Un total de 46 menores víctimas de abuso y/o agresión sexual tuvieron que ser atendidos durante la pandemia en 2020 por la Oficina de Asistencia a Víctimas del Gobierno de Navarra, siendo seis menos que en el ejercicio anterior. En este tipo de delitos, según recoge la Memoria Anual del Servicio Social de Justicia, las personas atendidas habitualmente son niñas -35-, pero también se atendió a 11 niños el año pasado.

En esta línea, es frecuente que los abusos hayan sido cometidos por familiares muy cercanos al menor, “lo que incrementa el dolor y la situaciones de complejidad emocional que requieren de intervención profesional”, siendo de especial gravedad los casos donde los padres han abusado de los menores, una situación que se ha repetido en cuatro casos. Esta cifra se ha mantenido respecto al 2019 y los años anteriores, por lo que se corrobora que la mayoría de los agresores proceden del entorno cercano: solo en seis de los 46 casos los agresores eran desconocidos, y en 8 de cada 10 casos se trataba de familiares o conocidos.

Es remarcable el hecho de que en 2020 nueve de las atenciones del Servicio fueran a personas mayores de 18 años que solicitaron terapia por delitos sufridos cuando eran menores de edad, cifra inferior al año anterior con 16 casos similares. Las secuelas de estos delitos, la mayoría de ellos sin denuncia y prescritos, “persisten a lo largo de los años”, señala la memoria. En esta línea, 40 de los 46 menores recibieron atención psicológica.

Se doblan las atenciones a víctimas de delitos sexuales

En el ejercicio de 2020 se produjo un aumento significativo en cuanto al número de atenciones por delitos contra la libertad sexual registradas por la Oficina de Asistencia a Víctimas, que atendió a 24 personas -todas mujeres- frente a las 14 atenciones del año anterior. Este incremento, recoge la memoria, podría deberse a que “la pandemia ha servido de acicate para las víctimas que durante el confinamiento pudieron reflexionar”.

En esta línea, Izaskun Gartzaron, directora de la Sección de Asistencia a las Víctimas del Delito, apunta que el confinamiento también “creó un espacio de confianza que hasta el momento no habían tenido las familias para que, especialmente las personas más jóvenes, sintieran que tenían la posibilidad de hablar sobre situaciones habían vivido y que nunca antes se habían atrevido a contar”.

Algo que queda patente en las cifras de atenciones registradas por la Oficina, que se mantuvieron similares a las de ejercicios anteriores pese a que el número de delitos denunciados cayera en torno al 20% debido a la ausencia de espacios de ocio y de vida social durante el confinamiento.

Por otro lado, los familiares de las víctimas -las víctimas secundarias- que puedan resultar afectados son también recibidos por el equipo de psicólogos del Servicio, teniendo en cuenta, además, que en muchas ocasiones el agresor es conocido de la víctima, lo que aumenta el grado de afectación entre los familiares cercanos.

En este sentido, en 2020, una vez más, los agresores “conocidos” han estado muy por encima de los “desconocidos”: 18 de ellos fueron personas cercanas o familiares de las víctimas, 4 cónyuges y tan solo 2 fueron personas desconocidas para las víctimas.