e lo encontraron arropado con una manta térmica, una prenda que se convierte en situaciones así en una aliada vital, tras haber improvisado un vivac que intuyó entre un roquedo y un muro de nieve considerable. Estaba muy fatigado y gratamente sorprendido de que a medianoche todavía los bomberos acudieran a su rescate, con síntomas leves de hipotermia y aposentado sobre una zona verde en el cobijo citado, a salvo del aguanieve que caía con virulencia en una noche que se presagiaba de lo más cruda al raso y a 2.000 metros de altitud. Todos los deseos de medianoche de este joven pamplonés de 19 años, que había salido el domingo de Linza a las 9.00 horas de la mañana para hollar la Mesa de los Tres Reyes (2.444 metros), eran a esas alturas que la noche transcurriera cuanto antes.

Búsqueda de un joven montañero en la zona de la Mesa de los Tres Reyes

Búsqueda de un joven montañero en la zona de la Mesa de los Tres Reyes

Era así hasta que se sintió a salvo al escuchar varios silbatos e impactarle de frente las linternas de los cuatro miembros del Grupo de Rescate Técnico del Servicio de Bomberos de Navarra/Nafarroako Suhiltzaileak que formaban parte del dispositivo de búsqueda activado y coordinado por SOS Navarra para encontrarle. Eran las 00.30 horas. Dos horas después, por su propio pie pero ya extenuado, con los ánimos y consejos de los bomberos, pudo descender acompañado por ellos. Antes, cuando le encontraron, ya se había envuelto en varias prendas y había tomado un caldo caliente para que el cuerpo se atemperara.

José Javier Ruiz Zubicoa era el cabo del GRT al mando de la expedición que el pasado domingo rescató al joven. Les ayudaron para ello los bomberos de Navascués. Para afrontar el rescate, una vez que se dirigían a la Mesa de los Tres Reyes, ya habían efectuado un track, una ruta simulada por ordenador del lugar donde podía encontrarse con las referencias que había ofrecido. El joven, en un momento del descenso, encontró un hilo de cobertura y pudo enviar un audio de whatsapp a un amigo. Le decía que se estaba empezando a agobiar bastante porque estaba anocheciendo y que se encontraba, según su reloj GPS, a varios kilómetros del refugio de Linza (1.350 metros) donde había dejado el vehículo.

El joven, que tiene experiencia en montaña y ha ascendido cumbres como el Aneto o Monte Perdido, había acudido en solitario el día de Navidad a hacer cumbre a la Mesa. No pudo ni llegar a la cima. Le falló la previsión en uno de los días con menos luz del año. Carecía también de raquetas o esquís y no llevaba linterna, efectos que le hubieran venido fenomenal. El cabo Ruiz recuerda que le empezaron a buscar por la “ruta habitual desde Linza. Tardamos unas dos horas de caminata esquiando. Al asomar sobre el paraje de la Hoya de la Solana (a 2.000 metros), se abre un claro y empezamos a silbar con intensidad, por si se había caído o salido de la sensa. Ahí cerca hay una cabaña y pensamos que la podía haber encontrado. El chaval desconocía ese refugio, pero nos lo encontramos no muy lejos de allí. Las condiciones eran muy malas. Había mucha nieve, te cubría hasta más arriba de la rodilla y era nieve sopa, que te hunde al dar cualquier paso. En esas condiciones, si no puedes esquiar, es muy difícil avanzar. Y al chico le ocurrió eso. A las 13.30, al ver la hora que era y que no había llegado a la cima, decidió darse la vuelta. Hacía una temperatura de 0ºC, con viento sur, y una sensación de cinco bajo cero. Era una situación muy dura, pero creo que tomó una buena decisión al quedarse donde le encontramos. Bajaba muy despacio y no le quedaban muchas fuerzas. Una vez que él improvisó ese vivac ya solo pensaba en pasar la noche allí”.

El miembro del GRT de Bomberos recuerda que para realizar una ruta de montaña de estas características en pleno invierno hay que pensar en hacer una mochila llena de posibles útiles ante las adversidades En este caso el joven tenía móvil, pero no había cobertura en la zona, y portaba un reloj GPS que le guió por la ruta correcta. Iba bien abrigado de ropa y con manta térmica y hubiera necesitado algo de luz, por si, como le ocurrió, la noche se le echaba encima. El estado de la nieve le condicionó su ruta. Por eso conviene ser previsor, calzar esquís o raquetas por si el escenario no es el que uno piensa que se va a encontrar. Allí arriba, con semejante cantidad de nieve alrededor, cualquier contratiempo puede ser muy peligroso. Y, para que no ocurran más, siempre hay que avisar a alguien de la ruta que se va a hacer y del tiempo de llegada.