a las fiestas navideñas, pidió a la sociedad que tenga "mucho cuidado, que no se junten más que los necesarios. De hecho, yo con mi familia no me voy a juntar. Mis padres van a estar solos, mis hermanos van a estar solos...".

Cuando Roberto López tenía 14 años, en 1980, le diagnosticaron glomerulonefritis membranoproliferativa. "Lo detectaron porque iba a fichar por un equipo de baloncesto", y tras la revisión del colegio el médico del centro consideró conveniente remitirlo al especialista. Diez años más tarde, entró en diálisis, de donde entonces "salías vomitando, con picores, calambres... muy mal". A los dos años le trasplantaron por primera vez, tuvo "bastantes problemas", y el injerto le duró 10 años y medio. Entró de nuevo en diálisis y le volvieron a trasplantar a los 2 años. En esta ocasión, el riñón funcionó 5 años y medio, hasta que sufrió un rechazo agudo. El pasado julio, tras 9 años en diálisis, los médicos le comunicaron que "había un riñón disponible. Eres un buen candidato para tenerlo, aunque hay que hacer más pruebas, hay que estar muy seguros, pero creemos que es un buen riñón para ti", si bien él era un paciente de alto riesgo. "Me ingresaron a la una de la tarde y estuve esperando hasta las cuatro y media de la mañana a que se decidieran. Yo les dije: si a vosotros os parece bien, adelante. Cuando me dijeron que sí, dije pues adelante, que sea lo que tenga que ser, y fue todo muy bien". Era el 12 de julio, estuvo dos días en la UCI, y a la semana regresó a casa.

Desde que comenzara la pandemia, López se había mostrado muy prudente y cauteloso, si bien su mujer dio positivo tras realizar un viaje y "me lo agarré". Sobre aquellos primeros días de la infección presenta lagunas, pero de su experiencia en la UCI la recuerda como "una película de miedo", con "unos sueños súper extraños, rarísimos". Al respecto, el doctor Roldán confesó que "hubo momentos difíciles. La evolución ha sido muy rápida y muy buena, pero hubo momentos en los que lo pasamos mal. Se ha comportado como todos los covid, en los que ha habido momentos en los que temes por su vida". De hecho, "le dijeron a mi familia que me estaba muriendo, que vinieran a despedirse", apunta López.

Ahora, Roberto está "feliz" y se encuentra "bastante bien", si bien ha perdido 20 kilos, el brazo izquierdo lo tiene "semidormido" y se cansa "muchísimo". Tras explicar que los trasplantes conllevan una mejora en su calidad de vida que le permite "disfrutar más de muchas cosas", aclaró que "no podemos estar como una persona normal". Sin embargo, incidió en la gran importancia de la donación, porque "este problema nos puede pasar a cualquiera". En Navarra los coordinadores de trasplantes son intensivistas y, como tales, han trabajado "con el paciente crítico covid, pero no hemos desatendido el tema de la donación. Ahí donde ha habido un donante potencial hemos hecho el esfuerzo de no perderlo y hemos conseguido donantes para trasplantar a pacientes como Roberto, que en otras circunstancias hubiera sido una cosa normal, pero aquí -con la pandemia- ha sido un sobresfuerzo", reconoce Roldán. Y es que, concluye, "vamos a seguir trabajando por los pacientes que necesiten trasplante, y para ellos".

"Le diría a la gente que tenga cuidado, que esto es muy serio; ahora estás bien y a la hora, en la UCI"

Paciente trasplantado que tuvo covid-19