ras abandonar Bélgica, las nuevas dosis de la vacuna de Pfizer-BioNTech tocan tierra a las siete de la mañana en el aeropuerto de Vitoria y poco más de dos horas después, con el fin de cumplir unos plazos específicos para que no pierda sus propiedades y eficacia, el antígeno llega a Pamplona hasta el Instituto de Salud Pública y Laboral de Navarra (ISPLN). Una vez allá, las vacunas para inmunizar a la población de la covid-19 se almacenan hasta que se reparten a los diferentes centros residenciales, donde se da el pinchazo a los usuarios, y a Refena, donde se hace lo propio con los trabajadores sociosanitarios.

El hándicap más importante del proceso es lograr que la vacuna se mantenga a una temperatura inferior a los -70 grados para su conservación. Para lograrlo, la farmacéutica ha diseñado unos contenedores recubiertos de hielo seco que permiten conservar los viales. Así, los contenedores pueden almacenar la vacuna en buenas condiciones durante un máximo de 30 días. Una vez que los viales se sacan de los paquetes, podrán permanecer cinco días más a una temperatura de entre -2 y -8 grados antes de perder su eficacia, un espacio de tiempo que puede facilitar las tareas de suministro de la vacuna en los centros.

Con un margen de error muy medido y que su incumplimiento podría tener consecuencias muy negativas, y más ahora cuando se está dando un retraso en el suministro de la vacuna según en plan establecido, trabajadores de la empresa de transportes UPS explicaron que la ruta de la vacuna está medida al milímetro para evitar cualquier incidencia, motivo por el que también hacen el recorrido escoltados por la Ertzaintza en la comunidad vecina y por la Policía Foral una vez cruzada la muga.

Con una carga de dos cajas diarias, esta ruta esta pensada para repetirse diariamente. Sin embargo, es probable que esto no se cumpla ya que las dosis no están llegando al ritmo esperado. “No es un problema de infraestructuras, nosotros solo transportamos unas 1.000 dosis al día pero podríamos transportar muchas más porque hay espacio de sobra y el transporte no tiene que estar acondicionado de ninguna manera en especial”, contó uno de los encargados del transporte de los viales.

Con una tarea en la que “no pueden fallar”, uno de los trabajadores de la empresa de transporte se siente “muy satisfecho” por ser uno de los eslabones de la cadena para terminar con la pandemia, aunque asegura que este peso no le viene dada por ser el encargado de mover el antígeno. “También hemos sido una pieza clave hasta ahora, aunque no haya sido muy visible. Este mismo trabajo lo hemos hecho hasta ahora cuando nos encargábamos del transporte de ensayos clínicos de otras enfermedades que también salvan miles de vidas, tanto en la Clínica Universidad de Navarra o en el Complejo Hospitalario de Navarra. Pero hemos sido especialmente importantes desde marzo cuando nos convertimos en el supermercado de la gente, las tiendas de ropa o de tecnología”, aseguró.

En este sentido, el trabajador de UPS denunció que, cuando se decretó el cierre de la hostelería, incluso comer o ir al baño era una odisea. “Cuando empezaron a abrir determinados sitios se colapsaron y, debido al gran volumen de trabajo que teníamos y tenemos -un 30% más que antes de la pandemia- no teníamos tiempo ni de hacer las colas para comer un bocadillo”. Asimismo, el transportista quiso hacer hincapié en el riesgo que corren al trabajar de un lado para otro y de cara al público. “Varios compañeros se contagiaron trabajando. Hay que recordar que la posibilidad de que la gente no vaya a las tiendas y no salga de casa de se salva gracias a que los transportistas y repartidores demos la cara por todos”, concluyó.