Fieles a su pasión por el trabajo colectivo, que forma parte del ADN de la ikastola municipal de Pamplona, varios de sus promotores no han dudado en involucrarse en el proyecto de recuperación del fondo documental de la que fue la primera escuela pública en euskera. Una iniciativa que inició a finales de 2019 el pedagogo y maestro de la ikastola municipal Aitor Etxarte Berecibar y que, tras su inesperada marcha el pasado diciembre, quieren culminar los que durante años fueron sus compañeros y amigos. Porque, tal y como destaca Reyes Pérez Ilzarbe, una de las fundadoras de Udal Ikastola, "si algo nos diferenció de otras escuelas implicadas en la renovación pedagógica de la época fue que el interés por hacer algo diferente era común a todos. Fue un proyecto colectivo y eso posibilitó el éxito".

Aitor Etxarte, impulsor del proyecto y uno de los fundadores de la ikastola municipal, que falleció en diciembre.

¿CÓMO SURGE EL PROYECTO?

Recuperar materiales y mantener viva la memoria

Aitor Etxarte tenía una enorme preocupación por la memoria pedagógica de los centros escolares, en especial, de la ikastola municipal, la niña de sus ojos. "Quería poner en valor el peso que la ikastola municipal tuvo en el nacimiento de la escuela pública en euskera en Navarra. Para ello convocó a familias, alumnado y profesorado que habíamos estado en los inicios y nos propuso recopilar el material que tuviéramos, tanto pedagógico como administrativo, desde 1977 hasta 2003, año en el que quedó adscrita al Gobierno foral. El objetivo era que todo ese material fuese catalogado y custodiado en el Archivo de Historia Contemporánea de Navarra", recuerda Pello Eguren, otro de los impulsores de Udal Ikastola.

La técnico del Archivo Teresa Eslava organiza materiales.

Todos se pusieron manos a la obra. Comenzaron a rebuscar entre los cajones y altillos, difundieron la iniciativa por los grupos de whatsapp y realizaron varias visitas al archivo. Pero llegó la pandemia, y nueve meses después falleció Aitor. "Tenía el proyecto muy avanzado pero quedaban cosas por hacer. Sus compañeros retomaron la iniciativa y una docena de personas han traído materiales que guardaban en sus casas : carteles, unidades didácticas, fotos, recortes de prensa... Todo proporciona una valiosa información sobre los orígenes de la ikastola, los obstáculos que tuvo en su camino hacia la legalización y lo innovador que supuso su proyecto", explica la jefa de la sección Archivo Contemporáneo, Maite Sola, que anima a las personas que tengan materiales en sus casas a que los incorporen al fondo documental.

ORÍGENES DE LA IKASTOLA

La primera escuela pública y en euskera

La ikastola municipal surgió en 1977, en un momento histórico en el que soplaban vientos de cambio. Salieron de la clandestinidad corrientes políticas y sindicales y se hicieron visibles numerosos movimientos sociales, iniciativas para recuperar el euskera, reivindicar los derechos de las mujeres... En este contexto, un grupo de familias y docentes decidió impulsar una escuela pública en euskera. "Los padres y madres tuvieron la osadía de sacar a sus hijos de sus escuelas para llevarlos a otra con un futuro incierto. Funcionó porque era un momento histórico puntual, hoy no sería posible, y marcó el camino a los centros que luego impartieron en euskera", asegura Fermín Artola, uno de los protagonistas de aquella irrupción.

Con el placet del Ayuntamiento de Pamplona, la ikastola municipal abrió sus puertas en 1977-78 con 300 escolares y una veintena de profesores, todos recién licenciados. "Tuvimos diferentes ubicaciones: las escuelas viejas de Ansoáin, Orvina, Seminario, Canosianas... y a pesar de estar en agujeros inmundos la matricula se dobló un año después y se volvió a duplicar hasta los 1.500 alumnos", recuerda Artola. Las características que marcaron la ikastola municipal fueron ideados desde sus orígenes: una escuela pública, euskaldun (con el euskera como lengua vehicular), científica, no docrtinaria, laica, popular, basada en una pedagogía innovadora y con una gestión democrática, que fomentaba la participación de familias, profesorado y alumnado. "Queríamos construir otro modelo de escuela y el interés por hacer algo diferente era común a todos. Esto nos diferenció del resto y posibilitó el éxito", afirma la profesora Pérez Ilzarbe, que considera que "tener que empezar de cero supuso un revulsivo".

El técnico del Archivo Jaime Plá, con el cartel más antiguo de udal ikastola.

Y es que la ikastola municipal se forjó en bajeras, sin apenas mobiliario y materiales. "Coincidió con un movimiento de renovación pedagógica y en nuestro caso fue Adarra quien marcó el camino. Teniamos que investigar y crear materiales propios, teníamos muchas discusiones metodológicas, y algunas funcionaron y otras no. Éramos atrevidos pero no hacíamos experimentos e intentábamos que las metodologías que usáramos tuvieran base científica", remarca Pérez Ilzarbe, que destaca que "la ikastola no era sólo el centro. Tuvimos mucho contacto con movimientos sociales, con la calle, la naturaleza..."

Estos profesores rememoran las "horas y horas" que dedicaron a levantar este proyecto "con una alegría - afirmaPérez Ilzarbe- que solo puede dar la juventud. Entrábamos a las 9 y salíamos a las ocho de la tarde y no le dábamos ninguna importancia". Recuerdo, interviene Gorka Barguilla, otro de los promotores de la ikastola municipal, que "Aitor Etxarte era el coordinador y nos juntábamos por áreas y teníamos que hacer las programaciones de cada área. Fue un trabajo largo pero muy productivo".

LEGALIZACIÓN Y ASENTAMIENTO

El embrión de la actual enseñanza en euskera

Otra de las señas de identidad de la ikastola municipal fue la implicación de las familias. Primero porque se atrevieron a escolarizar a sus hijos en un proyecto que no tenía un futuro claro y después para conseguir la legalización, establecer la situación laboral del profesorado, analizar la línea pedagógica y gestionar el autobús, comedor y actividades extraescolares.

La legalización de la ikastola municipal en 1981, recuerda Eguren, trajo consigo el problema del número de aulas. "Recuerdo que el alcalde Balduz alegó que desde Madrid les habían limitado a crear tres centros con 55 aulas: 22 aulas para Amaiur (Iturrama), 22 para Hegoalde (plan Sur) y 11 para Axular (Txantrea). Como teníamos más matrícula empezaron a crear líneas de euskera en algunos barrios y localidades, el origen del modelo D", asegura el que durante años fue director de Amaiur ikastola.

La ikastola municipal fue un lugar de encuentro de familias y docentes de diferentes orígenes e ideología, un grupo plural con un proyecto común: desarrollar una escuela pública en euskera, innovadora y laica. Un trabajo en auzolan cuya memoria, gracias a Etxarte y otras tantas personas, quedará para siempre en el Archivo Contemporaneo de Navarra.