Con más de un año de recorrido a las espaldas, ha quedado constatado que la pandemia ha afectado a todos los niveles de la vida y de la sociedad de forma negativa, también en el campo de los delitos sexuales. En este sentido, los expertos han advertido un aumento significativo en las conductas de abusos sexuales en la infancia, siendo estos cometidos en el 80% de las ocasiones por parte del entorno cercano -familiares en la gran mayoría de los casos- del menor.

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Así lo expuso Josean Echauri Tijeras, doctor en Psicología y responsable del Psimae, Instituto de Psicología Jurídica y Forense, quien alertó también de que la pandemia ha agravado los delitos de violencia de género. En esta línea, si bien en un principio el confinamiento establecido en marzo de 2020 para frenar la expansión de la covid-19 hizo que cayeran los asaltos a las personas en lugares públicos ante la imposibilidad de salir de casa, esto también supuso un arma de doble filo en cuanto a que los delitos que tienen que ver con la intimidad del hogar crecieron exponencialmente.

De esta forma, los dos primeros meses de confinamiento se registró una caída en las denuncias de violencia de género relacionada con la imposibilidad de las víctimas de huir de su agresor con el que muchas veces vivían. Sin embargo, una vez atenuadas las medidas anti covid, las denuncias brotaron en cuanto se pudo salir de casa y estas mujeres conocieron los recursos a los que podían acogerse, también en un contexto de pandemia.

abuso de pornografía en menores El coronavirus también ha traído consigo un aumento en el consumo de las tecnologías entre los más jóvenes y, de la mano, el abuso de la pornografía. Ahora los niños "piden un móvil como regalo de comunión", una herramienta que facilita a los menores estar a "dos clicks de toda la pornografía explícita y sin censuras", apuntó Echauri. Una pornografía "violenta a más no poder y que denigra a las mujeres" que los más jóvenes adoptan como modelo sexual estandarizado y que, lejos de tener una educación afectivo-sexual adecuada, buscan poner en práctica. "Si veo una escena sexual del porno actual, me excita y me masturbo, estoy enlazando esa escena con el placer. Si esa escena lleva violencia, lo que estoy enlazando es violencia y sexo con placer, y llegará un punto en el que tenga que emplearla para sentir placer", explicó el psicólogo del Psimae.

Algo que también acarrea problemas en la distorsión de la propia imagen entre "menores que todavía no tienen una madurez cognitiva" y que "toman la pornografía como una realidad y un modelo, sin saber que es una película interpretada por actores", siguió Echauri.

En consecuencia, las consultas de psicología están ahora repletas de niños y niñas que no están contentos con su cuerpo y que creen no cumplir los estándares establecidos que dan por buenos. "Chavales con 17 años nos vienen diciendo que tienen disfunción eréctil o que son eyaculadores precoces, mientras las chicas creen que con sus cuerpos no van a gustar a nadie y sienten rechazo hacia su propia piel", aseguró el responsable del Psimae.

Para Echauri, la solución para atajar todo este tipo de problemas derivados del consumo excesivo y prematuro de la pornografía no es la prohibición. "Prohibirlo solo es hacerlo más atractivo a ojos de los adolescentes. La piedra angular y única solución es la educación de la sexualidad y la afectividad desde el respeto. No hay que prohibir el porno, sino contar qué es lo que sucede en el porno. Tarde o temprano todos los niños van a acceder a él, así que, por lo menos, que lo vean con otros ojos", expuso.