Cada año el Servicio Navarro de Salud-Osasunbidea (SNS-O) registra entre 18 y 22 casos de cáncer de cuello de útero, de los que “aproximadamente dos terceras partes acuden ya en estadios localmente avanzados”. El año pasado 14 mujeres recibieron este diagnóstico, si bien se detectó “un porcentaje ligeramente superior de estadios avanzados”, afirmó el jefe del servicio de Obstetricia y Ginecología del Complejo Hospitalario de Navarra (CHN), Juan Carlos Muruzabal Torquemada, quien incidió, al respecto, en la conveniencia de “acudir al ginecólogo y hacerse una revisión, porque existe un sistema de detección precoz que hace que estos tumores sean curables”.

No obstante, estos casos en los que la enfermedad ya se encuentra avanzada “están relacionados con mujeres -fundamentalmente de origen extranjero- que no se han hecho nunca revisiones y que vienen ya con procesos infecciosos avanzados”, constató el especialista. Respecto al descenso de la cifra de casos en 2020, indicó que “al tratarse de un número tan pequeño, que presenta además oscilaciones anuales, no podemos concluir que la pandemia de la covid-19 haya podido influir sobre el diagnóstico y el tratamiento” de este tumor, si bien “lo lógico es pensar que el aumento de las listas de espera condicionado por esta situación condicione un retraso diagnóstico”.

Relacionado con el HPV

Anatómicamente, el útero tiene dos partes: el cuerpo y el cuello uterino. “Dentro del cuerpo uterino, si el cáncer afecta a lo que es la pared, ahí tenemos el mundo de los sarcomas; y si afecta al interior, a lo que se descama con las reglas, tenemos los adenocarcinomas de endometrio. El de cuello se produce en las células de la parte última del útero, que está en contacto con la vagina”, explicó el doctor Muruzabal, quien señaló que, al igual que el resto de cánceres, éste “comienza cuando las células del cuello uterino desarrollan mutaciones en su ADN”.

Cuando se producen estos cambios, “las células crecen y se multiplican fuera de control, y no mueren”, formando una masa o tumor. Estas células cancerosas, prosiguió, “pueden invadir los tejidos cercanos y pueden desprenderse vía sanguínea o a través de los ganglios para diseminarse -hacer metástasis- en otras partes del cuerpo”. No obstante, precisó, “desde el inicio de la transformación de las células hasta la aparición del cáncer infiltrante pasan unos años, originando unas lesiones premalignas que podemos identificar precozmente”. De ahí, la importancia de las revisiones y de implantar programas de cribado, porque “es un cáncer que podemos detectar precozmente y curar. Tiene una causa conocida, que se puede evitar, y hay una prueba que permite detectarlo. En Navarra existen pocos casos pero a nivel mundial, sobre todo en países subdesarrollados, afecta a muchas personas. La filosofía es que si tengo un mecanismo para detectarlo precozmente y saber cuándo puede haber cáncer de cuello, se establecen unas pruebas diagnósticas (screening o cribado) y estaremos en condiciones de eliminarlo”, sostuvo, para defender después que las pruebas lleguen a todo el mundo.

El cáncer cervical está relacionado con la infección por el virus del papiloma humano (HPV), que se transmite por la vía sexual con las relaciones, además de que existen situaciones que facilitan su desarrollo, como la inmunodepresión o el consumo de tabaco, expuso el doctor Muruzabal. En esta línea, dijo que “es una enfermedad propia de mujeres sexualmente activas” y presenta “determinados factores de riesgo asociados, como el inicio precoz de las relaciones sexuales y el elevado número de parejas”.

No obstante, se puede prevenir. En este sentido, el especialista aseguró que “ha quedado demostrado que la vacunación sistemática frente al HPV se considera la intervención más eficaz, eficiente y segura en el control de la infección”. En Navarra se incluyó en el calendario en la campaña 2008-2009 para las niñas de 12 a 14 años y la cobertura alcanza casi el 90%.

En los casos en que el cáncer se ha instaurado, “su detección precoz a través de revisiones periódicas, con la realización de citologías y valoración a microscopio del cuello (colposcopia), nos va a permitir curarlo, especialmente si lo detectamos en fase inicial o premaligna”. Asimismo, Muruzabal recalcó que el preservativo “disminuye el riesgo de infección por HPV, así como del resto de enfermedades de transmisión sexual”.