Entre las situaciones con las que han tenido que convivir los profesionales de Aname durante el año pasado se han dado casos donde el componente humano y emotivo ha superado con creces al elemento conflictivo que inició su intervención con las personas. Justo antes de iniciarse el confinamiento, una mujer gallega llegó a Navarra atraída por varias ofertas de trabajo. Obtuvo un alquiler de un piso y, nada más llegar, le roban su equipaje en la estación. A los tres días el presidente Sánchez decreta el confinamiento general. Ella se encuentra sola en una ciudad desconocida, en la que acaba de desembarcar, sin pareja, ni hijos, y con el único contacto posible con sus padres del teléfono fijo. Desde la oficina de mediación se contactó con ella una vez que la Policía localizó al autor del hurto. "La mediación tuvo un éxito rápido. Pero a los que de repente nos enfrentamos era a una cuestión bien distinta. El conflicto humano de miedo y de soledad está por encima del penal. Nuestra intervención se convierte también en un acompañamiento de esa persona. Abrimos una puerta que se convirtió en una ilusión, que le generó esperanza y le ayudó a contar su experiencia y a conocer a su vecindario".