Al volver a crecer la atención covid, ¿se ha desprogramado actividad quirúrgica?

-En este momento está ya valorado, porque siempre tienes que adelantarte una semana. Sería de alguna manera algo similar a lo que nos pasó en la tercera ola. En estos momentos no ha habido un impacto asistencial en lo no covid, pero la realidad es que ya lo tenemos previsto. Si en los próximos días se mantiene el nivel de presión o crece, tendríamos que empezar a desprogramar actividad no covid. El miércoles y a más tardar, el jueves. ¿Qué es lo primero por orden de prioridad? Pues aquellas cirugías que necesitan UCI y que puedan demorarse un par de semanas, porque si no haces esas operaciones es una cama de UCI que no tienes que ocupar. Lo siguiente serían aquellas cirugías que no sean graves y que necesiten cama de convencionales. A parte de prever camas, hay que tener en cuenta que el personal que puede apoyar a las UCI es Enfermería Especializada y personal del servicio de Anestesia, que trabajan en los quirófanos, y al disminuir esa actividad quirúrgica tenemos la posibilidad de utilizar ese personal en críticos. Pero eso incrementaría la lista de espera de pacientes claro.

¿Hasta ahora entonces no ha habido desprogramaciones?

-No, sí que ha habido situaciones puntuales en algún hospital comarcal que en ese momento andaban justos, y que posponían unos días una operación, pero no ha habido un impacto significativo.

¿Son suficientes las restricciones actuales para contener la evolución de la cepa británica y su impacto?

-La información que tenemos de Reino Unido es que las medidas que les han funcionado con la cepa británica son similares a las que les habían funcionado hasta entonces. Me preocupa que el grado de aceptación emocional de la población hace que sea más difícil cumplir esas medidas. Tenemos que jugar con dos cosas: si las medidas son eficaces y si el grado de cumplimiento es el mismo que en olas anteriores. Y es muy difícil medir esto. Lo sabemos por el impacto de la Semana Santa, con unas restricciones durísimas, de cierre de interiores de hostelería y de limitación de reuniones a solo convivientes, que no son restricciones banales... Si estas medidas las cumplimos lo podemos doblegar. Si nos relajamos, si pensamos que por estar vacunados hay menos riesgo, si pensamos que da igual porque en unos sitios hay restricciones y en otros no, corremos un riesgo de que las restricciones no funcionen.

Parece que la fatiga pandémica está pasando factura, la gente está cansada y cumple menos las normas.

-Tenemos que tener en cuenta que esto conlleva un riesgo a corto plazo, que es que esta ola vaya a más, que el sistema sanitario se tensione más, y si se tensiona más va a afectar a la asistencia no covid, con lo cual puede ser que hayamos protegido a parte de la población pero estemos dando muy malos resultados en salud a las patologías no covid. Y eso puede ser algo que ocurra de forma inminente, esta semana podemos estar en ese escenario. Y puede ser que además por no cumplir este nivel de restricciones, que es muy duro y que tiene repercusiones personales, sociales, económicas evidentes, la situación nos lleve a tomas restricciones más duras. Porque no sé hasta qué punto somos conscientes de que otros países como Alemania, Francia o Inglaterra tienen restricciones más duras que nosotros. Con lo cual, tenemos que plantearnos que es mejor hacer un esfuerzo a corto plazo, de cumplir este nivel de medidas, que arriesgarnos a un escenario en el que pensemos que estas restricciones no sirven y vayamos a unas mayores porque el nivel de incumplimiento ha sido bajo.

¿Cómo están las listas de espera?

-Están mal. Indudablemente hay un factor que es que no hemos podido recuperarlas en todo este año por las medidas de prevención de los espacios, que hemos tenido que reinventar. Si una consulta normal atendía 30 pacientes al día con su acompañante, ahora no podemos mantener ese número y hemos disminuido pacientes por consulta. Hemos podido recuperar un 70-80% según el horario y el momento de actividad, y la verdad es que los profesionales están demostrando una colaboración y una adaptación impresionante. Estamos teniendo consultas de mañana, de tarde, el personal de digestivo y colonoscopias, que han cedido las salas de endoscopias para UCI, han doblado horario de mañana y tarde para asumir las endoscopias en la otra sala... pero aún y todo no hemos llegado al 100% de actividad.

Cuando pase todo esto, que no sabemos cuándo será, va a haber todo un reto asistencial para lo no covid...

-Sí, y cada vez que la curva ha bajado un poco nos poníamos a trabajar este tema, pero... no ha habido tiempo. Creo que tenemos algunos retos muy importantes: asegurar la respuesta a los casos en función de la gravedad, porque en ningún caso podemos permitirnos estas listas de espera en casos de gravedad; después, en los que no sean casos graves, asegurarles una respuesta adecuada y proporcional, que puede ser fruto de una mejor coordinación con Atención Primaria y de un incremento de su capacidad de resolución; y también tenemos que habilitar capacidades de respuesta más ágiles en temas como Dermatología, donde hay una lista de espera muy importante.

Si hay fatiga pandémica en la población, el cansancio y el estrés de los sanitarios tiene que estar por las nubes, ¿no?

-Los sanitarios somos, como mínimo, ciudadanos y tenemos el mismo cansancio que el resto de la población. Pero, ¿qué se nos añade? la anticipación. En el mundo sanitario vemos venir las situaciones antes. Ahora la gente está tomando conciencia de que estamos en la cuarta ola y de que hay que cuidarse, pero nosotros llevamos 4 semanas viéndola venir y atendiendo a contagiados. También algo añadido, y en lo que hemos fallado, es la angustia sufrida por acompañar a los pacientes y a las víctimas de la enfermedad y a sus familias. Igual por lo políticamente correcto no hemos mostrado lo que supone un ingreso en planta o en UCI covid. Se ha acompañado a pacientes en los momentos finales de la vida y también a familiares que perdían seres queridos, algunas a varios en poco tiempo y eso es una carga emocional muy fuerte.

Tras la primera ola se mandaban mensajes de que una segunda sería un golpe tremendo para el sistema sanitario y ya vamos por la cuarta. Los sanitarios arrastran una mochila muy pesada, ¿no?

-De mucho peso, sí. Antes era un cansancio y una sobrecarga emocional aguda e intensa, pero fue recortada en el tiempo. Luego vimos que nos volvía a pasar lo mismo con la segunda ola. "Si no cumplimos nos pasara una y otra vez", decíamos entonces, y entramos en la resignación de ver que no aprendíamos y que venían más olas. Pero el problema no va a ser la quinta o la sexta ola, sino sus secuelas; y, por mis orígenes en salud mental, sé que van a traer unas consecuencias en salud emocional y de situaciones muy complicadas en el plano económico y social que pueden prolongarse cuando pase todo esto.

Vamos, que a la crisis sanitaria le seguirá otra social y económica.

-Claro. Por ejemplo, la gente joven no está sufriendo tanto el covid, pero el impacto económico de la pandemia en el empleo juvenil va a ser brutal. Muchos jóvenes dicen: "No, esto no va conmigo". Pues es que va menos con el abuelo de 95 años que contigo. Él ya ha hecho su vida, pero tú todavía la tienes por hacer. Todo esto va a ser un reto muy importante.