Sus caras, sus historias y su conocimiento profesional han sido habituales en las páginas de DIARIO DE NOTICIAS a lo largo de los 19 meses en los que la pandemia de coronavirus ha azotado Navarra. Ellos y ellas -profesionales sanitarios y sociosanitarios, pacientes con covid y usuarios de residencias- han sido algunos de los protagonistas de las informaciones que día a día han detallado la evolución de la pandemia. Ahora, les pedimos que echen la vista atrás y que reflexionen sobre la sensación que tienen del paso de la pandemia por su vida; un ejercicio que la médico Isabel Jiménez hace a diario.

María Pilar Martínez sufrió las terribles consecuencias de la pandemia muy pronto. Concretamente, el 14 de marzo -el mismo día que se anunció el primer estado de alarma- falleció su madre, Mari Cruz, tras haberse contagiado días atrás. El dolor se apoderó de su familia y también la incertidumbre de qué hubiese pasado si no se hubiese contagiado de covid-19. Tras Mari Cruz, más de 1.240 personas han perdido la vida en Navarra por culpa del coronavirus. En esos primeros días, al dolor por la pérdida de un ser querido, en muchos casos se sumó la imposibilidad de despedirse, de manera que hubo personas que morían solas en una cama de hospital o en una residencia.

Una de las personas que cuidó de Mari Cruz fue Amaya Iriarte, trabajadora de la residencia Virgen de Jerusalén de Artajona, que también enfermó de covid-19. Y es que, durante la primera ola, el virus se ensañó con estos centros, que acogían población especialmente vulnerable.

Precisamente por ello, los usuarios de residencias de mayores fueron los primeros en recibir la ansiada vacuna. El 27 de diciembre de 2020 arrancaba el proceso de vacunación en todo el Estado y en Navarra el primero en recibir una dosis fue el residente de El Vergel Pacho Guerrero, de 70 años. En los centros esperaban la vacuna como agua de mayo, pues querían protegerse contra un enemigo que les amenazaba a ellos más que a nadie. En el caso de Pacho, su ilusión era volver a abrazar a sus dos nietos, a quienes llevaba sin ver casi medio año. Y, finalmente, lo logró gracias al trabajo de la sociedad en su conjunto, porque, como apunta María Pilar, “cuando queremos, podemos dar lo mejor de nosotros”.

A pesar de conocer la cara más cruel del coronavirus, esta vecina de Zizur expresa un profundo agradecimiento a todas las personas que trabajan a diario para poner diques de contención al virus: “Sufrimos la pérdida, pero también hemos visto la recompensa de que, poco a poco, se haya podido con la pandemia”. Una lucha, todavía activa, que es muy intensa, como dan muestra los testimonios de Isabel Jiménez, Carlos Ibero, Paula López, Ana Ariztegui, Pili Sola, Carmen Ezpeleta, Esperanza Mora, Maite Alcaiza, David Escors y Gabriel Reina, quienes a lo largo de estos meses, durante jornadas interminables, se han dejado el alma en esta batalla para curar a pacientes como Damián Roku-Epitié. Todos han vivido experiencias sumamente difíciles, pero quieren mirar el futuro con esperanza, porque este mal bicho también les ha enseñado a disfrutar de las pequeñas cosas de la vida. Sus huellas. l