escasa una semana para el inicio del curso, cientos de niños y adolescentes navarros apuran sus vacaciones incluyendo, en el resto de sus actividades, un viaje exprés al polideportivo de la UPNA, donde, entre algunos rezagados de edades superiores, la actividad principal se desarrolla en la inmunización del grupo de 12 a 19 años

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Entre las principales motivaciones para recibir la vacuna, además de la propia protección y la de los familiares cercanos, los más pequeños buscan que finalicen las restricciones cuanto antes, tras más de un año y medio en el que las medidas les han robado parte de su infancia.

Durante ella han vivido un confinamiento domiciliario de cerca de dos meses, el final fulminante de un curso académico, y otra etapa escolar llena de condicionantes para recibir su formación. En ella también han tenido que volver a encerrarse en su cuarto por varios días si un infectado entraba al aula, algo de lo que se despiden con la pauta completa, lo que les ahorrará el estrés innecesario del aislamiento pese a dar negativo. Por esta razón, también mostraban ganas de recibir ese segundo pinchazo.

“Estuve confinada una vez porque una amiga dio positivo, aunque yo terminé dando negativo, así que ahora lo veo mejor que sea así”, explica Carlota Zarza, de 12 años, que vivió el encierro entretenida “haciendo videollamadas” con las compañeras que vivían su misma situación.

La alumna del Liceo Monjardín compartió cita junto con su hermano Alejandro, de 14 años, que también finalizaba su inmunización. “Quiero hacer un poco de vida normal, además de tener menos riesgo de contagio”, razona.

Otra pareja de hermanas que acudieron juntas a recibir la vacuna fueron Erika Sastre, de 14 años, y África, de 12. La más pequeña de las dos también vivió un confinamiento por un contacto en el aula, aunque ella no se infectó. Pasó el confinamiento “aburrida” y atendida por su madre, Ana Latasa, quien tenía la suerte de teletrabajar para poder vigilarle, “aunque con estas edades ya son más independientes y también se podía haber quedado sola”. Por su parte, Erika quiere avanzar en el final de esta pandemia. “Llevar mascarilla es un rollo, y no puedes hacer lo que quieres. Quiero que se acabe todo esto”, sentencia.

La misma intención tiene Luka Laforet, que ilustra sus ganas del fin de la pandemia con la ilusión de regresar a jugar a fútbol con sus compañeros durante el recreo. “El pasado curso el patio era aburrido, a ver si este año nos dejan jugar”, desea. Luka, que este año pasa a 2º de la ESO en Maristas, estuvo confinado en septiembre, pero su hermana June, le dobló y ha tenido que encerrarse en dos ocasiones durante el año pandémico. A punto de cumplir los 15 años, tiene una visión más solidaria de su gesto. “Yo quiero tener más seguridad por mis abuelos y mis padres, que ya son mayores”, argumenta.

“Llevar mascarilla es un ‘rollo’, y no puedes hacer lo que quieres. Quiero que acabe todo esto”

Alumna de 3º de ESO de San Cernin

“El pasado curso el patio era aburrido.

A ver si este año nos dejan jugar a fútbol”

Alumno de 2º de ESO de Maristas

“Quiero hacer un poco de vida normal, además de tener menos riesgo de contagio”

Alumno de 3º de ESO de Liceo Monjardín