Un año y 7 meses después, Navarra recupera la normalidad que la pandemia de covid-19 había truncado desde el 29 de febrero de 2020, fecha en la que se detectó el primer positivo en coronavirus. Desde entonces, la Comunidad Foral ha vivido un confinamiento domiciliario de más de dos meses y una serie de restricciones, más o menos duras, que han acompañado a las cinco olas que se han sucedido en este tiempo y que este viernes verán su fin. La presidenta de Navarra, María Chivite, compareció ayer de urgencia para anunciar el fin de todas las restricciones contra la covid-19 -a partir del 1 de octubre- a la vista de que la pandemia está bajo control en la Comunidad Foral, que entra en una nueva etapa de normalidad. De hecho, este nuevo escenario que anunció ayer la presidenta va a ser prácticamente como el que se vivía antes de la eclosión de la pandemia, salvo por un aspecto: la mascarilla seguirá siendo obligatoria en interiores y en exteriores cuando no se pueda mantener la distancia de 1,5 metros.

Desde este viernes Navarra recupera los horarios y aforos previos a la pandemia. Los cambios más sustanciales se darán en el sector de la hostelería y de las discotecas, que pueden abrir con el horario estipulado y con un 100% de aforo en interiores, así como consumir en barra y usar las pistas de baile. También se podrá estar de pie y bailar en conciertos y eventos culturales, pero lo que seguirá sin estar permitido es la práctica del botellón. Además, serán de aplicación los acuerdos que se adopten en el Consejo Interterritorial de Salud, como los relacionados con el deporte profesional y con la educación. En este último ámbito, no será necesario confinar a toda el aula en Primaria si se detecta un caso positivo, si bien se seguirán realizando pruebas PCR a todo el grupo de convivencia.

Por otra parte, la nueva orden foral también prevé que los distintos departamentos del Gobierno y otros operadores públicos o privados puedan adoptar las medidas necesarias para evitar aglomeraciones en las distintas actividades que se realicen.

La última vez que Chivite compareció en sala de prensa para hablar de las restricciones contra la covid fue el 19 de octubre de 2020, unos días antes de que entrase en vigor el segundo estado de alarma. Aquel día, la convocatoria también fue extraordinaria y en ella la presidenta anunciaba con pesar la implantación del cierre perimetral, la clausura de la hostelería y la limitación de reuniones. Casi un año después volvió a comparecer para justo lo contrario. Chivite, con mejor ánimo que la última vez, fue clara y concisa: “Se acabaron las restricciones”. La decisión llega una semana después de que Salud Pública diese por concluido el periodo de pandemia de la covid-19 y en un momento en el que las cifras de contagios y de hospitalizados se sitúan en mínimos. “Damos un paso adelante en el tránsito hacia la normalidad. Estamos en un escenario distinto, en un cambio sustancial del ciclo de la pandemia”, sostuvo la jefa del Ejecutivo foral, que subrayó el “control” que hay sobre la pandemia.

Esta nueva etapa que se abre tras cinco olas de coronavirus llega tras la extensión de la vacuna por la gran mayoría de la población, una herramienta que ha supuesto el punto de inflexión en la lucha contra el virus. “Hasta que la ciencia no nos dio la vacuna no se ha podido dar un salto adelante en el abordaje de la pandemia”, reconoció, y agradeció a la ciudadanía su “paciencia y responsabilidad”, así como su compromiso con la vacunación.

La presidenta arrancó su intervención retrocediendo al inicio de la pandemia. Todo empezó el 29 de febrero, recordó Chivite, cuando se detectó el primer caso de covid-19 en Navarra. Los días siguientes el goteo de positivos fue incrementando el impacto del virus, aunque muchos de los contagios no se contabilizaron porque por aquel entonces no había la capacidad de detección de la actualidad. El 15 de marzo entró en vigor el estado de alarma ante la creciente expansión del virus por todo el Estado. “Aquel día comenzó a cambiar nuestra vida con un virus desconocido al que tuvimos que enfrentarnos con medidas duras y complicadas”, relató la presidenta, una situación que ha supuesto un “gran impacto” en el plano sanitario, social y económico.

Pero la mayor huella que ha dejado el virus ha sido en las personas, con 1.243 fallecidos en la Comunidad Foral, miles de personas ingresadas y cientos de ellas que han quedado con secuelas. A todas ellas también las recordó ayer Chivite, así como a sus familias, a las empresas y a las personas trabajadoras “que han dedicado cada minuto a atender a los demás, sin olvidar a los voluntarios y al personal sanitario, sociosanitario y de seguridad”.

Algunas de las restricciones vigentes estos meses -como el cierre perimetral, el toque de queda o la prohibición de reuniones en domicilios con no convivientes- han sido muy duras e impensables antes de una pandemia que ha acostumbrado a la ciudadanía a usar mascarilla o a limpiarse las manos de manera constante. “Todo esto ha formado parte de nuestras vidas. Ha sido mucho tiempo y todos lo hemos pasado mal”, señaló la jefa del Gobierno foral, quien también recordó las ayudas económicas, recursos y refuerzos en servicios sanitarios, sociosanitarios y educativos.

Acompañando a Chivite en la rueda de prensa estuvo la consejera de Salud, Santos Induráin, quien también subrayó la entrada “en un nuevo ciclo” en el que el virus va a seguir circulando pero sin poner en jaque al sistema sanitario. Induráin especificó que la orden foral que va a poner fin a las restricciones -y que ella misma firmará- viene justificada por la buena evolución de los datos con ocho semanas consecutivas de descenso de contagios. En concreto, explicó la consejera, se ha pasado de los 2.993 casos semanales de finales de julio a los 144 de la semana pasada. La incidencia acumulada a 14 días se sitúa en 53 casos por 100.000 habitantes y en 21 casos, a 7 días. El índice de positividad de las pruebas que se realizan está en torno al 1% y el número de reproducción (R0) está en el 0,7.